1. PRIMERA CENA

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Era la primer nevada del año, las hojas de los árboles habían caído y ahora el suelo se pintaba de blanco, pero no de cualquier blanco.
Era esa clase de blanco que hace que te duelan los ojos de tan solo mirarlo, una tonalidad tan brillante que te deslumbra y puede cegarte brevemente.
Sin duda, el blanco brillante de la nieve era mi color favorito, hasta que lo vi.

La tarde era tan fría que no sentía los dedos de mis pies al caminar, llevaba una media hora caminando de regreso a casa, no había autobuses debido a la nevada y mi casa no estaba tan lejos del centro de la ciudad, o bueno, eso había pensado antes de llegar a la doceava manzana.

Mi celular empezó a vibrar de nuevo dentro de mi bolsillo, lo saqué solo para ver el fastidioso número que iluminaba la pantalla desde hace unos minutos. Mi hermana seguía llamando desde hace cinco calles y parecía que no se detendría hasta que tomara la llamada. Antes de ponerme el celular en la oreja aseguré el cordón de la caja del pastel para que no fuera a resbalar de mis fríos y entumecidos dedos.

-¿Diga?-

-Idiota! ¿Dónde estás? ¿Acaso piensas arruinar mi noche? Solo faltas tu, la familia de mi novio ya casi está aquí, aún tienes que cambiarte y aparte esta nevando.-

-Ya se que esta nevando, llevo casi media maldita hora caminando por que no hay autobuses.-

-¿Estás loco? ¿Quieres morir de un resfriado? Mamá va a matarte antes de que la gripe lo haga, date prisa y vuelve a casa pronto.-

-Estaría en casa si alguien no hubiera hecho un berrinche por un estupido pastel.-

Lo único que pude escuchar fue el sonido de que no tenía línea. Típico de Yoora, me colgó sin siquiera avisar.
Hace media hora era su hermano favorito y único además, pues la muy genio había quemado el pan en el horno y necesitaba un pastel para remplazar la cosa carbonizada e incomible que preparó. Lloró como por veinte minutos mientras se culpaba de arruinar su velada con sus futuros suegros por su poca habilidad culinaria.
Nunca he soportado ver llorar a las personas, así que me ofrecí como buen hermano a comprar un pastel, solo que olvide traer un paraguas por si nevaba. En realidad no lo olvidé, simplemente no quise traerlo tan solo por llevarle la contraria a mi madre y he me aquí, con el frío penetrando mis poros y haciendo doler mis huesos, con mi abrigo humedecido y lleno de blanco.

Cuando llegué a casa mi madre se puso como loca, estaba furiosa por que no lleve un paraguas pero estaba colapsando de verme temblar como un pequeño perro mojado. Me quité mi abrigo y me cubrió con una manta, casi obligado tiró de mis hombros y me metió en la bañera. Me quedé unos minutos en el agua tibia que era reconfortante para mi cuerpo. Salí del baño y escuché muchos ruidos y voces provenientes de la planta de abajo. Seguramente la familia del novio de mi hermana estaba aquí.

Yoora vivió y estudió los últimos dos años en la universidad de Japón donde conoció a ese chico. Al parecer también era un estudiante de intercambio y eso fue el punto clave que los unió. Cuando volvió dijo que quería presentarlo formalmente a la familia y así oficialmente pedir su mano en matrimonio, después de casi dos años de relación por fin conoceríamos al famoso y desafortunado chico que tenía que soportar todos los caprichos de mi hermana.

No me mal entiendan, amo a mi hermana, somos mejores amigos, por muchos años fuimos compañeros de crímenes y travesuras, solo que ella es una niña consentida. Toda su vida creció creyendo que encontraría a su príncipe azul, que sería perfecto como en los cuentos que mi papá le leía todas las noches antes de dormir. Tal vez por eso la mayoría de sus prospectos eran rechazados después de la primera cita. Y no la culpo, si yo tuviera que salir con esa bola de patanes que la pretendían también los habría mandado a volar sin siquiera una cita. Yoora siempre fue tan cursi y soñadora y estoy feliz de que por fin encontrara a su verdadero amor, a su príncipe de cuento. Aunque muy en el fondo me siento un poco celoso, pues no quiero que me robe el cariño de mi hermana. Sé que es tonto pero, estoy un poco reacio a tratarlo y a pensar en el como un hyung y posible cuñado. Fue difícil para mí saber que había otro hombre en la vida de mi hermana pero me reconforta saber que la ha hecho feliz y ha soportado el difícil carácter que Yoora se carga. Pues sí, como dije es una princesa y con todo, realmente con todo lo que eso demanda.

Cuando Nadie Ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora