{𝟏𝟓}

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A primera hora de la mañana, Jimin se plantó frente a la casa de Hoseok. El pelirrojo le abrió la puerta con el pijama puesto y con un bostezo como saludo.

—¿Sabes qué maldita hora es? ¿Desde cuándo madrugas? —Hoseok se hizo a un lado para dejarlo pasar.

—¿Desde cuándo duermes tanto? —contraatacó Jimin un poco a la defensiva—. Sólo quería decirte algo.

—¿Y tiene que ser ahora? ¿No podías enviar un mensaje? —Hoseok se dirigió a la cocina para hacerse un café.

—Necesitaba estirar las piernas —respondió sin borrar su tono defensivo mientras se sentaba sobre la encimera—. No voy a ir al concierto.

Sujetando una taza, Hoseok vertió el café recién hecho y le dio un sorbo frunciendo el ceño. Miró a su amigo con una expresión neutra.

—¿Debido a...?

—Esta noche iré con Chaeyoung a casa de sus padres. Es su cumpleaños y le prometí que los acompañaría.

Hoseok asintió con la cabeza lentamente, sin mostrar emoción alguna, mientras daba leves sorbos al café.

—Bien. ¿Eso es todo lo que querías decirme? —dijo entre dientes, mirándolo fijamente a los ojos.

Jimin se removió sobre la encimera, siendo repentinamente muy consciente de lo cruel que podían llegar a ser los ojos de su amigo.

—¿Qué más quieres que te diga? —dijo recuperando su postura defensiva.

—No sé, ¿qué quieres que yo escuche? —Hoseok pronto estuvo apoyado contra la pared, sus dedos presionando duramente la taza, sus ojos lanzando chispas de ira—. Jimin, ¿hasta cuándo pensabas decírmelo?

Pasando saliva a través del consistente nudo que se formó en su garganta, Jimin sonrió nerviosamente como solía hacer cuando sentía que la conversación trazaba caminos equívocos.

—¿Decirte qué?

Hoseok soltó un suspiro para calmarse y le dio la espalda, dejando la taza en el fregadero. Y con infinita paciencia, lo enjuagó con la esponja, abrió el grifo y volvió a dejar la taza limpia sobre un estante.

Cuando regresó a la posición inicial, su mirada dejó de ser intimidante. En su lugar, había un rayo de decepción y tristeza que rozaba una dolorosa amargura.

—Si tenías problemas de dinero, podría haberte ayudado. Le habría pedido a Minjae que te diese un puesto de camarero, habría buscado en el periódico y habría llamado a quien hiciera falta para que te contratase alguien. —Hoseok se frotó el puente de la nariz intentando controlar su respiración—. Diez años, Jimin... Han pasado diez jodidos años y aún no confías en nadie. Ni siquiera en mí.

No recibió nada como respuesta más que un encogimiento de hombros asustadizo.

—¿Por qué? —continuó diciendo, su voz temblando de ira y frustración—. Soy tu mejor amigo, somos como hermanos... Entonces, ¿por qué no confías en mí? ¿De verdad preferías vender tu cuerpo antes que hablar conmigo?

Jimin colocó los pies en el suelo bajando de la encimara, creyendo que podría acercarse a Hoseok para abrazarlo y darle una explicación, pero él lo apartó, casi repudiando el contacto de su cuerpo.

—¡Mierda, Jimin! ¡¿Por qué eres tan complicado?! —gritó, dando vueltas por la cocina.

—¿Quién te lo ha dicho? —le preguntó en voz baja.

—¡¿Eso es todo lo que te importa?! —Hoseok amplió sus fosas nasales antes de lanzarle el móvil sobre la encimera—. Te lo dejaste el otro día. Alguien te llamó solicitando compañía.

#𝟎𝟏: 𝐓𝐞𝐚𝐜𝐡 𝐦𝐞 ➳ ᴠᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora