Capítulo 20

3.1K 220 7
                                    

Meghan

Mi estómago esta revuelto como la mierda. Pero no es un revoltijo-indigestión, es más un revoltijo como si 20 mariposas estuviesen haciendo la coreografía de la macarena en mi estomago.

No sé a donde me lleva Matheus, pero en el camino me quedo pero pensando en todo lo que hemos pasado hasta ahora, solo, no sé... Es tan irónico.

—¿En que piensas?— La voz de Matheus me saca de mis pensamientos.

—Nada—sonrío—¿A donde vamos?

—A un lugar—dice aún con la vista fija en el camino.

Ruedo los ojos y me concentro en mi celular.

—Ya llegamos—dice Matheus mientras apaga el motor.

Veo alrededor antes de bajar y hay un montón de árboles—monte y culebra— y más nada en realidad.

Matheus aparece frente a mi y abre la puerta del copiloto.

—¿Piensas violarme aquí o qué?

—No cuenta como violación si te dejas—sonríe arrogantemente y sube y baja sus cejas repetidas veces.

Le suelto un golpe en el brazo y bajo del auto.

Matheus me lleva por un extraño camino no sé a donde.

—¿Seguro que no estas perdido y no me dices por vergüenza?

Pone los ojos en blanco.

—Sé a donde voy, amorcito.

—Si, si. Claro.

Después de un rato llegamos a un río con una gran cascada que era la puta gloria.

—Es hermoso—digo sinceramente.

—Lo es—responde mirándome con el rabillo del ojo.

De repente Matheus empieza a quitarse la ropa en frente de mi.

—¡¿Que crees que haces?! — En este momento debo parecer un tomate.

Él me mira y arruga las cejas.

—Hay que bañarnos, bebé. ¿O crees que venimos solo a ver?

—D-de hecho si.

Chasquea la lengua y me da una sonrisa y no puedo evitar bajar la mirada a su cuerpo semidesnudo sin más que su bóxer.

—No seas aburrida. A demás nadie nos va a ver—pone sus manos en mi rostro—. Por favor.

Me resigno mentalmente a acepto.

—Pero no me veas...

—Si, claro—suelta una carcajada.

Procedo a quitarme lentamente la camisa dejando ver mi sostén blanco. Matheus no quita su mirada ni un segundo y siento mi cara hervir. Luego me quito mi falda, mierda mis bragas no combinan con mi sostén. Me maldigo mentalmente.

—Aún no creo que todo eso sea mío—dice con su mirada fija en mi cuerpo.

—Si, si. ¿Nos bañamos o qué?

—Claro— Me da una sonrisa y toma mi mano para adentrarnos en el río.

—Joder, esta mierda esta fría—agarro mis brazos.

—Las malas palabras solo en la cama por favor—Me mira y luego me toma de la cintura.

—Últimamente andas muy perverso, ¿no?

Viviendo con los princesosWhere stories live. Discover now