3.

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-Felicidades- La bella castaña deslizó sobre su escritorio la captura en blanco y negro de una ecografía, era nítida pero incomprensible para ojos que no tengan entrenamiento médico.

Los dos hombres se inclinaron hacia el frente mirando el papel sobre la mesa con la confusión escrita en sus rostros, observaron unos momentos y después volvieron a levantar la vista hacia la castaña que estaba del otro lado del escritorio. Hotch sabe que es una chica alfa, progresiva sin embargo, usa supresores de aroma pero tiene esa mirada que caracteriza a un alfa, su mente lo traicionó un instante cuando la vio, preguntándose cómo es que Spencer había conocido a una chica que es prácticamente una versión suya en un sexo y subgénero opuestos, pero no le dio demasiada importancia a la voz posesiva de su cerebro alfa, está pensando de más, como pasa muy seguido con Reid últimamente.

Las náuseas matutinas no se habían ido, por el contrario se habían vuelto más incontrolables. Cuando Hotch tuvo que sacar a rastras al doctor del baño en el buró, decidió que ignoraría la petición de Spencer de no ir con un doctor por esto, y eso los había traído hasta aquí, esta hermosa mañana soleada en Seattle.

Maeve suspiró, se acomodó los lentes y se aclaró la garganta, la pareja se notaba poco entusiasmada por la noticia -Felicidades- repitió en un tono calmado -Parece que serán padres...

-¿Parece?- Reid estaba pálido.

-Pero está llevando un control de natalidad...

-Uno que yo misma le prescribí

Maeve Donovan mantenía un tono tranquilo, pero seguro sin embargo.

-Las probabilidades de que falle un método anticonceptivo hormonal es de un cuatro a seis por ciento, y usualmente cuando sucede se debe a factores externos- Reid estaba empezando a hablar por nerviosismo -Por ejemplo descuidos... Y no ha habido descuidos por parte mía ni de mi pareja, simplemente no puede ser acertada su conclusión.

-Spencer...- Aaron estaba liberando su aroma más tranquilizante y no parecía funcionar, Spencer estaba en pánico.

-Cuatro a seis... Significa que tengo la maldita suerte de ser una de esas cinco personas de cien a las que no les funciona su método anticonceptivo.

La doctora apretó los labios y se inclinó sobre la mesa sin hacer movimientos bruscos, con un marcador tapado en la mano, señalando con el borde sin pintar el papel, en la ecografía —Doctor Reid aquí podemos ver claramente— señaló un borde redondeado —Esto es el endometrio uterino— explicó con toda la paciencia que tiene para ser amiga de un genio —Y aquí está...

Fue Reid el que terminó haciendo un movimiento lo bastante súbito para que le tomara al líder de unidad su control no saltar por el sonido de la silla corriendo sobre el piso, mantuvo su expresión neutra mientras el castaño se levantaba.

—Spencer...

El muchacho no contestó, caminó rápidamente hacia la puerta con una mano sobre la boca pero le hizo una señal para que se quedara ahí, Aaron pensó que quizás iría al baño y se debatió si el menor pudiera necesitar su ayuda, éstos días había tenido que estarlo cuidando casi todo el tiempo, se distrajo en medio de una redada con SWAT por que Spencer estornudó... Acabaría con sus nervios si el trabajo no lo hace primero. Suspiró.

—Lo siento, doctora, no ha tenido una buena semana...

La joven sonrió, y el azabache pensó que esa expresión neutra ayudaba a su edad contra la falta de maquillaje y su forma de vestir, que le restaban al menos unos cinco años de lo que en verdad tenía, sabía que estaba tratando con otro prodigio desde el principio pues Reid le había hablado hace meses sobre su médico de cabecera pero no dijo mucho, solamente que terminó la escuela de medicina a los 17 y que tenía dos especialidades en medicina, como obstetricia y genética, que se especializa en atender a omegas y que su consultorio estaba no muy lejos del lugar donde Reid aún renta el departamento.

La manada de papá loboWhere stories live. Discover now