4. Secreto con la Luna

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Era extraño, lo había visto antes durante los ritos sagrados, en la catedral, la plaza y en la fiesta de esa noche, conocía su rostro por historias y noticias que llegaban de Corea a China pero antes de ese momento, LuHan nunca se había detenido a apreciar y aceptar (por iniciativa propia y no como una tremenda obviedad) que, en realidad, Oh SeHun era un hombre demasiado guapo.

Resultaba ser que el hombre era mucho más imponente en persona que en cualquier fotografía, con su altura descomunal y el cuerpo proporcionado de un modelo griego, poseía un aura de elegancia muy difícil de pasar por alto y era como si un halo de grandeza le rodeara a cada paso, aunque LuHan no sabía si este actuaba en beneficio o en perjuicio del hombre coreano.

Esa noche, SeHun había elegido vestir un traje de etiqueta muy elegante, de un color azul oscuro que casi parecía negro y contrastaba perfecto con su cabello oscuro, los ojos como noches profundas y la piel pálida como la nieve misma. Para ser un amante del verano (cuando el sol iluminaba todo a su paso y los colores teñían el paisaje alrededor), LuHan pensó que esperaba que la piel del príncipe no fuera helada como la nieve, porque viéndola como lo hacía, le parecía tersa, cálida y...

Negó a sus pensamientos ir por aquella extraña dirección y antes de seguir actuando como un demente, dirigió al príncipe una profunda reverencia.

— Alteza — lo llamó, aunque no recibió alguna respuesta.

En lugar de eso, SeHun se acercó a él hasta estar a sólo un par de pasos de distancia y cuando se plantó frente al muchacho y sus ojos se encontraron directamente con los de LuHan, ambos sintieron una descarga recorrerlos desde el interior, que se extendió por cada parte de su cuerpo y los hizo respingar tan suavemente que casi parecía que no había suedido, igual que les había ocurrido durante la fiesta de luces, cuando encendieron las lámparas de papel en nombre del difunto rey. Del mismo modo que aquella noche, ninguno de los dos parecía capaz de consensar a que se debía tal efecto y sin embargo, lo más sensato parecía ser no mencionarlo y continuar actuando como si tal fenómeno fuese un producto de su imaginación.

— Le ruego me disculpe, príncipe, creo que le he interrumpido cuando se hallaba meditando — dijo SeHun, su voz siendo tan suave y aterciopelada que casi parecía una caricia para LuHan. 

No se parecía en nada al tono de voz con que antes había hablado a su pueblo, ni mucho menos al que había utilizado para dirigirse esa noche a sus invitados. En realidad, parecía como si este hubiera surgido de su garganta igual que un suspiro, como si el futuro rey estuviera deseando no incomodarle con su presencia. Era posible que aquella idea estuviera errada, pero incluso si era así, LuHan pensó que la forma en que su alteza se dirigía a él, resultaba tierna. A pesar de su dulzura, no obstante, hubo una palabra en su frase que lo hizo temblar, aunque el rubio no supo si para bien o para mal.

— No es usted quien debe disculparse, alteza. He venido sin su permiso a uno de sus pabellones, me parece que soy yo el que ha actuado mal en primer lugar. Por favor, disculpe mi intromisión, supongo que es cierto que a veces la curiosidad pone al gato en severos aprietos — respondió LuHan y sonrió. Debía ser la sonrisa más bonita que SeHun hubiera visto nunca así que sin poder evitarlo, perdió el aliento momentáneamente al verlo.

— Los jardines nunca han sido un lugar prohibido para mis invitados — aseguró y agregó con algo de diversión — Y, después de todo, ambos estamos aquí — su acompañante pareció encontrar la diversión en sus palabras y se permitió una pequeña y discreta risita que encantó los oídos de SeHun.

Le urgía conocer su nombre, saber por qué el consejero no lo había mencionado entre la lista de invitados que acudirían a su hogar y cuál podría ser el motivo de su presencia en el sitio si ese era el caso. No era capaz de reconocerlo de alguna de las familias que componían a la Élite así que seguramente, pertenecería a los clanes aliados. Tampoco es posible, se dijo, ya que por lo que sabía el príncipe Ten era un heredero único y Lady Biàn tampoco tenía hermanos. Será del pueblo o quizás, es un príncipe hada que ha escapado de su reino, pensó.

El rey [Hunhan] TERMINADAWhere stories live. Discover now