Capítulo 3: Los héroes también compran

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—Si claro, es muy bonita Saruki-chan —vuelvo a lanzarle otra mirada aterradora al pelirrojo, haciendo que de un pequeño salto en su asiento.

—¿Y por qué una de Deku? —le cuestiono, colocándola en mi muslo .

—Porque es tu primer arresto y fracaso —me respondió con la más radiante de sus sonrisas.

¡Qué cosa! En primera, ese no lo considero un fracaso, fue un arresto perfecto de mi parte, tenía la situación totalmente controlada, el único problema es que arresté a un héroe y no a un villano. ¡¿Cómo se atreve a decir que fue un fracaso!?

Sujeto con fuerza la pequeña figura entre mis manos, casi al punto de romperla. Tanjiro se da cuenta de eso y palidece, creo que se vio reflejado en ella.

—¡Saruki-chan, no le digas las cosas de ese modo! —le reclama .

—Oh, tienes razón Tanjiro-kun —me mira y pone una mano en mi cabeza, dando leves golpecitos como si de un perro se tratara–. Tranquila Yune, de los errores se aprende.

Es oficial, estoy enojada, no, lo que viene después de eso. Con uno de mis pies empiezo a golpear el piso a un ritmo acelerado. Me siento como uno de esos volcanes a punto de estallar. Saruki lo hace a propósito, siempre me pone a prueba para, según ella, evaluar mi progreso y contárselo a su padre, mi psicólogo, por cierto.

Como si de un resorte se tratara, me pongo de pie y quedo frente a ella, tengo un aura de enojo ahora mismo rodeándome. El chico de la cicatriz nos mira paralizado, mientras que la que está enfrente no pierde su sonrisa. Sabe que me enoja más que sonría cuando yo estoy así.

—Saruki —le llamo apretando mis puños a ambos lados.

—Si amiga —me responde ella.

—Dime…cómo fue el trabajo —deshago los puños, respiro profundo y me vuelvo a sentar a su lado.

                                  💚💚💚

—Nos vemos otro día —se despide la chica ya a unos metros de la casa, su acompañante mueve las manos también en señal de despedida y se alejan.

—Hasta entonces —me digo a mi misma mientras entro a mi hogar.

La visita duró un aproximado de tres horas, incluso mi tío Yuzo al llegar se puso a conversar con Tanjiro sobre el manejo de espadas. Descubrí que el chico es un excelente espadachín y que casualmente su maestro es un buen conocido de mi tío.

 También hablaron de como su trabajo los tiene agotados, pues los casos de actos violentos habían tenido un ascenso inimaginable, a la semana tenían de tres a cuatro incidentes, sin lograr atraparlos. Es obvio que no atraparían a ninguno, yo no estoy allí. Por mi fuera y ya la ciudad estaría limpia de criminales.

Pero bueno, ellos se lo pierden.

Cuando me dirijo a la cocina, escucho una pequeña discusión en la que se ven inmersos los otros  habitantes de la casa.

—Ya te dije que yo no saldré hoy —cortó tajante el pelirrojo cruzando ambos brazos—, hoy no me toca a mí.

—No se trata de a quien le toque o no, el hecho es que no hay nada en el refrigerador para comer —le contestó el mayor de la casa.

—Si tanta hambre tienes, por qué no vas tú —lo acusó

—Porque te lo había encargado a tí —le señaló—, irresponsable.

—¡¿Ah!? ¡Repítelo de nuevo si te atreves calvo!

Rodé los ojos a este paso ninguno saldría y acabaríamos sin cenar, lo sé por experiencia, no es la primera vez que pasa.

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