Calabozos

408 40 0
                                    

Drake reprimió una sonrisa al verla alejarse. Pobre de aquel que se metiera con ella. No saldría bien parado. Con esos pensamientos en mente se apuró en ir a ayudar a los demás para juntar los barcos y acomodar las cosas.

-¡Esmeralda! -exclamó Zack corriendo a su alcance.

Ella se volteó a mirarlo y disminuyó la velocidad de su paso dejándole alcanzarla. Ambos piratas caminaron por la cubierta de su barco y entraron al estudio. Ella se apoyó en la mesa y empezó a analizar el mapa. Al recibir la seña Zack le alcanzó el marcador de navíos españoles y la pirata apuntó la fecha y la ubicación.

-Demasiados en estos últimos días Zack -murmuró ella negando con la cabeza sin entender.

-Tenemos bastantes prisioneros a los que preguntar -contestó él mientras sacaba un compás.

Se inclinó sobre el mapa y comenzó a calcular lo que les demoraría llegar a Irlanda.

-Quiero hablar con ellos hoy. Voy a necesitar al traductor. Liberaremos a los prisioneros de este barco que estén en peores condiciones. También al capitán del navío que tenemos al lado y a la mayoría de sus hombres. Creo que él ya aprendió la lección y confío en que no la olvide.

Zack sonrió divertido bajando la cabeza para que ella no lo notara. Se imaginaba la tremenda paliza que ese español debió haber recibido. Esmeralda soltó un suspiro al ver lo que su segundo estaba calculando.

-Siento que es lo mínimo que puedo hacer por el -murmuró -a fin de cuentas fue mi culpa. Debí dejarlo en el barco defendiendo. Debí ordenarle que se quedara. Era muy joven y no llevaba el suficiente tiempo con nosotros.

Zack levantó la vista sorprendido y se encontró con los ojos azules que lo miraban brillando de angustia y parecían suplicar por consuelo.

-Esmeralda no fue tu culpa. Él decidió lanzarse por las sogas. Él tomó sus decisiones. Y las honra. Es verdad que hubiera sido un gran pirata con algunos años más. Pero ya eso no importa. Fueron sus desiciones. Pasó como tenía que pasar.

La pirata tragó saliva y asintió con firmeza.

-Ve a ayudar a transportar el botín a nuestro barco. Voy a buscar a Mark para que prepare a los prisioneros y al traductor.

 

Esmeralda entró al calabozo seguida por poco por Drake. Él se paró casi a su lado y entrelazó sus dedos con los de ella. La pirata sintió un cosquilleo y una especie de calor que le daba fuerzas. El español los miró sorprendidos. Ella alzó el mentón irguiéndose. Detrás suyo entró el traductor quien se encogía como si quisiera pasar desapercibido. Drake le lanzó una mirada firme que lo obligaba aadrentrarse. El viejo se acomodó entre los piratas y el español. Este último dijo algo en un gruñido y escupió frente a los pies de la capitana. Drake reaccionó al instante y se abalanzó hacia el prisionero furioso pero Esmeralda lo detuvo presionando su mano que seguía entrelazada con la suya. Con la mirada firme ella negó con la cabeza de forma casi inperceptible pero Drake logró captarlo de todas maneras. Cuando vio que se había relajado, ella soltó suavemente su mano. Al instante sintió la necesidad de volver a cogerla en busca de apoyo y seguridad pero avansó un paso hacia su prisionero.

-Recuérdele quién lo venció frente a todos sus hombres -farfulló la pirata apretando los dientes.

Temblando, el traductor acertó a balbucear algunas palabras. El español abrió la boca para replicar pero tras pocos segundos la cerró tomando una expresión pensativa. Cuando habló, Esmeralda notó que el viejo se ponía verdaderamente nervioso. El español, en cambio, solo lo incitaba con la mirada a traducir lo que acababa de decir.

-Él... estem... dice -balbuceó el hombre mirando a todos lados inquieto como buscando ayuda.

-Repite tal cual lo dijo -masculló la pirata mostrando aparente calma.

-Dice que ahora entiende, que usted no es la jefa y mucho menos la capitana, que obedece a... -señaló a Drake - dijo que ahora todo tenía sentido. Que por un momento se había creído todo.

-¿Dijo eso? -Esmeralda sonrió burlonamente con un tono peligrosamente calmado.

Drake le lanzó una mirada nervioso. Conocía ese tono. No podía venir nada bueno. La pirata se puso en cunclillas frente al español y lo cogió bruscamente del rostro obligándolo a mirarla. Sus ojos brillaman furiosos y parecían capaces de  matar. Su sonrisa fue desapareciendo lentamente. El español se removió nervioso. La pirata se acercó un poco más.

-No ha llegado el día en que nadie me ordene ¿Entendido? -susurró un tono dulce falsete -le probaré que puedo valerme.

El prisionero se estremeció antes de que el viejo tuviera tiempo de traducir. Esmeralda sacó su espada y la apuntó al español.

-Drake, suéltalo y dale tu espada.

-¿Qué? No hay forma.

-¡Que le des tu espada! -exclamó ella irritada.

De mala gana el pirata obedeció. El traductor se había pegado a la pared, asustado sin dejar de aclararle al español con la voz en vilo lo que decían los otros. Drake desató al español y le lanzó una mirada a Esmeralda antes de darle la espada y apurarse en retroceder. El prisionero se levantó aturdido frotándose las muñecas que habían estado sujetas por cadenas a la pared. Recogió el arma dudoso y la levantó en actitud de defensa. La pirata sonrió antes de atacar.En pocos segundos la otra espada repiqueteaba en el piso. El español la miró sorprendido. Luego, sintiendo que la rabia por su orgullo herido lo invadía tomó la espada una vez más y se lanzó al ataque. Con una simple maniobra ella bloqueó su espada y lo empujó obligándolo a retroceder. Las espadas se encontraron una vez más en el aire haciendo un gran estruendo. Ella atacó por el costado pero el español logró prevenir su movimiendo y se deslizó rápidamente a un lado. La pirata dejó escapar un gruñido de fastidio. La batalla se intensificó dejándola sin tiempo de pensar. Ambos atacaban y defendían con fuerza cada vez más rápido. Viendo que le empezaban a fallar las fuerzas él retrocedió y empezaron a caminar en círculos. Drake y el traductor los miraban ansiosos sabiendo quién estaba en clara desventaja. En ese momento el español se abalanzó contra la puerta. Drake saltó a detenerlo interponiéndose en su camino. El prisionero alzó su espada.

-¡No! -Esmeralda dejó escapar un chillido de horror y se lanzó tras el español.

Sin pensarlo le hincó la espada entre las costillas. El hombre calló al piso con un grito de dolor y la pirata se apuró en quitarle el arma poniéndose entre él y el pirata. Al fondo de la habitación el viejo temblaba, blanco como el papel.

-Maldito cobarde -masculló Drake apretando los dientes mienteas se sujetaba el hombro.

-¿Te lastimó? Ay Dios lo siento tanto tanto tanto, esto es totalmente mi culpa -la pirata examinó la herida.

-Me golpeó la herida que me habia hecho más temprano y se a vuelto a abrir. Arde como mier... -se interrumpió al ver que la pirata se mordía el labio preocupada.

Forzó una sonrisa y ella le respondió con otra agradecida.

-Dice que son un matrimonio muy extraño -tradujo inconcientemente el viejo.

Ambos se voltearon al español que se arrastraba junto a las cadenas sujetándose el costado. Intercambiaron una mirada y sonrieron divertidos.

-¿Matrimonio? -repitió la pirata.

-Dice que es obvio. Que por eso él la deja luchar. Y que es imposible no notar que están casados.

Los piratas sonrieron burlonamente y sus miradas se encontraron una vez más. En el brillo de sus ojos se podía leer todo el amor que se tenían. Era evidente que ambos estaban pensando en lo mismo. Ellos no estaban casados. Su unión era mucho más fuerte que un estúpido papel firmado. No creían en el matrimonio. Sus sonrisas se volvieron sinceras cuando ella entrelazó sus dedos con los de él.

-Dígale que no estamos casados. Somos mucho más que eso -susurró ella.

Drake la miró sin poder ocultar una sonrisa y acarició inconcientemente con el pulgar la marca en su muñeca.

En Alta MarWhere stories live. Discover now