"¿Porque continuas viéndome de esa manera?"
En dónde número ocho es tan ingenua, que no se da cuenta del desprecio de su familia
O
En dónde la inocencia de número ocho, logra despertar algo nuevo en número cinco
"¿Porque debería detenerme?"
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El frío de la habitación, era tal que las manos de Cinco habían tomado un color lleno de tonos morados y grises. Curiosamente, el cuerpo de Ocho parecía recibir bien el clima, pues aún estando sobre una cama, observando el techo por horas sin alguna pieza de tela que le brinde calor, mantenía su cuerpo tibio. Era raro, después de todo estaban sorprendentemente en -4°c
Habían transcurrido tres días desde lo ocurrido, y ahora todos los hermanos dormían en la sala para resguardar al numero con mas cantidad. Cinco realmente trato de hablar con su compañera, pero ella parecía estar en blanco, sus respuestas eran tan simplonas y vacías, que la desesperación por encontrar soluciones ante la situación, no le permitía al muchacho el conciliar el sueño en las noches. La situación de Ocho no era mejor, se arropa con terror cada vez que las luces de la habitación se apagan y los seres del hogar iban a descansar. Comenzaba a detestar la oscuridad, y lo que esta podía causar en ella, pero detestaba mucho mas a Reginald
No tenía un motivo en específico para odiarlo, si no múltiples acciones y palabras que el ha brindado no solo a sus hermanos, sino también a su propia persona. Reginald era un desequilibrado mental sin empatía, y la muchacha estaba totalmente consciente de que en su situación, mucho no podía hacer
Ese día, ninguno de los dos se había brindado alguna palabra, pues ninguno sabia que decir. La joven recordaba con vergüenza cuando comenzó a llorar en el pecho de Cinco sin alguna razón aparente, pues parte de sus recuerdos se habían perdido en ese momento, y lo único claro que recuerda, son las caricias de su hermano en la espalda, y los vidrios de las ventanas esparcidos por el suelo
Ambos estaban frustrados
El resto de individuos en la habitación, se conformaban por sus hermanos, los cuales, sin alguna razón aparente, decidieron hacer compañía a los dos jóvenes. Era extraño, pues el odio y el rechazo que le tenían a la Octava, parecía no ser tan grande como para dejarla sola en una situación tan complicada como la que se estaba dando
El muchacho, ignorando la silenciosa presencia del resto de jóvenes en la habitación, aclaro su garganta, intentando llamar la atención de su hermana. Pero nada sucedió, el techo parecía mucho mas importante que lo que le tenía que decir Cinco
Cinco no supo si molestarse o reírse. Si se miraba desde cierto angulo, la circunstancia resultaba graciosa
-Ocho- Sintió como las miradas de todos sus hermanos se redirigían hacia el, todos los ojos a excepción de los de la persona que había llamado. Quizá fue por el dolor que tenía, pero Ocho siquiera se digno a dirigirle una mirada. Frustrado suspiro, y sin pensarlo por mucho tiempo, se decidió a continuar hablando
- Te quiero- Fueron segundos de silencio total en la habitación. Numero Siete estaba segura que el corazón de todos los presentes se había parado, acaso... ¿Todos habían escuchado bien?. Fue hasta ese momento que la joven de pelo corto bajo su mirada y se encontró con los ojos del quinto numero, quien no dudo un instante en sonreírle -Creo que realmente te quiero-