Capítulo 28: Si tan sólo fuera deseo. Maratón 2/4

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Salí del colegio un tanto triste, el exámen había sido un asco.

Lo único que me alegró, fue ver a Aaron en la puerta del colegio. con polera negra, jeans azules, zapatillas del mismo color. Su cabello rubio peinado, gafas piloto negras, piel pálida y cristalina. Cualquiera diría que era un modelo, su físico trabajado en el gimnasio con todo el tiempo que tiene, alto, bastante alto, alguien con quien uno puede sentirse protegida.

Y todas las chicas de mi colegio lo miraban, quizá diciendo que Aaron Zygasil era más guapo en la vida real que en la televisión o revistas.

Me acerqué a él, y besó mi frente. Un contacto suave y húmedo.

No dijimos nada, y nos subimos a su jeep.

- ¿Y tú deportivo?

- Lo dejé en casa-. prendió el motor y avanzamos un par de cuadras-.

- Ah

- ¿Te pasa algo?

- Me fue pésimo en el exámen

- Lo siento tanto, nena.

Colocó sus dedos medio e índice doblados sobre mis pómulos, y los pellizcó suavemente. Sonreí, y él me miró como atontado, mientras seguía concentrado en el camino.

- Te ves muy sexy con el uniforme del colegio.

Callé y reí en mis adentros.

- ¿Puedes deterner el auto, por favor?

Detuvo el auto en un prado vacío y lejano, que quedaba a unos kilómetros de la carretera.

Se quedó mirando hacía delante, mientras yo quitaba mi cinturón, y con mi mano, tomaba su cara.

- ¿Me has extrañado?-. dije mirando sus ojos celestes-.

- Demasiado

Besé sus labios frenéticamente, queriendo introducir mi lengua en su boca lo antes posible. Pero el detuvo la intensidad del beso, y fue algo lento y cariñoso.

- Anda lento. Quiero disfrutar este momento

- ¿Por qué?

-  Si es que esto es prohibido, al menos quiero disfrutarlo al máximo.

Con sus dos manos sosteniendo su rostro, y acariciando las mejillas, me besó con la boca cerrada.  El contacto de sus labios rosados fue elecrizante.

Y olía mi cabello, y me contemplaba mientras mis ojos permanecían cerrados. De vez en cuando tocaba mis piernas, pero luego se detenía, pero le entendía, le costaba tanto controlarse. Y a mi también.

- ¿Quieres ir a un departamento que tenemos cerca de aquí?

- Claro.

Nunca había oído hablar de un departamento. Pero era algo normal, la familia Zygasil tenía mucho dinero, y no era algo extraño que tuviesen propiedades.

Llegamos a unos departamentos altos de color caoba. Nos estacionamos en el subterráneo. Por suerte nadie nos vió.

Subimos a nuestro piso, y Aaron sacó las llaves de su bolsillo. Estaba tiritando. 

Cruzamos la puerta, y tras cerrar la puerta, unimos nuestros labios de manera extraña, porque por primera vez sentí su ansiedad, su necesidad de tenerme. La misma necesidad que a mi me marchitaba el corazón día y noche, mirando el mar desde el balcón, o bebiendo licor o fumando.

No puedo describir el departamento, porque ni siquiera lo ví. Sólo llevé a Aaron al sillón al diván negro, y me senté sobre él, sin despegar mis labios de los suyos.

Me frotaba sobre sus jeans, los labios mojados, yo estaba mojada.

Aaron era mi más profundo pecado. Yo era pequeña, tan sólo diesciséis años, y siempre había sido una niña buena sin dar ningún problema. Pero este pecado, Aaron, era el que arruinaba mi invitación al cielo. Aaron era mi pecado, y yo era el pecado de Aaron, mi tío.

- !Tío, te necesito!

Cuando lo llamé tío, parece haberse excitado más de lo que estaba, y lo noté a través de sus blue-jeans caros.

Entonces quitó mis zapatos, y comenzó a tocar mis senos, más pequeños que sus grandes manos, a través de mi polera de la escuela.

- No sabes como me pone de duro verte en uniforme.

Sonreí pervertidamente, y entonces puse mi mano en su hombro, y me frotaba más y más contra él. Su respiración estaba agitada, y yo ya percibía que no podía aguantar más.

Quitó su polera negra, que dejo ver su pecho y abdomen que tanto amaba, comenzé a tocarlo, y él se excitaba cuando pasaba mis manos por su tórax.

Quitó mi polera blanca, y quedé solo con la falda del colegio. medias grises y sujetador negro con encaje.

Tocó mis senos, y besó mi cuello. Yo estaba a su mérced, sobre él. 

Me agarró de la cintura, y luego quitó con delicadeza mis calzones blancos.

Se abrió el cierre de su pantalón dejando ver parte de su hombría grande y deseable.

Subió delicadamente mi falda, y entró a mí, sin prisa, despacio.

Disfrutaba de cada momento con él, es como si desde que lo conocí, hubiese comenzado a vivir. Y lo peor de esto, era que cuando lo pierda, moriré.

Estaba tan llena, tan completa, Aaron de vez en cuando jadeaba.

Puso su mano en mi espalda baja, y sus labios bajaron a mi cuello, y cerré los ojos y gemí. Sus movimientos ahora eran delicados, llenos de cariño, porque se notaba que él quería que fuese diferente.

Tenía una mano en mi pierna, y la que estaba en mi espalda, se trasladó a un glúteo.

Comenzó a aumentar la velocidad, mientras caíamos lentamente a un pozo de extásis profundo, que era nuestra entrada al infierno.

y mientras me movía eúforicamente sobre él, Aaron se quedó completamente quieto, mirándome directamente a los ojos. Porque era su Lolita, Su Beatriz, era su Julieta.

Nuestras respiraciones eran incesantes, el fuego en nuestros cuerpos y corazones era impresionante e imparable.

Y yo ya no gemía, gritaba. Porque era tan suya, y él era tan mío. Y arremangaba mi falda escolar, y se deleitaba con mis medias.

Una ola de calor intenso recorrió mi cuerpo, y él me tomó de las caderas, y comenzó a aumentar mi ritmo, mientras él también se movía debajo de mí. Ygritó intensamente, y gimió, porque sentía un placer del cual no podía controlar.

Y nos detuvimos. Seguía dentro de mí.

Era una sensación  pura y enfermiza a la vez.

Entonces puso su mano en mi mejilla, sosteniéndo mi cara. Y con sus ojos celestes en los míos verdes, comprendí cuan especial que yo era para él.

No medía un metro ochenta, no era rubia platinada, ni tenía ojos azulados como los de él, tampoco unos senos gigantes, ni un trasero que sobrepasara la talla 38 de pantalón. Pero aún así, él me había escogido a mí.

Y era algo tan enfermizo, que después de tener sexo, me mirase de aquella manera, con una profunda ternura, pena, algo que no comprendía del todo bien.

- Si tan sólo fuera deseo

Y lo miré, y entendí que no podría dejarlo más. Porque él era mi vida, era mi muerte.

Y ahora todo tenía sentido, y el cielo era azul, y Amanda y mis abuelos podrían morirse y convertirse en cenizas, pero mi eterno deseo y amor hacía Aaron era infinito.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora