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Después de aquel inusual encuentro en la playa, decidí ceder a mis instintos, quería ser solamente tuya pues te habías ganado mi confianza y cariño con tus acciones, aún cuando te ponías en peligro, me molestaba pues no creía que tus razones fueran suficientes para que te arriesgarás por mi, pero finalmente comprendí.
Ahí me encontraba yo, de nuevo en la madrugada en la misma playa en la que te vi por primera vez, a ti Poseídon. Había tomado una difícil decisión, dejaría todo por estar a tu lado, mi pobre abuelo sabía que ya no me volvería a ver, había derramado lágrimas a montones pero en cierta parte me entendía, sabía como era tu mundo, si yo era feliz a tu lado el estaría feliz por nosotros. El me había hecho una promesa, le contaría todo a mi abuela Jia con suma delicadeza, trataría de hacerla entrar en razón por más doloroso que fuera esto.
Mis pies comenzaron a caminar solos, sintiendo como el agua me enfriaba, varios escalofríos recorrieron mi espalda y mi respiración se volvió agitada. No iba a mentir, estaba más que asustada, pero no podía echarme para atrás, había tomado una decisión y estaba comprometida a cumplirla.
Rápidamente mi oxigeno fue bloqueado al haberme sumergido en las profundidades del océano, mis ojos picaban por el agua salina y mis oídos pitaban confundiéndome a más no poder, comenzaba a perder la conciencia, estaba segura que no me faltaba mucho tiempo para llegar a mi fin. Al fin lo conseguiría.
