Isla pirata

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-Con cuidado, bájenlo con cuidado...

Esmeralda daba indicaciones a sus hombres relevando a Zack. El desembarque de los tesoros y botines que habían conseguido a lo largo del año avanzaba bastante bien y cuando se acercó la hora del almuerzo casi todos los baúles y cajones ya reposaban en la arena tras haber sido cargados por el muelle. El cocinero les tendió un pescado frito, un trozo de pan y un poco de carne seca a cada uno conforme se iban acomodando en la playa para comer.

-Esto sí que se siente como casa -sonrió uno mirando la jungla que rodeaba la pequeña zona de arena con forme de bahía escondida.

-¿Qué sitio es este? -inquirió François observando fascinado a su alrededor mientras le daba un mordisco a su pan.

-Es nuestra isla -sonrió John.

-Una verdadera isla pirata -comentó otro sentándose cerca.

-Aquí guardamos y acumulamos nuestro tesoro.

-Es un punto bastante central y esta playa es tan discreta que este suele ser nuestro escondite cuando hay persecuciones en estos mares.

-¿Lo enterraremos? -preguntó François generando las risas de sus compañeros.

-No somos perros -bromeó uno.

-Lobos marinos, si quieres, pero no perros -rió otro.

-Hay cuevas -contestó Esmeralda uniéndose al grupo.

-¿Nos quedaremos un día en esta isla también?

-Dos. Algunos escondites son difíciles de alcanzar.

-¿Qué no guardan todo junto? -François lanzó otra mirada de desconcierto.

-Este verdaderamente está perdido ¡Aún no sabe nada! -rieron los piratas -Creímos que ya estabas instruido, amigo.

-Yo también -farfulló François mordisqueando un trozo de pescado.

-¿Por qué dejamos a Zack?

Esmeralda se sobresaltó al oír la pregunta.

-No lo hemos abandonado ¿verdad? Regresaremos por él ¿no?

-¡Claro que no lo hemos dejado detrás! -exclamó la capitana -eso jamás. Zack no vino con nosotros por un buen motivo. Por el mismo le dejé la balsa. Nos dará el alcance hoy... espero -añadió la última palabara sus adentros.

Moría de ganas de saber qué habría resultado de la reunión de su segundo y la joven y toda la tarde anterior había tenido una parte de su cabeza concentrada en ello.

Tras la comida, la pirata repartió las labores, sintiéndose terriblemente extraña al no contar con el respaldo de Zack y no poder confiar en él para que realizara algunas labores. Sentía su ausencia como si le hubieran inutilizado medio cuerpo. Con un machete en mano se internó en la jungla en busca de las distintas cuevas, para asegurarse de que ninguna hubiera sido robada. Tuvo que pelear con algunos de sus hombres que se ofrecieron desde llevar el cuchillo y abrir la marcha, hasta a que se quedara cuidándose, pasando por proponer que hubieran una suerte de guardias para ella e insistir en cargar todo lo que debían hacerlo. Cada vez que el camino se dificultaba o implicaba una subida empinada, bajar por algún pequeño barranco o caminar entre muchas raíces húmedas y salidas los piratas se alarmaban y prácticamente la rodeaban como buscando protegerla por todos los lados. Algunos incluso terminaron lastimándose por no mirar el camino al tener sus ojos atentos a ella. Finalmente la capitana se vio obligada a amenazarlos para que la dejasen en paz. Sus hombres habían reído y empezaron a relajarse un poco.

-Entren, entren -Esmeralda les abrió el paso a la cueva descubriendo la entrada de helechos y hojas.

-Hace frío aquí dentro -farfulló uno de ellos.

-La antorchas, hay que prenderlas -susurró otro tanteando las paredes de la cueva.

Poco después, uno de sus escondites se veía iluminado por la luz del fuego. Los piratas soltaron carcajadas de alegría y emoción al divisar buena parte de su tesoro que se refugiaba ahí y dejaron lo que habían estado cargando para sumarlo. Tras divertirse un rato apreciando todo, dieron marcha atrás y regresaron a la playa por el camino que solo su capitana se sabía totalmente de memoria. Dado que eran siempre ella y Zack quienes lideraban los grupos hacia los escondites, Esmeralda se vio obligada a hacer el doble de recorridos en aquella ocasión pero sonrió pensando en que lo hacía por su amigo.

-¿Zack ha renunciado? -preguntó Michael cuando todos se sentaron en la arena mirando la puesta de sol.

-Imposible -respondieron tres piratas a la vez.

-Zack volverá pronto -afirmó la capitana.

-¿Dónde se quedó?

-¿Alguien sabe si se le pasó la hora en el prostíbulo?

-Ya, ya, dejen de especular sobre la vida de Zack -rió Esmeralda -mejor vamos a darnos todos un buen baño en el mar que estamos todos sudados de tanta caminata.

La propuesta fue recibida con gran alegría y los piratas se pararon de una para hacer carreras hasta el mar. Ella se paró dispuesta a correr con sus hombres pero alguien la sujetó del brazo reteniéndola. Se giró rápidamente, fastidiada, a encarar a la persona y se encontró con Drake que la miraba con cierta firmeza. La ligera dureza que asomaba en su mirada atoró la lengua de la pirata y le quitó la molestia poniéndola dispuesta a escuchar.

-¿Podemos hablar?

-Ya me detuviste -recuperó algo del fastidio pero lo miró atentamente.

-Son solo dos cosas.

-¿En orden de importancia? -propuso ella.

-De menor a mayor. ¿Qué pasó con Zack? Sé que tu sabes. No quiero detalles. No me interesa meterme en su vida privada pero ¿está bien? ¿va a volver? ¿le pasó algo?

La capitana meditó unos instantes antes de contestar:

-Espero que sí, sin lugar a dudas, no exactamente.

La mirada meditativa que Drake adquirió intrigó a la pirata pero abos se abstuvieron de comentar.

-¿Cuál era el otro asunto?

-Te cuidaste mucho hoy ¿verdad preciosa? Yo solo estuve en una de las marchas. ¿Te cuidaste bastante en las demás?

-¿Eso es más importante que lo que le pueda ocurrir a Zack? -preguntó ella con una sonrisa.

-Tú y nuestro bebé son lo más importante en este mundo para mí. De lejos y sin duda alguna. Responde mi pregunta por favor.

-¿Te he dicho que eres maravilloso? -Esmeralda sonrió enternecida -Sí me... sí nos cuidé, Drake. No te preocupes.

Él le devolvió la sonrisa con tan satisfacción en su mirada que la pirata no logró contener una risita.

-Creo que ahora sí es hora de un buen baño en el mar.

-Te apuesto que te gano -contestó con picardía la pirata.

Ambos empezaron a correr a toda velocidad, riendo, por la arena. Esmeralda se sorprendió por un instante al dejar de ver a su lado a Drake pues sabía que él era más rápido que ella. Se desconcierto desapareció rápidamente cuando sintió que alguien la cogía con firmeza pero sin lastimarla de la cintura y la cargada al pasar velozmente a su lado. La pirata soltó un gritito y empezó a reír a carcajadas mientras se adentraban en las aguas y Drake tropezaba haciéndolos caer en el mar.

Sus hombres los recibieron alegremente. De pronto una exclamación captó la atención de todos.

-¡Ahí está Zack!

-¡Zack! -empezaron a gritar haciendo señas con los brazos emocionados.

Los piratas emprendieron nado hacia la balsa en la que se acercaba el segundo al mando. Pronto treparon en el bote y lanzaron a un riente Zack al mar. El grupo se congregó haciendo todo tipo de preguntas y bromas. Zack se limitó a reír, pero le lanzó una significativa mirada a Esmeralda quien asintió con solemnidad sabiendo que tenían na conversación pendiente. 

En Alta MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora