Capítulo 37 🦋

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Saqué el cuchillo de su estómago y apuñalé sus piernas, sus brazos y le di varios puñetazos en la cara. Oí fuertes gritos y no me di cuenta de que eran míos hasta que las lágrimas humedecieron mis sucias mejillas. Antes de que lanzara otro puñetazo, alguien me apartó de su cuerpo y luché mientras trataba de terminar mi trabajo. Iba a torturar a ese bastardo. Le haría padecer todo el dolor que habían sufrido Sienna, Berenice y las chicas del prostíbulo. Lo mataría con mis propias manos.

—Cálmate—ordenó Fabrizio mientras mi pecho subía y bajaba con respiraciones agitadas. La negrura invadió mi visión y sentí ganas de vomitar—. Él ya tuvo su merecido.

Me ayudó a alejarme mientras la sangre salía a raudales de mi nariz y mi boca. Mis ojos nublados no querían cooperar. Iba a desmayarme. Estaba agotado física y emocionalmente. Todo daba vueltas a mi alrededor.

—Mi madre...

Vomité y escupí sangre. Fabrizio cuidaba mi espalda y no permitía que nadie se acercara. Era bueno encontrar un aliado en medio de tanta catástrofe. Él tendría su recompensa.

—Tu primo Luciano se hizo cargo de ella —me tranquilizó—. Necesito que seas fuerte y te mantengas despierto.

Era una tarea difícil. Mis ojos querían cerrarse y no volverse a abrir. Todo lo que deseaba era un descanso. Estaba tan cansado.

—¿Qué hay de Alayna?

—No te preocupes por ella —aseguró —. Puede cuidarse muy bien por su cuenta.

Observé a Alayna con una débil sonrisa. Mi guerrera favorita le quebraba el cuello a un soldado antes de lanzar el cuerpo con una mueca de asco. Era grandiosa, poderosa y magnífica. Mi mariposa.

—Vamos, te sacaré de aquí —dijo Fabrizio—. No morirás hoy, jefe.

Me rodeó la cintura con un brazo y me ayudó a caminar.

—Yo no olvidaré lo que hiciste esta noche —mascullé antes de que mi cuerpo se rindiera a la oscuridad.

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Alayna

Mis ojos frenéticos se concentraron en el príncipe. La ira me llenó al notar su aspecto de cadáver andante. La sangre corría por su boca y su nariz. ¿Cómo pudieron lastimarlo de esa forma? Su hermoso rostro estaba cubierto de suciedad y hematomas. No lo reconocía.

Fabrizio Brambilla puso los brazos de Luca sobre sus hombros y lo llevó hacia la salida. Inmediatamente avancé hasta ellos, pero alguien me detuvo antes de que llegara más lejos.

—Mi hermano lo sacará de aquí—murmuró un desconocido a mi lado —. No tiene de qué preocuparse, somos confiables.

Enarqué una ceja y lo evalué de pies a cabeza.

—¿Usted es...?

—Jonathan Brambilla —Se presentó—. Es un gusto conocerla, señorita Novak.

—Escucha, Jonathan —advertí—. Si Luca no vuelve a mí me encargaré de matar a cada miembro de su familia. ¿Entiende? Los destruiré.

Mi amenaza no lo ofendía. Tal vez era un error darle mi voto de confianza, pero elegí creer en su palabra. Lo había visto matar a varios soldados de Leonardo.

—Puede confiar en mí.

—Termina tu trabajo —ordené, alejándome.

Mi metralleta finalmente se quedó sin munición, así que quité de mi cintura la 9MM. Mi atención se fijó en la basura que prometí aniquilar y sonreí.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now