Capítulo trece.

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Hyunjin estaba dormido sobre las sábanas de la habitación en el barco, mientras que Jeongin estaba recostado a su lado, acariciando su rostro, y suavemente deslizaba su flequillo para verle el rostro.

Jeongin no sabía qué sucedía.

¿Perdería a Hyunjin, a su conejito? A su único compañero de toda la vida. No podía permitírselo, sin embargo, ¿Qué podía hacer? Él sabía que Jinnie, su conejo, algún día debería irse, por no decirlo en términos más... Realistas. Pero jamás se había detenido a pensar, ¿Qué sería de él?

Sabía que podría estar actuando como un dramático. A esta persona, no la conocía, después de todo. Pero conocía al ser interno. Sabía que a ese ser, le fascinaba dormir sobre su cuerpo y ocultar su rostro en su cuello por las noches. Sabía que roncaba cuando dormía con hambre. Sabía que se hacía el muerto cuando no quería caminar. Sabía que le fascinaba correr en césped, y sabía que le adoraba con todo el alma.

Jeongin sentía que estaba perdiendo la cabeza.

De pronto, Hyunjin balbuceó algo, y Jeongin se acercó a él. El chico había abierto sus ojos, aunque mínimamente aún, y le observaba ensueños. Jeongin le sonrió.

—Hola, Jinnie.

Hyunjin pestañeó un par de veces antes de caer sus ojos ante los de Jeongin. Hyunjin jamás vio a Jeongin lucir tan hermoso. Y, bueno, a decir verdad...

—Eres muy lindo, Jeonggie.

Jeongin rió, sintiendo ternura en su interior por la confianza de Hyunjin al decir las cosas sin rodeos. Él, conociéndose a si mismo, no podría ser tan directo.

Sin embargo, sin meditarlo demasiado, Jeongin se acercó al castaño, y besó su frente por un par de segundos. Cuando retiró sus labios de esa zona, se sorprendió a si mismo al encontrarse con las mejillas sonrojadas de Hyunjin.

—Hyunjinnie, ¿Sonrojado? El no es verdad. —Se burló Jeongin.

Hyunjin frunció el entrecejo inmediatamente, y bufó, de una manera adorable.

—Cállate, Innie. Yo no te digo nada cuando te sonrojas.

—Es porque yo nunca lo hago.

Hyunjin esbozó una gran sonrisa antes soltar una carcajada. Jeongin, mientras observaba las risas de Hyunjin, se contagió del carcajeo a medidas que intentaba ponerse completamente serio.

—¿De qué te ríes, conejo tonto?

—¡Te he visto frambuesa un millón de veces, Jeonggie! —Hyunjin dijo sonriendo ampliamente.

—¿Ah si? ¡Pruébalo!

Okay, lo cierto, es que Jeongin si tenías ciertas locas intenciones con el conejito inocente.

Sin embargo, él no quería apresurar las cosas. Sabía que a Hyunjin se le escapaba su lado coqueto, y solo estaba excavando, buscando la forma de que ese lado saliese a volar, para medir si realmente eran solo bromas, o Hyunjin realmente lo deseaba, y no de una manera únicamente sexual, o en el ámbito físico.

”Él también lo desea”.

¿De verdad era así? El corazón de Jeongin estalló de una divertida forma cuando la anciana dijo aquello. Últimamente, tenía extraños pensamientos donde los relacionaban a él, y a su mascota ya no su mascota, de una manera bastante... Específica y comprometedora.

Cualquier pensamiento fue desviado, cuando Hyunjin se posó sobre su cuerpo, y comenzó a hacerle cosquillas en los lugares correctos y precisos.

Hyunjin lo conocía tan bien. Jeongin no sabía cómo era posible, si tan solo podía verlo. Nunca hubo un toque íntimo cuando estaba en su forma de animal, por supuesto que no. Pero, ahora, de humano, todo se sentía especial e íntimo. Todo se sentía... Demasiado afectivo. No era incómodo, no era molesto. Era sorprendentemente... Satisfactorio y llenador.  Su toque era especial, y... ¡No tenía palabras! ¡No podía describir lo que comenzaba a sentir en pocos días! ¡Muy pocos días!

૮ 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐛𝐮𝐧𝐧𝐲  ─  𝐡𝐲𝐢𝐧 აWhere stories live. Discover now