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Tres días después, se podía considerar casi completamente curado de su gripe.

Físicamente, estaba en buen estado. Había despertado sintiéndose energético y los nervios lo habían atacado a penas abrió los ojos.

Decir que se sentía mejor era solo una mentira más en su vida.

No entendía como a pesar de lo que Kakashi le había hecho, seguía extrañándole como nunca.

Habían terminado, y esta vez era en serio. No como aquella vez dos años atrás, cuando Kakashi le "terminó" por acabarse su último pedazo de pastel de cumpleaños - en su defensa, la porción había estado abandonada por días. -

Esta vez, no podía simplemente pensar "nos arreglaremos después", se sentía enfermo de solo imaginarlo. No podía borrar lo que hizo y tampoco quería escuchar sus excusas baratas o sus disculpas vacías.

Lo extrañaba, pero sabía que volver a su lado era demasiado, incluso para alguien como él.

Aún con ese pensamiento en mente, no podía evitar el dolor que inundada su corazón cada que recordaba como Kakashi había protegido a Tenzō aquella noche.

Soltó un suspiro, apretando los ojos para evitar permitir que su mente lo siguiera atormentando de ese modo.

Era el segundo en llegar a la academia.

En todo el edificio, solo le hacía compañía Genma, quien no le había quitado el ojo de encima desde que llegó.

Lo comprendía. La noticia de su ruptura se extendió a casi toda la aldea como agua cayendo de un balde que solía estar lleno. Sus amigos ya lo sabían, los amigos de Kakashi también. Incluso el tercer Hokage estaba enterado de su situación, haciendo más difícil lidiar con sus emociones y con los hechos en si.

Todo el mundo le quería preguntar acerca de lo qué pasó, pero nadie se atrevía. Y era lo mejor, no sabría que responder.

No quería herir a Kakashi. O exponerlo. Sabia que si decía la verdad a alguien que no supiera guardar un secreto, no faltarían los malos comentarios en su contra y maldita sea, pero Obito no podía lastimarlo. No haría nada que pudiera ponerlo en peligro.

No era plenamente consciente de la extensión del rumor, según le había comentado Deidara el segundo día que lo cuido, solamente se sabía que habían terminado, pero no se sabía exactamente el por qué. Y lo prefería así, que el nombre de Kakashi quedara limpio, impune.

Quizás era idiota, pero dejar un amor tan grande no era fácil. Y él lo estaba experimentando en carne propia. El amor en su corazón no iba a desaparecer en tres días.

Jamás podría lastimarlo, incluso aún después de lo que había hecho.


— Obito. — escuchó a sus espaldas, y giró de la ventana para encontrarse con el castaño teniéndole una taza. — Es café.

— Oh, gracias. — murmuró aceptando el recipiente de porcelana, calentando sus manos con la calidez que irradiaba el material.


Volvió a suspirar. Quizás amaba demasiado a Kakashi y jamás querría hacerle daño, pero no había modo de perdonarle. No podía aceptarlo.

Se sentía como si estuviera dividido en dos partes.

Una parte de él pedía a gritos regresar a su lado e implorarle perdón, incluso cuando no era su culpa. Esa parte era débil, y aceptaba cualquier cosa que Kakashi le ofreciera, incluso el dolor, incluso la deshonra. Esa parte estaba segura que nadie jamás podría ser mejor que él como su novio, nadie nunca podría borrarlo, nadie podría ser como él. Esa parte estaba segura de que las cosas podían volver a ser como antes.

Tiempo 🌿 ObikakaWhere stories live. Discover now