Me abracé a mí misma antes de sentarme al lado de Bryce. Habían muchas personas que conocía, pero los únicos dos amigos de confianza estaban ocupados. Guardé el suficiente espacio para no hacerle sentir incómodo ni invadir su espacio personal.

—Tú no eres de aquí —dije, interrumpiendo el silencio. Bryce me miró confundido por mi tono que había sonado a afirmación, así que me las ingenié rápidamente—. ¿Verdad?

—¿No lo parezco? —me respondió con una pregunta y sacudí la cabeza con seguridad. Una sonrisa ladeada tiró de los labios de Bryce antes de darle un sorbo a la cerveza— He vivido en Bluffton toda mi vida.

Por mi expresión supe que le había dejado claro que aquella respuesta no me la tragaba.

Bluffton era un pueblo pequeño, y yo había nacido y crecido ahí. Todos los que vivían en el pueblo nacían y crecían ahí. Había algo en Bryce que me parecía familiar, no supe si era alguna facción de su rostro, sus gestos o su apellido, pero un recuerdo en concreto de él en el pueblo no tenía. Ni siquiera Alex que era una obsesionada en saber las historias de las personas me había dado información suficiente sobre Bryce.

Era como si en lugar de haber vivido toda la vida en aquél pueblo, más bien acabara de llegar. Nadie hablaba de él con familiaridad. Nadie recordaba su nombre. Yo jamás lo había visto y la única persona que parecía conocerlo de verdad era Bradley Cook, entonces, ¿Dónde había estado Bryce todo este tiempo para ser un completo desconocido para todos? O casi todos.

—Eso es mentira.

Bryce se río de mi desconfianza. Las mejillas me ardieron de haber apuntado a algo tan segura cuando no tenía derecho.

—¿Por qué mentiría con eso?

Encogí un hombro. —No lo sé.

Lo cierto era que, Bryce tenía razón. No había una razón válida para mentir, y de ser mentira la descubriría, así que era una pérdida total de tiempo. Recuerdo que tampoco sentí que fuese mentira, simplemente lo había dicho porque era impresionante que, después de crecer en el mismo pueblo, jamás nos hubiéramos visto.

—Crecí en este pueblo, pero no con su gente —me aclaró, tomando tranquilamente otro trago de la cerveza.

—¿Por qué? —pregunté, creyendo que me respondería con más información, pero sólo se encogió de hombros y siguió tomando.

Al cabo de unos segundos volvió a hablar.

—No todo el tiempo he estado en Bluffton —pareció haberse atragantado con las palabras porque carraspeó un poco—. He estado en un constante de aquí para allá y estudié en casa.

No pude contener mi asombro cuando lo escuché. Estudiar desde casa. Jamás había conocido a alguien que hubiera estudiado desde casa. Sentí que Bryce comenzaba a removerse, como si quisiera meterse en su caparazón, pero simplemente no lo hizo. Siguió hablando.

—La única persona que me conoce bien es Bradley.

—¿Son amigos desde hace mucho?

—Crecimos juntos —me dijo, mirando fijamente el fuego de la fogata—. Regresé a Bluffton hace dos años y desde entonces me quedé. No suelo salir mucho, sólo a veces con Bradley o fuera del pueblo con mi familia.

Estudié unos segundos sus palabras con cuidado. ¿Qué tan cómodo se debía sentir tener a poca gente a tu alrededor para no estar interesado en conocer a otras personas? De repente me sentí mal de estar invadiendo precisamente esa regla suya, pero Bryce no parecía estar incómodo teniéndome cerca. Lo supe porque me había dado información que yo ni siquiera le había pedido.

Quizás mañanaWhere stories live. Discover now