c a p í t u l o 4

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La música estaba demasiado fuerte para mi gusto, y estar rodeada de tantas personas me sofocaba. Pero bueno, cuando se trataba de una salida de amigas, casi nunca podía negarme a Natasha Romanoff y a su costumbre de ir al mismo bar.
El joven al otro lado de la barra nos entregó nuestras bebidas y continuó atendiendo a unos chicos ya bastante ebrios que seguían pidiendo tragos.

— Ya se cual es tu problema. —comentó la pelirroja— Creo que deberías empezar a salir con alguien.

El líquido quemó mi garganta y mire a mi amiga como si hubiese dicho una gran barbaridad.

— No, no lo creo.

— ¿Y por qué no? —dijo apresurada— Eres linda, joven y tienes una gran personalidad. Cualquiera querría salir contigo.

— Lo importante es que yo quiera salir con alguien, y la verdad es que no tengo el más mínimo interés. —reitere.

Natasha frunció el ceño y negó en desaprobación. En algún momento perdí la cuenta de las citas que intentó organizarme. No me avergonzaba decir que sólo asistí a dos y terminé inventando cualquier excusa para retirarme apenas había pasado una hora.

— No puedes estar soltera toda la vida.

— Si puedo.

Nat resopló, dando un buen trago a su cóctel.

— No quiero sonar cruel, pero tienes que seguir adelante. Sé lo mucho que lo quisiste y que aún lo haces, pero James no volverá.

Lo intenté. Más de una vez.
Pero una vez que tienes algo tan perfecto, y la vida te lo arrebata de la forma más cruel, es difícil dejarlo ir.

— Ese chico no deja de mirarte. —señaló discretamente apuntando detrás de mi— Es lindo.

Reí y negué.

— Nat, creo que haces un gran trabajo tratando de buscarle una novia a Steve. Pero no es necesario conmigo.

La pelirroja alzó los hombros, la conocía y supe de antemano que ese no sería su último intento.

— Vale la pena intentarlo.

{...}

Al día siguiente no recibí ningún mensaje para presentarme a trabajar. Según Fury, él me llamaría tan pronto como llegara a requerirme. Nat tenía algunas cosas que hacer, y Steve tardaba en responder los mensajes.

Por eso mismo, subí a mi auto con una dirección en específico. El mismo lugar que, aunque ya conocía todo de memoria, era lo que me daba al menos un poco de consuelo.
Como si ver a Steve casi todos los días no fuera suficiente, ahora estaba rodeaba de imágenes de él. Unas incluso abarcaban toda una pared.

— ...puestos a prueba en batalla, Capitán América y sus Comandos Aulladores probaron su valor. Su misión: derribar a HYDRA, la inescrupulosa división científica nazi.

Giré en busca del lugar donde solía pasar bastante tiempo cada vez que venía. Su foto, y la historia detallada de su vida escrita a un lado.

Mejores amigos desde la infancia. Bucky Barnes y Steven Rogers eran inseparables, tanto en la escuela como en el campo de batalla. Barnes es el único Comando Aullador que dió su vida al servicio de éste país. Su prometida, Celine Clarke, sería quien atendería su homenaje luego de su muerte.

Había muchas cosas que no explicaban y qué ella recordaba a la perfección; él como Bucky siempre defendió al pequeño Steve, las festividades donde sólo se reunían los tres en el pequeño departamento pero con una cena deliciosa. Recuerdos felices. Pero ninguna de las personas que pasaban a su lado comentando como si hubieran estado ahí sabían lo difícil que fue para ella recibir la noticia de su muerte por medio de una carta, el recibir en sus manos su uniforme con sus placas de identificación las cuales desde ese día colgaban de su cuello.

Lo menos que hubiera esperado era poder verlo una vez más, despedirse como debía, pero sus superiores simplemente le dijeron que no pudieron localizar su cuerpo. Por eso mismo, pasó meses creyendo que podía seguir vivo, qué tal vez necesitaba ayuda. Luego la esperanza fue muriendo y esa posibilidad se convirtió en un intento desesperado de sobrellevar el dolor.

— Sabía que te encontraría aquí. —dijo una voz a mis espaldas.

— Siempre sabes dónde encontrarme. —respondí sin mirarlo.

Steve pasó su brazo por mis hombros y agradecí que no comentara nada al respecto.

— Ven, salgamos de aquí. Ya he visto mucho por hoy.

{...}

Espero que no intentes decirme lo mismo que Nat.

Steve seguía moviendo su café con la pequeña cuchara y luego la dejó a un lado. No me miraba, pero tenía una pequeña sonrisita.

— Estás hablando con la persona menos indicada para juzgarte. —entonces ya no me sentí tan mal— Está bien que te tomes tu tiempo para seguir adelante.

— Es que ese es el problema. —señale— No quiero seguir adelante. No quiero rehacer mi vida en ese sentido, porque siento que si comienzo a hacerlo entonces lo estaría dejando atrás. Y no quiero eso.

— Seguir adelante no significa que lo tengas que olvidar. —dijo con suavidad, su mano atravesó el largo de la mesa para tomar la mía— Él siempre va a ser parte de ti. De ambos. Buck era como un hermano para mi, y su muerte me dolió profundamente. Cuando desperté y me dijeron que estabas tú me sentí aliviado porque supe que no tendría que afrontar esto solo, y tú no tienes por qué hacerlo. Somos lo único que tenia Buck, y juntos aprenderemos a seguir adelante.

— Sin él. —masculle, adivinando lo que seguramente quería decir.

No sé si podría hacerlo.

Un año después de que me devolvieran al mundo, me dieron la noticia de que el Capitán América estaba, sorprendentemente vivo. Antes de eso tengo que admitir que fue un año difícil. No sólo porque era una época completamente distinta, sino porque estaba sola. Adaptarme fue difícil. Unirme a S.H.I.E.L.D ni siquiera fue considerada una opción. Prácticamente yo le pertenecía a la organización y mi única responsabilidad era cumplir con el trabajo para el que me ofrecí como voluntaria hace décadas.

Descubrir que mi mejor amigo no estaba muerto fue como una bocanada de aire fresco luego de estarme ahogando.

— Quizá no sea tan fácil.

— Lo sé, pero es lo único que podemos hacer.

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Where stories live. Discover now