Nada más llegar veo a lo lejos una silueta que viene corriendo hacia mí, no me da tiempo a reaccionar y caigo al suelo con la otra persona.

—¡Ivette has vuelto! —esa voz chillona es de Claudia sin duda, aunque me extraña el gesto, ya que no suele ser cariñosa.

—Solo me he ido unas cinco horas —añado riéndome mientras intento levantarme —Ya sé que me quieres mucho pero no creo que te haya dado tiempo a echarme de menos. Levanto la vista y veo a Lucía y Estela observándonos

—Ya nos lo estás contando todo —dice Estela y acto seguido aparece Paula por detrás con una sartén humeante

—¡Chicas la comida ya está lista! —me mira y parece sorprendida —Hombre Ivette, no sabía que habías vuelto.

Se acerca y me abraza, las otras tres se unen y formamos un abrazo colectivo. Varios segundos después sale corriendo hacia la cocina gritando que se le quema la salsa.

Una vez hemos terminado todas de comer recogemos todo y decidimos bajar a la playa para poder hablar con tranquilidad.

Cogemos cada un par de toallas y una vez más recorremos el caminito de piedras que conduce a la cala. Nada más llegar nos acomodamos en un círculo y todas las miradas se posan en mí.

—Creo que ya va siendo hora de explicaros lo que pasa... —digo y noto como todas asienten —Lo primero de todo es que María me pidió que os contara su situación para que pudierais entenderla, y que nada de esto lo ha hecho a mala fe...

—Ya la conocemos... Hablo en nombre de todas cuando digo que no la íbamos a juzgar. —dice Paula y Lucía añade

—Claro que no, somos amigas —me sonríe y veo como todas están esperando a que hable.

Comienzo a narrar rápidamente mi mañana, que he salido a caminar, el baño en el mar y que he decidido ir los baños comunitarios. Al explicarles el llanto que escuché en la ducha puedo apreciar las caras de tristeza de todas sabiendo que me refiero a María. Cuento la historia de su abuela y lo mal que le había sentado a nuestra amiga. Ella solo quería pasar más tiempo con su familia y me pidió que la acompañara al aeropuerto, y allí me despedí de ella.

—Y por eso María se ha tenido que ir... —Al finalizar la historia Lucía y Claudia tienen los ojos llenos de lágrimas y a las otras dos poco les queda.

—Ahora mismo me siento muy mal por María —dice Claudia mientras se limpia las lágrimas —ojalá le pudiera dar un abrazo —un abrazo lo veo un poco imposible ahora mismo pero se me ocurre otra cosa...

—¿Y si la llamamos? —digo —El viaje hasta España en avión dura cerca de dos horas, o sea que en estos momentos ya debería de haber aterrizado.

—¡Es una idea genial! —añade Estela a la vez que saca su móvil.

Nos ponemos todas en posición para poder salir en la videollamada y Paula le da al botón.

En pocos segundos tenemos en pantalla a nuestra pelirroja favorita, ella parece alegrarse de vernos. Le explicamos que estamos de acuerdo con ella y que la echaremos mucho de menos, ella nos dice que sigue en el aeropuerto esperando a que su padre la recoja. Seguimos hablando hasta que ve aparecer su coche a lo lejos, nos despedimos de ella y le recordamos lo mucho que la queremos.

Al colgar nos quedamos todas en silencio y se oye el ruido de las olas rompiendo en las piedras. Sin pensarlo me comienzo a quitar la camiseta y los pantalones y las demás me miran extrañadas.

—¿Qué miráis? —digo con una sonrisa —Hace bastante calor y el agua tiene muy buena pinta... —parece que solo con esas palabras las he convencido, ya que se empiezan a desvestir ellas también.

Well... why not?Where stories live. Discover now