11ºFlor: punto de inflexión

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Fui al pueblo, había quedado allí con Azucena, tenía que agradecerle por su magnifica idea. Lo que estaba claro es que ya habíamos cruzado un punto de inflexión y no podíamos volver atrás, ni Dalia, ni yo.

Encontré a Azucena en la puerta de la tienda de su madre.

-¿Que es eso tan urgente que tenías que contarme?-dijo ella.

-La idea que me diste funciono magníficamente, las cosas ya no son como antes. Realmente tu teoría era correcta, ella siente algo fuerte por mí.

-Cuanto me alegro-Azucena me abrazó con fuerza.

Entonces vi como alguien con un fuerte golpe empujaba la mano de Azucena lejos de mi y se metía en medio, era Dalia.

-Escúchame buscona-dijo furiosa- Este hombre desde eramos pequeños es mi amigo y es mío. Como lo vuelvas a tocar con tus sucias manos me encargare que tu madre no encuentre jamás un trabajo en esta ciudad. Así que aléjate de Carlos ahora o abstente a las consecuencias-dijo furiosa.

Ya me doy cuenta-guiño un ojo a Carlos y entró dentro de la tienda.


o-o-o

Esta furiosa, otra vez la arrastrada de Azucena acercándose de más a Carlos. Estaba tan molesta que tener algo contundente en las manos se lo habría partido en la cabeza. No pensaba permitir que lo tocara de nuevo. Realmente odiaba cuando los demás tocaban mis cosas.

-¿Desde cuando te pertenezco?¿Y como es que no me había enterado?-dijo burlón.

Ya no había vuelta, estaba decidido que no huiría más no me arriesgaría a perderlo por nada del mundo, porque si se alejaba de mí no sería capaz de soportarlo; ese el motivo por el que estaba tan celosa, estaba aterrada de mi sentimientos y  asustada de que alguien me lo quitara.

Me giré  para quedar enfrente de él, bajé la cabeza y hablé.

-Tengo miedo-dije.

-¿Que?

-Tengo mucho miedo que alguien te alejé de mí, no se cuando empezaron estos sentimientos posesivos-dije.

Vi que se acercaba a mí y me con la mano me obligaba a mirarlo a los ojos-Te he amado desde la primera vez que te vi, jamás te dejaría y mucho menos te traicionaría. Eso puedo jurártelo.

Yo sonreí, sabía que podía confiar, cuando Carlos se ponía serio jamás faltaría a su palabra o se retractaría; así era él.

-¿Te harás responsable de lo que has dicho?-dije.

-Puedo apostarte mi vida a que sí-me puso la mano encima de su corazón-Bien- me acerqué más a él y lo besé.

El camino ya había sido cambiado y jamás podríamos volver al principio, como un punto de inflexión que provoca un cambio y transforma todo a su alrededor.



La flor de la Dalia(Saga de las Flores III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora