Ben y yo la miramos desconcertados y el pequeño ríe divertido.

-Yo también quiero una moto, mami.

-Ben, tú primero tienes que aprenderte los días de la semana, ¿qué día es hoy, hijo?

-¡Sábado! ¡Bien sábado! ¡Mañana no hay cole!-Exclama con la cuchara en el aire, haciendo que los granos de arroz caigan sobre el mantel

Oliver ríe y me mira descarado.

-Entonces, si usted me da permiso, llevaré a Lizz a dar una vuelta, no tardaremos, lo prometo.

Se levanta y hace un movimiento con la cabeza, bastante sexy, para que yo también me ponga en pie.

-No he terminado de cenar...-Explico jugando con los pocos restos de arroz.

-Vamos, Lizzy, ve a divertirte-Ríe mi madre, animándome.

-Mañana hay clase y...

Oliver agarra mi muñeca y tira de ella hasta empujarme al porche.

No hace frío, ya que el verano se acerca, pero calor tampoco hace.

Oliver parece que me lee la mente e inmediatamente posa su chaqueta de cuero sobre mis hombros.

-No tienes más escusas para no venirte conmigo, nena.

-Oye, no me llames nena, capullo-Digo bajando los escalones hasta llegar a la calle-. ¿Tienes un casco para mí?

-Una de dos. O te mueres tú o muero yo-Dice dando un salto hasta quedar frente a mí, con la moto entre medias.

Saca un gran casco negro de una de las alforjas, irónicamente también negras, y lo tiende.

-Tengo un futuro más prometedor que el tuyo-Pongo mis manos sobre el casco y lo acerco a mí.

-Si tú lo dices...-Suelta el casco.

Me lo coloco en la cabeza y bufo. Yo no quiero montarme.

Me subo a la gran moto y Oliver delante. Me obliga a agarrarme a su torso y así hago. Subo los pies y él hace un ruido con el motor e inconscientemente, grito.

-Nena, no tengas miedo-Se burla de mí.

-Que no me llames...-Antes de que pueda terminar, la moto empieza a rodar por la carretera muy deprisa.

Rodeo toda su cintura con mis brazos hasta juntar mis manos en su tripa. Quedo totalmente pegada a él, pero no me importa. Sólo quiero sobrevivir.

-¿Vas bien?-Pregunta metiéndose por un camino de tierra donde no hay nadie.

-¡No!-Exclamo para que me escuche.

Cada vez todo está más oscuro. El viento azota mis muslos desnudos gracias a mis pantalones cortos.

Oliver va frenando y veo otras dos motos en medio de un descampado.

Mi estómago da un vuelco. El miedo empieza a correr por mis venas, temiendo qué pasará en el descampado. Algo bueno no. Seguro. Oliver es un psicópata que se ha camelado a mí madre y padre y ahora me va a violar. Encima dos hombres más. Que alguien me saque de aquí.

Chocolate con sal y viceversa | REFORMANDO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora