Capitulo 65-Aqui vamos.

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Federico permaneció en silencio mientras la observaba atentamente, lo único que deseaba con toda su alma era poder besarla, estrecharla entre sus brazos poder sentir el calor de su piel quemandolo, era difícil. No obstante no estaba dispuesto a caer una vez más ante ella, debía cerrar el ciclo que se repetía una y otra vez, donde era él quien siempre terminaba rendido a sus pies, no estaba dispuesto a ceder, ya no sería el mismo. La amaba, cargaría con ese amor hasta el último de sus respiros, pero ni siquiera el amor ya no le era suficiente.

—Cristina, tú hiciste que esto pasara, seguramente deseaste un millón de veces que yo me desapareciera de tu vida.—Ella bajaba la mirada apenada, porque alguna vez muy en el fondo si lo había deseado, eran otras circunstancias.—y no digas que no es así porque es verdad, no pienso creerte Cristina, no voy a seguir con esto, por más doloroso que sea creo que lo mejor es que cada uno tome su propio camino...te daré la libertad que siempre quisiste.—Aspiro con fuerza porque todo aquello se le hacía cada vez más difícil. Debía afrontar la realidad,  y quizás sí ella ya no estaba conseguiría un poco de paz, en otro tiempo estuviese muriendo, para ya ni eso le importaba.

—Yo no la quiero.—Se atrevió y lo tomo de las manos, asegurándole de que no le haría cambiar de parecer, él miró por algunos segundos la union de las mismas.—yo no quiero ningún camino donde no estés tú, me niego no lo acepto.—Se negó seriamente, los dos se miraban a los ojos, batallando por quién sería más fuerte.

—¿Porque ahora? Para que seguir Cristina, esto no es un juego ya no somos unos niños.

—No lo somos, y no estoy jugando, nunca había estado más segura en mi vida, no pienso permitir que quieras hechar todo por un precipicio, no después de todo lo que hemos tenido que pasar. ¿Dime algo? ¿Ya no me amas?—Le cuestionó sin dudar, no quería sacar conclusiones, sabía que el amor era lo que más abundaba entre los dos.

—No es eso.—Se alejaba de ella, sabía que terminaría por acabar con ese muro que estaba interponiendo entre ellos y no quería.

—Entonces dímelo.—Exigió entonces cruzándose de brazos.

Federico se sonrió sin nada de gracia ante la petición de Cristina. Hasta toda seriecita le parecía la mujer más hermosa del mundo, quiso detener el tiempo y congelarla para siempre, se volvía a enamorar de esa mujer.

—No viene al caso.—Evadió con suavidad.

—Dimelo.—Insistió fulminandolo con la mirada, no desistiría hasta escucharselo decir.

—No.—Nego con dureza.

—Que me lo digas.—Elevaba la barbilla desafiante.

—Cristina.—Le advirtió comenzando a perder la paciencia, esa mujer lo iba a sacar de todos sus cavales.

—Dimelo me amas o no.

—No pienso decirte nada.

—¡Que lo digas!.—Exclamo irritada.

Federico apretó las manos en puños, era todo.

—¡Maldita sea Cristina! ¿Que no te ha quedado claro? Te amo, te amo y me voy a morir haciéndolo.—Exploto completamente cansado.

Cristina le sonrió de forma triunfadora, haciendolo enfadar con su actitud, por que por más tratara de controlar todas sus emociones, simplemente no podía con ella no.

—Viste que no fue tan difícil, nadie logrará hacerte sentir lo que yo.—Lo vio tensarse por lo que decidió dar unos cuantos pasos hasta él.—y no quiero que nadie lo haga, yo te amo Federico y no voy a dejarte ir.

—Eres insoportable.—Soltó al darse cuenta de que estaban muy cerca, podía sentir sus respiración acariciarlo, esa mujer lo hechizaba.

Cristina le sonrió de la forma más hermosa que había visto, lo tomo de la solapas de la camisa con firmeza y lo acerco aún más a ella, tanto que sus cuerpos ya se sentían, se acariciaban anelando ir más allá de la ropa, se miraron sintiéndo la necesidad de poder tocarse, Federico no pudo soportarlo más y se entregó a sus labios, la beso con la misma intensidad en que su corazón latía, con firmeza, añoranza, ella lograba en él lo que muchas no habían podido, lograba perderse en ella y olvidarse del tiempo, Cristina se aferró aún más, sintiéndo su sabor, se besaban después de tantos días de extrañarse, casi que salvaje era el reencuentro de un par de corazones que latían desbocados, que después de tanto tiempo volvían a unirse. Ella se sintió desfallecer, la hacía suspirar queriendo aún más, lentamente comenzaron a caminar hasta chocar con el escritorio, Federico la subió en la mesa mientras las caricias comenzaron a subir de temperatura, la deseaba.

¿Porque Debo Quedarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora