Visitas

173 27 3
                                    

-¿Segura?

-Segura, Drake.

El pirata asintió de mala gana.

-Estaré bien -insistió la capitana -iré con Zack.

-Sé que no es de mi incumbencia, pero no entiendo qué diablos tienen que hacer ustedes en esa isla.

Esmeralda intercambió una mirada con su segundo al mando que la esperaba a unos cuantos metros, junto a las sogas para desembarcar.

-Visitas -fue la única respuesta que dio.

-Aprovecharé el día para hacer una práctica de abordaje -informó Drake.

-Me parece una buena idea -la pirata volvió a dedicarle toda su atención.

-Nos vemos en la noche, preciosa.

-Claro que sí -le sonrió coquetamente.

En silencioso acuerdo con Zack, cogieron las sogas para el desenzo a la vez. Ambos piratas aterrizaron casi simultáneamente en el muelle. Esperaron a que el Estrella de Plata se alejara perdiéndose de vista para volverse y encaminarse entre la maleza. Avanzaron a buen paso sin detenerse a descansar ni parecer necesitarlo. Esmeralda andaba con tal seguridad que parecía conocer el camino de memoria, como si lo hubiera hecho toda su vida.

-¡Hey! ¡Tranquila! -rió su amigo -la casa no se va a ir. Tómate un descanso al menos antes de subir la colina.

La pirata alzó la mirada por la inclinación repleta de vegetación que se erguía frente a ellos. Casi en la punta, se distinguía el inicio de un pequeño jardín, que limitaba con los árboles que cubrían la ladera. Ya en la parte más alta se podía observar una casita, protegida da las miradas curiosas gracias a los árboles que impedían que fuera vista a menos que se internaran entre ellos.

-¡Zack!

Esmeralda, que había bajado la vista al piso para decidir por dónde iniciaría la subida, volvió a levantar la mirada al oír la alegre exclamación. Rápidamente descubrió el origen de esta. Una joven bajaba entre corriendo y deslizándose entre los árboles, evidentemente emocionada, a su encuentro. La muchacha se detuvo de golpe al percatarse de la presencia de la pirata. El asombro se hizo notorio en su mirada e incluso parecía un poco asustada.

-¿Zack? -esta vez balbuceó.

El pirata se adelantó a su capitana, extendiendo un brazo hacia la joven para tomarla de la mano.

-Linda, esta es Esmeralda.

-Asumo que tú eres Meg -la interpelada dio un paso hacia la pareja.

La joven se había sonrojado y a duras penas se vio capaz de asentir para afirmar lo dicho.

-No sabía que usted vendría -susurró -disculpe que no la pueda recibir más apropiadamente.

-Tutéame, por favor.

Esmeralda no tardó en darse cuenta que la joven la estudiaba con interés y admiración pese a que Megara intentó ser discreta.

-Reconocí tu barco -le aclaró a su esposo -y por eso vine a darte el encuentro. La nena está dormida pero despertará en cualquier momento -se giró a la capitana -¿Desea conocerla?

-Por favor, tutéame. Y lo haré fascinada. Muero de ganas.

Los tres se encaminaron a la casita. Una vez ahí, Zack fue a buscar a su hijita, dejando a ambas mujeres solas.

-Zack me ha hablado muchísimo de usted ¿sabe? -Meg intentó iniciar la conversación luchando consigo misma para que la voz no le temblara de los nervios.

En Alta MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora