Todo estará bien | Glam x Ches [Metal Family] ✔

Único capítulo.

En una fría y desolada noche, un joven adolescente rubio recorría las calles empapadas por la lluvia, aparentemente interminables. Despreocupado del suelo húmedo, pateaba distraído escombros dispersos, haciendo un débil intento por evitar resbalarse. El chico, conocido como Sebastian, o mejor dicho, Glam, no podía permitirse reflexionar sobre asuntos tan triviales, no después de lo que acababa de suceder.

La realidad se sentía surrealista, una pesadilla hecha tangible, y sin embargo, ¿era en efecto así? A pesar del tumulto que se había desplegado, el corazón de Glam, aunque magullado y fracturado, encontró una compostura inesperada. La gravedad de las decisiones tomadas definiría para siempre su vida, marcando un claro antes y después.

La perspectiva de no regresar jamás era abrumadora, y aun si se atreviera, la probabilidad de aceptación parecía sombría. No obstante, Glam experimentó una repentina indiferencia hacia este resultado inevitable.

Desde que tenía memoria, los lazos familiares de Glam nunca fueron suficientes. Sus logros eran perpetuamente opacados por los de su hermana, y el esfuerzo por superarlos pasaba desapercibido. Su relación con su madre, aunque peculiar, reflejaba una corriente subyacente de tristeza y dolor no expresados. Mientras ella lo regañaba y culpaba, como lo haría su padre, sus ojos traicionaban una tristeza reprimida. Al presenciar el maltrato hacia su hijo, a menudo intentaba razonar con su esposo en vano, solo exacerbando el abuso.

Y en cuanto a su padre...

Partiría de este mundo como nada más que un alma miserable, moriría siendo escoria. No se podía extraer ni rastro de afecto de ese hombre, suponiendo que aún pudiera ser etiquetado como tal.

Glam hizo una mueca cuando un pinchazo recorrió una de sus muñecas, instándolo a lanzar una mirada cautelosa. Marcas blancas y rojizas brillaban, humedecidas por las gotas que caían sobre las heridas. De repente, detuvo su paso y su cuerpo empezó a temblar.

Gotas caían de su rostro, distintas de la lluvia, contando la historia de las cicatrices dolorosas que estarían grabadas para siempre en él, un recordatorio constante de la vergüenza que encarnaba para los demás. Pese a que había cortado lazos con su familia, la influencia de Gustav persistía, una marca indeleble de su padre que perduraría, intocada, dejando a Glam impotente para cambiarla.

—Necesito descansar —murmuró para sí mismo.

Presionó un poco más, con la esperanza de que continuar lo llevara a un lugar donde pudiera recostarse un rato. Para el fortunio de Glam, el trueno había disminuido, y la tormenta se había calmado un poco, aunque la lluvia persistía.

Después de unos minutos, vio un callejón de aspecto decente a lo lejos. Se le cruzó la idea de refugiarse allí durante la noche, un respiro temporal hasta que pudiera averiguar dónde quedarse la próxima mañana. De todas maneras, esa preocupación pertenecía al Glam futuro. No era lo suficientemente insensato como para pasear por el callejón con despreocupación, consciente en su totalidad de la inminente posibilidad de que alguien pudiera estar presente, listo para hacerle daño, o algo mucho peor.