Mackenzie White

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Las luces rojas y azules era lo único que alumbraba en medio de la oscuridad del barrio.

Todos podían escuchar el sonido característico de la policía cuando estaban en persecución. El grupo de ladrones se había separado con la intención de despistar a la policía pero algo había salido mal y habían logrado dar con uno de los miembros.

La respiración agitada de la rubia era más errática cuando logró ver el carro seguirla por el callejón.

—Demonios—masculló tomando aire y fuerza para subir la rejilla y lanzarse al otro lado del callejón. Miró hacia atrás y sonrió cuando la patrulla no tuvo más opción que detenerse.

Pero su sonrisa no duró cuando en otra esquina estaba otra patrulla. —Aquí vamos de nuevo.

Volvió a correr deseando que no lograran dar con ella y su paradero.

Gracias a su agilidad, estatura y velocidad pudo robar casi todas las joyerías de la ciudad. Pero esa noche fue diferente, el grupo no pudo ni siquiera agarrar un collar, era como si supieran que ellos llegarían.

Por eso, el jefe de la banda ordenó que se separaran. Y ahora ella estaba ahí corriendo lo más rápido que sus piernas han corrido en su corta vida.

—No, no, esto no puede estar pasando—dijo cuando notó que no había salida en el callejón en el que se había metido. Trató de salir de ahí por donde entró, pero la patrulla ya estaba ingresando. —Maldición.

Se movía nerviosamente, estaba frustrada y furiosa por no estar pendiente por donde iba. Cerró los ojos pensando que hacer, pero unos brazos envolviendo su cintura la alertó.

El desconocido no le dio tiempo de reaccionar cuando ambos ya estaban saliendo del callejón por los aires. La chica al ver eso, se aferró más al cuerpo del desconocido debido a su miedo a las alturas.

—No vayas a soltarme—pidió con los ojos cerrados, el desconocido con capucha roja sonrió.

—No lo haré. —el desconocido para ella, trató de disimular la emoción que tenía al tenerla así junto a él.

Al llegar a un edificio, lejos de las patrullas, la joven no se había separado del encapuchado, a pesar de estar pisando algo firme.

—Ya puedes abrir los ojos. Estás a salvo—le dijo suavemente, dándole la confianza a la rubia, quién abrió lentamente los ojos y miró a dónde estaban, pero sin soltar al joven.

—¿Quien eres?

—Soy la persona que te salvó de estar encerrada. —la joven frunció el ceño un poco confundida.

—¿Te conozco? Porque tú voz se me...

—No sé de qué hablas—le interrumpe rápidamente agravando un poco más la voz. Se recriminó al no tomar precauciones con ella.

—Ok hombre emascarado, creo que es momento de agradecerte. Así que, gracias por sacarme de ese callejón.

—¿Con un beso?—la joven alza una ceja y su sonrisa divertida se ensancha.

—¿Has visto muchas películas, encapuchado? Porque no lo haré, consiguete a otra—dice cruzándose de brazos con una sonrisa burlona.

—De acuerdo, buscaré a otra chica—dice haciendo el amague de irse, por lo que la chica asustada toma su brazo.

—No me dejes aquí—susurra un poco temerosa, el joven se enterneció al ver sus ojos que en ese momento eran más azules. —Por favor.

El encapuchado sonrió y la apegó a él. La rubia miró sus ojos del joven enmascarado y se sintió segura. —Agarrate fuerte.

| Shiny | [4]Where stories live. Discover now