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Harry sintió como si él también saltara por los aires. ¡Aquello no era real, no podía haber pasado!

-Fuera de aquí, rápido - ordenó Snape.

Agarró a Malfoy por la nuca y lo empujó hacia la puerta; Greyback y los achaparrados hermanos los siguieron, estos últimos resollando enardecidos.

Cuando desaparecieron por la puerta, Harry se dio cuenta de que ya podía moverse; lo que ahora lo tenía paralizado contra el muro no era la magia, sino el horror y la conmoción.

Tiró la capa invisible al suelo en el instante en que el último Mortífago, el de rasgos brutales, trasponía la puerta.

-¡Petrificus totalus!

El Mortífago se dobló como si lo hubieran golpeado con algo sólido en la espalda y se derrumbó, rígido como una figura de cera; pero, incluso antes de que tocara el suelo, Harry le pasó por encima y corrió escaleras abajo en la oscuridad.

El miedo le oprimía el pecho. Tenía que llegar hasta Dumbledore y atrapar a Snape. Sabía que esas dos cosas estaban relacionadas de algún modo: si lograba juntarlos a los dos enmendaría lo sucedido. Dumbledore no podía haber muerto...

Saltó los diez últimos peldaños de la escalera de caracol y se detuvo en seco, varita en ristre. El oscuro pasillo estaba invadido por una nube de polvo, pues se había derrumbado una parte del techo.

Vio que había varias personas peleando, pero cuando intentó distinguir quién luchaba contra quién, oyó a aquella voz odiosa gritar:

-¡Ya está, tenemos que irnos! - y vio desaparecer a Snape por una esquina al final del pasillo; Malfoy y él se habían abierto paso a través de la pelea y habían salido ilesos.

Harry se lanzó hacia ellos, pero alguien se separó de la refriega y se abalanzó sobre él: era Greyback, el hombre lobo.

Se le echó encima antes de que pudiera levantar la varita, y Harry cayó hacia atrás sintiendo el mugriento y apelmazado pelo de Greyback en la cara, el hedor a sangre y sudor impregnándole la nariz y la boca, y aquel ávido y cálido aliento en el cuello...

-¡Petrificus totalus!

Greyback se desplomó sobre Harry, que con un esfuerzo enorme lo apartó y lo tiró al suelo al tiempo que un rayo de luz verde salía disparado hacia él; se agachó para esquivarlo y se zambulló en la pelea.

Pisó algo blando y resbaladizo, se tambaleó y distinguió dos cuerpos tendidos boca abajo en medio de un charco de sangre, pero no se detuvo a investigar porque acababa de ver una llameante cabellera roja agitándose unos metros más allá: era Ginny, que peleaba con el Mortífago chepudo.

Amycus le lanzaba un maleficio tras otro y la muchacha los esquivaba como podía. El Mortífago no paraba de reír, como si estuviera disfrutando enormemente con la pelea:

-jCrucio! jCrucio! ¡No podrás bailar eternamente, linda!

-¡Impedimenta! -bramó Harry.

Su embrujo golpeó a Amycus en el pecho y el hombre soltó un chillido similar al de un cerdo, se elevó del suelo y fue a dar contra la pared opuesta, donde resbaló y cayó detrás de Ron, la profesora McGonagall y Lupin, que peleaban cada uno con un Mortífago.

Un poco más allá, Tonks combatía con un corpulento mago rubio que lanzaba maldiciones a diestra y siniestra, haciendo que los rayos de luz rebotaran en las paredes, resquebrajaran la piedra y destrozaran las ventanas. Miró frenéticamente a su alrededor, pero no había señales de Hermione.

-¿De dónde vienes, Harry? -gritó Ginny.

Pero él no tuvo tiempo de contestarle. Se agachó y empezó a correr esquivando un estallido que le explotó por encima de la cabeza y esparció fragmentos de pared por todas partes. Snape no debía escapar; tenía que atraparlo...

Harry Potter y El Misterio Del Principe (Versión Harmony)[Completado]Where stories live. Discover now