5. FRESAS CON CREMA

768 101 12
                                    

Hoy iríamos a comer a casa de los Byun. Los últimos meses habíamos estado conviviendo más entre las dos familias y por ello me había acostumbrado a ver a Baek más seguido, ha escuchar su ruidosa risa, había empezado a identificar sus pucheros como cuando estaba enojado, cuando estaba siendo infantil o simplemente cuando estaba celoso.
También había aprendido a leer las expresiones de sus ojos. Con solo una mirada podía saber que era lo que estaba sintiendo.
Además, sus sonrojos habían comenzado a ser menos frecuentes para dar paso a una actitud más impulsiva y extrovertida cuando estábamos juntos y lejos de las miradas de todos.

Nuestras madres solían decir que nos estábamos llevando muy bien por que eramos de la misma edad y teníamos intereses similares como los videojuegos y los autos.
Nadie tenía idea de que Baekhyun y yo estábamos adentrándonos a un terreno desconocido para ambos, pero que al mismo tiempo se sentía tan emocionante y correcto.

Habíamos pasado de estación y me seguía fascinando más y más lo que iba conociendo de él. Ya no solo era la atracción física que tuvimos desde el comienzo como cuando recién nos presentaron, ahora nos conocíamos realmente como éramos y me encantaba que no había filtros, podía desnudar mi alma y sabía que no sería juzgado.

Baekhyun había aprendido a entender mi lenguaje sarcástico y en ocasiones en doble sentido. Entendía mis miradas y mis gestos, podía identificar cuando me encontraba preocupado o molesto. También sabía cuando estaba feliz y sabía muy bien que él era el causante.

Las flores de los cerezos habían comenzado a abrir y las calles se pintaban de rosa. Era todo un espectáculo salir a las calles, todo el esplendor de los altos árboles hacia lucir la ciudad más cálida que de costumbre. Era un ambiente que se sentía en el aire y empezaba a contagiar a todos sus habitantes.

Entramos a casa de los Byun mientras papá estacionaba su auto. Saludé al señor Byun y me dirigí a la cocina para saludar a la madre de Baekhyun quien ya estaba terminando el pollo. No había un pollo frito más rico que el de la señora Byun.

-Channie querido, hyunnie está en su cuarto encerrado desde temprano, puedes subir si quieres, tal vez tu puedas ayudarle a mejorar su humor.-

La señora Byun se acercó más a mi para susurrar sobre mi oído.

-Ha estado muy estresado por que puede reprobar literatura. Espero puedas ayudarme con eso cariño.- hizo un guiño con su ojo y me sonrió.

-Claro, señora Byun le ayudaré con ello.- le devolví la sonrisa, esa mujer era siempre tan amable y cálida, me recordaba tanto a Baekhyun.

-Llamame mamá, después de todo ya casi somos familia y tu eres como un hijo más.-

Me agradaba la confianza que la señora Byun había depositado en mi familia, pero me sentía mal de saber que la estaba traicionando al ocultar mis verdaderas intenciones y el tipo de sentimientos que tenía hacía su hijo menor, los cuales iban más allá de la amistad.

Toqué la puerta un par de veces y el silencio reinó dentro.
Volví a tocar y llamé el nombre de la personita que sabía estaba allí y que seguramente en estos momentos era una bolita tierna y toda enojada.

-Baek soy yo, ¿puedes dejarme entrar?-

Seguí sin tener una respuesta verbal y en su lugar solo me abrió la puerta unos cuantos centimetros para que supiera que podía pasar.

-¿Que sucede, Baek? Tu madre está preocupada por que no has salido de tu habitación.-

Me acerqué a la cama donde estaba hecho una bolita con las miles de mantas que ya sabía que utilizaba para dormir.
Moví los montones de peluches de animalitos que siempre tenía en su cama y me recosté a su lado acunando su espalda contra mi pecho.
Llevé mis manos alrededor suyo para fundirnos en un abrazo, últimamente nuestro contacto físico había ido avanzando naturalmente y no era para nada incomodo ahora el abrazarse o tomarse de las manos. Nos quedamos así en esa posición un buen rato hasta que decidió girarse para quedar frente a frente.

Cuando Nadie Ve Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum