Capítulo 7: No me iré.

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Sus ojos oscurecieron en la penumbra de un sol que lentamente se marchaba. Estábamos en la entrada de casa, el cigarro lentamente se acababa, Nihal aspiró un poco, preocupada de que no la vieran.

Un silencio se divulgó en aquel espacio, mientras esperábamos que mamá y Amanda terminaran de organizar la llamada <fiesta>

Quería beber vodka, quería fumar más y más, quería alejarme de aquel entorno cauteloso, aunque lleno de deseos escondidos, como el mío. Quería encontrarme solo junto a Nihal, en un lugar alejado...a cientos de kilómetros de distancia de cualquier alma.

Desear tanto a una persona. A veces dolía.

y más dolía no poder tenerla.

Podría ser mi prima, y así las cosas serían un poco diferentes, pero era mi sobrina, con 16 años, con el vestido azul, y cabellos cobrizos.

- ¿Quieres entrar?-. Dije a lo que ella desvío la mirada-.

- No aún... Quiero ver como anochece

- La noche se acerca ya... llegará Elif

- No quiero que anochezca

- ¿Por qué?

- Mis padres murieron en la noche... Créeme, creo haberlo superado, a excepción de mis fugaces llantos... Pero sólo, en las noches me siento tan sola-. con sus manos se apoyó la cabeza-.

- llegará alguien que te haga compañía

- Todos dicen lo mismo... Y nunca llega

- No hay prisa, SOBRINA-. recalqué la palabra, y ella frunció levemente el ceño-. Es mejor que las cosas ocurran lentamente, con gracia, delicadeza... Quisiera dejar estancado el tiempo ¿Sabes?

- ¿Por qué dices eso?

- Estoy por graduarme en la universidad... No quiero establecerme o colgarme en la empresa de mamá y papá... Yo quiero viajar. Recorrer el mundo ¿Quién sabe?

- me encantaría viajar también

- puedes hacerlo... Podemos costearte cualquier viaje que quieras hacer

- de eso se trata... Me siento mal al costearme objetos, o que me compren cosas

- pero ¿Qué esperas? Es una manera de recompensarte... Tú debiste haber nacido aquí. Debiste haber nacido en una cuna de oro, como Ann, como yo.

- no estoy acostumbrada a eso, Frederick

- Intenta acostumbrarte... Te lo mereces

- Por alguna razón no nací aquí... es complicado ¿sabes? pero de alguna forma u otra, es como si volviera a casa...

- Esta es tú casa-. la miré directamente a los ojos-. Yo soy tú familia-. el verde de sus ojos se intensificó, y sus pupilas se agrandaron-.

Le dolía que fuese su tío. Me dolía que fuese su sobrina.

Algo en ella, quizá su mirada difusa, su ceño fruncido, o su pesadez respecto al parentesco familiar que teníamos, la delataba. ¿Quién nos culparía querido lector? El incesto es un pecado, algo prohibido, lo dice la biblia, está mal visto socialmente. El único que podría culparnos sería Dios, con sus dedos castigadores sobre nosotros. Porque a pesar de no haber ejercido carnalidad, ni siquiera un beso... !Un mísero beso! parecíamos amantes con las miradas, con el deseo ardiendo dentro de nuestros ojos, y aquel fuego chispeante que se producía cuando nuestros cuerpos hacían contactos.

(...)

Entonces ella entra al gran salón, lleno de señoras y caballeros de la alta sociedad. Viste su vestido azul.

Todos la celebran, mamá y papá están tan felices. Los ojos de los chicos brillan al verla, las mujeres inspeccionan su vestido, y su rostro.

Es que posee un ángel... cuando entra, todos se admiran con ella. Y a pesar de haberse criado y crecido en un ambiente de clase media, clase normal. Logra hacer reir, logra encantar a millonarios, logra estar a su nivel.

Es sangre Zygasil. Se nota.

Todos comparten, comiendo. 

Los chicos la sacan a bailar, ella parece sentirse libre. Los chicos se admiran, por poco se pelean una pieza de baile con la novedad de los Zygasil. 

Yo, la contemplo sentado. Elif está al lado mío, no quita los ojos de mi sobrina.

- ¿Bailemos, amor?

- Claro...

La música suena. Elif se sostiene de mis brazos, mientras mueve los pies. Giramos y giramos. El mundo parece intacto e infeliz. Tener en los brazos a alguien que no quieres es frustrante.

En un momento, un instante, con toda la gente en el salón, con los pasos erguidos y organizados, la mirada de Nihal con la mía se cruzaron.

Podría jurar que en aquel momento hubiera dejado los brazos morenos de Elif, los hubiera dejado, para lanzarme sobre Nihal, apartando al estúpido chico que bailaba con ella.

No...No... me repetía mientras intentaba controlarme.

Era tan infeliz. El mundo parecía oscurecerse más con cada paso de baile, y con cada mirada más de los ojos oscuros de Elif.

La gente seguía allí, yo seguía bailando. Estaba en un pequeño trance.

Entonces supe con total seguridad, que debería dejar de bailar. Salí de la pista de baile, mientras intentaba poder recobrar la consciencia.

Me retiré hacía afuera de la casa, no había nadie. Por lo menos podría pasar un momento tranquilo.

Quizá todos se preguntarían ¿Por qué me había marchado tan luego?

Siento unos zapatos de tacones sobre el mármol del suelo. Una chica se asoma por la puerta. Su cabello parece más miel que cobrizo.

- ¿ Ha sucedido algo, Aaron?-. pregunta Nihal-.

- No, nada-. suspiro-.

- ¿Seguro?

- Completamente...

- ¿No quieres entrar?

- No... yo sólo quiero que vayas a mi graduación

- ¿Cúando es?-. se sonrojó-.

- Es el próximo Miércoles...me encanta cuando te sonrojas

- No estoy sonrojada-. se burló-.

- Ven aquí-. le dije-.

Ella se acercó un poco insegura.

- ¿Estás contenta?

- Sí...

- Mientes

- Claro que no

- Claro que sí

-Claro que no

- Miráme a los ojos cuando te hablo, Nihal

Ella me exasperó con los ojos verdes. Vi rastros de deseos ardientes a través de ellos. Ella me deseaba. Lo sabía.

- No te vayas jamás, Aaron

- No me iré a ninguna parte...

- Lo prometes?

- Lo prometo.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora