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"EL VERDADERO AMOR NO SE CREA,
SE ENCUENTRA."
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Un arranque de irá fue suficiente, los cristales se encontraban esparcidos por el suelo y las luces de su habitación se encontraban parpadeando a más no poder. Desde ese momento Kim Mingyu había descubierto un poder único en el, no sabía como había invadido su cuerpo esa extraña sensación de magia, pero debía admitirlo, hasta cierto punto esto le empezaba a gustar.
Sus ojos veía expectantes las margaritas del jardín, estas florecían dejando a la vista su vivo color, todo gracias al poder de Mingyu. Les dio un último vistazo y con una gran sonrisa se encaminó hasta su habitación en dónde tomó su pequeño diario de hechizos, el joven mago había descubierto uno, algo que lo emocionaba demasiado pero también le entristecía, no tenía a nadie para compartir esa experiencia, solo el sabía ese secreto.
"A veces quisiera que fueras humano querido Wingard, eres el único que me entiende."
El pequeño gato blanco lo miró, sentía la tristeza de su humano, pero que era mejor que unos cuantos ronroneos para alegrar su día. Wingard lo logró sacó unas cuantas sonrisas a Mingyu, pero muy poco duraderas.
—Si mi familia se llegará a enterar de esto... Será mi fin.— Suspiré mientras cerraba los ojos, no, simplemente no quería pensar eso, tenía suficiente con este gran cambio en mi vida.
