Por más que las mujeres me exigían pujar las ignoraba quería que Zel estuviera aquí sosteniendo mi mano.

──¡¡Por favor, Lady Amaris!! ¡¡Tiene que pujar de lo contrario ellos morirán!!

Cerré mis ojos tomando una bocana de aire dando por vencida a que Zeldris llegará. Apreté mi mandíbula al igual que la sabana comenzando a pujar. 

Solos mia gritos se escuchaban por toda la habitación.

──¡Ya estoy aquí! ─abrí mis ojos al escucharlo llegar. ──Estoy aquí, mi diosa. ─tomo mi mano con una de la suyas mientras la otra me quitaba mis cabellos de mi frente juntando la suya con esta. ──Vamos, cariño. Tu puedes.

──Estas aquí. ─apreté su mano pujando más fuerte al sentir a mi pequeño.

──Lo esta haciendo bien. Ya puedo ver su cabeza. ─habló. ──Necesito otro pujido más.

Cerré mis ojos aprendo más fuerte la mano de Zel mientras soltaba un quejido de dolor haciendo que mi cabeza se inclinara hacia adelante.

Fue entonces que escuche un gran llanto.

──Lo tengo. Es una niña la primera en nacer.

──Es la pequeña. Nuestra pequeña, la primera en nacer. ─eche mi cabeza hacia atrás respirando con pesadez. ──Lo haces muy bien, mi diosa. Necesito que vuelvas a pujar. Aún falta nuestro pequeño.

Cerré mis ojos moviendo mi cabeza ligeramente en afirmación. Pasé mi lengua por mis labios sintiendo estos resecos igual que mi garganta.

Solté un suspiró apretando con fuerza su mano dando un gran pujido, estaba dispuesta a no parar hasta escuchar su llanto.

Y ocurrió... una lágrima resbaló por mi mejilla al escuchar unos llantos muchos más fuerte que el anterior haciendo que mi corazón latiera más rápido.

Eche de nueva cuenta mi cabeza hacia atrás respirando pausadamente mientras una sonrisa salía de mis labios al ver a Zeldris cargar a los dos, uno en cada brazo dejando a los dos a un lado mío.

──Son tan pequeños... ─otra lágrima cayo mirando a los dos. La pequeña tenía el cabello azabache y el pequeño lo tenía plateado. ──Mis pequeños... ─abrace a los dos acariciando con mi nariz a el pequeño que esta a mi lado.

──Son hermosos. ─sentí su mano quitar mi cabello de mi frente. ──Como tú, mi diosa.

──Gracias Zeldris. ─lo miré. ──Por estar a mi lado siempre y hacerme experimentar esta hermosa sensación de convertirme en madre.

──Gracias a ti, Amaris. Por hacerme el hombre más feliz del mundo. ─deposito un beso en mi frente.

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𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎; 𝘻𝘦𝘭𝘥𝘳𝘪𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora