Capítulo 6

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El interior del establo estaba tenuemente iluminado, y olía a heno, a cuero y animales. No era un olor desagradable, aún que era la primera vez que Louis lo experimentaba. Harry lo condujo por aquel enorme edificio, mostrándole las casillas de los caballos, los cajones llenos de granos y los pesebres. Louis se quedó sorprendido ante su conocimiento de todos los utencillos que contenía el establo.

Tras recorrerla planta inferior, Harry tiró de una escalera deslizante y subieron al pajar, donde había apilado fardos de heno del suelo al techo.

—Una vez me llevé una buena golpiza por haberme escondido en el pajar para fumar un cigarrillo— dijo Harry mientras se sentaba en uno de los fardos—Tenía ocho años, y mí padre me echó una buena regañina por que podría haber incendiado el establo—Louis se sentó en el fardo continuo.

—No sabía que habías crecido en un rancho—le costaba imaginarlo en un lugar que no fuera la ciudad—En todo lo que he leído sobre ti no mencionan que te críaste en un rancho.

—Hay algunas cosas sobre mi vida que no son de dominio público—contestó Harry en un tono neutro—Desafortunadamente a mi padre no se le daba muy bien el trabajo en el rancho, el banco se quedó con la casa y las tierras —Harry expresó con tristeza en su voz, Louis tuvo que controlarse para no inclinarse hacia el y consolarlo con una caricia. Harry se encogió de hombros como si la pérdida no le hubiese importado, aún que Louis sabía que no era así—Probablemente fue lo mejor que pudo pasarle a mi padre. Nos fuimos a vivir a Londres y se puso a trabajar en la tintorería. Al parecer, cayó en el lugar adecuado en el momento indicado, por que dos años después tenía cinco tintorerías y más dinero del que podía gastar.

A pesar de sus palabras, Louis percibió un dolor oscuro en su interior, dolor por un hogar perdido, por un traslado forzoso. Por primera vez tuvo la sensación de que había mucho más tras el tenaz hombre de negocios que había visto hasta entonces en su jefe. Había en él un sorprendente punto vulnerable que resultaba a la vez evocador e inquietante.

Apartó aquella sensación hacia un lado, no quería pensar en Harry más que como en su jefe, un hombre que le estaba pagando explendidamente por hacerse pasar por su esposo. Después de un rato de caminar por el establo se dispusieron en volver a la casa de los Robinsón.

Harry no sabía por qué le había hablado a Louis del rancho. Era algo que no le había dicho nunca a nadie. Se trataba de un episodio doloroso en su vida que lo había impulsado a intentar alcanzar el éxito profesional para poder conseguir la clase de invulnerabilidad que se lograba con el dinero y el poder.

Harry observó a Louis mientras caminaban, como si fuera a encontrar en él castaño, el motivo de su antipática revelación. Tal vez se había debido a que no se parecía nada a las mujeres con las que solía salir. Sencillo y vivaz, carencia del revestimiento de sofisticación de las mujeres que solían atraerlo. Sin embargo, había algo en él que lo había hecho abrirse.

Tenía una calidez natural que invitaba a las confecciones. Resultaba extraño, por que el rizado no era nada dado con las confidencias. Sin duda, no volvería a suceder.

—En el trayecto hasta aquí hemos hablado de nuestro matrimonio y la boda, pero no hemos hablado sobre nuestras aficiones—miró a Louis con curiosidad—¿Que sueles hacer en tu tiempo libre?

—¿Tiempo libre? —Louis lo miró como si hablara en otro idioma. El sonrió arrepentido.

—Recuerdame cuando volvamos, que no te tenga tantas horas trabajando. Llevo demasiado tiempo haciéndote trabajar de sol a sol.

—No me importa—dijo Louis sinceramente—Me gusta trabajar para ti... cuando haciéndolo aprendo algo sobre el negocio de la publicidad —se detuvieron al salir del establo—Es cuando me ocupo de tus asuntos personales cuando tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo—se ruborizo ligeramente—Preferiría aprender lo que sabes sobre publicidad que tener que ocuparme de enviar rosas a la última de tus amantes—el color de sus mejillas se intensificó.

—Las mujeres a las que les envió rosas no siempre son amantes Louis—protestó Harry—A veces son asociadas profesionales, o amigas, o simplemente mujeres con las que salgo sin necesidad de acostarme con ellas.

—Claro—replicó Louis en un tono irónico. De repente, Harry sintió la imperiosa necesidad de que lo creyera.

—Tengo la impresión de que consideras que tengo la moral de un gato callejero, y eso no es cierto —Louis tenía el rostro más expresivo que había visto en su vida.

Primero mostró incredulidad, y a continuación, inseguridad y timidez, y mientras Harry contemplaba el desfile de aquellos sentimientos se fijo en que tenía los ojos azules. No un azul ordinario, sino un turquesa que irradiaba una calidez que lo baño como los rayos del sol.

Una especie de campanilla desafinada sonó a lo lejos, rompiendo la magia del momento. Miró hacia la casa y vio a Brody en el proche, haciendo sonar un gran triangulo metálico.

—Parece que ha llegado la hora de comer—Harry razco la parte trasera de su cuello—Y de volver a ponernos las mascaras de casados.

Mientras caminaban hacia la casa, Harry apartó a un lado aquella momentánea necesidad de convencer a Louis de su sólida fibra moral. No le importaba lo que pensara el castaño sobre él. Era eficiente en su trabajo y había aceptado hacerse pasar por su esposo durante una semana.

Eso era todo lo que le importaba.

Esposo perfecto ➳ larry stylinson TERMINADAWhere stories live. Discover now