Capítulo ocho.

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—¿¡Qué mierda?! ¡Jinnie! ¿¡Q-qué...

De pocos segundos de estar en la comodidad de su departamento, tras un leve chasquido de dedos y un pestañeo, Jinnie y Jeongin se encontraban ya a las afueras de un puerto, con dos maletas a sus lados y enfrente de un gran crucero que estaba a poco de partir.

Jeongin observó a Jinnie algo perturbado. Éste solo sonreía encantado de brazos cruzados observando su gran maniobra.

—¿Qué? ¡Es lo que querías! ¡Vamos, entremos Jeongin!

El nombrado poseía aún sus ojos perturbados, y Jinnie notó aquello.

Según sus conocimientos acerca de su querida razón, o sea, Jeongin, sabía que estaba asustado.

Y sabía qué hacer. O eso creía saber.

Recordó un día en el que Jeongin vio una araña cerca del baño, a las cuáles les tenía una inmensa fobia.

Minho le tomó la manito y procedió a acariciarle el cabello, posterior a matar con sus zapatos al arácnido.

Como una ampolleta encendiéndose, la idea llegó a su cabeza.

Se acercó a Jeongin un poco, y en ese instante recordó otro miedo de Jeongin.
Inmensidad. Océano.

Pero Jinnie quería cumplirle su deseó, por lo que debía poner sus manos a la obra.

Cuando estuvo frente a él, haciendo más notoria la diferencia de alturas, Jinnie tomó entre sus dedos la mano del más bajo, mientras que su otra mano cayó sobre la nuca del mayor, haciendo suaves caricias sobre esta, mientras elevaba su mirada hasta la de Jeongin.

Esbozando una sonrisa ante Yang, quien parecía nada más que sorprendido por las actitudes que su ex-mascota había adquirido, Jinnie dijo.

—Sé que le temes, pero recuerda lo que te he dicho; estoy aquí para cuidarte, quererte y protegerte. Confía en que nada malo va a suceder si estoy contigo, ¿Sí?

Jeongin, bastante perplejo por las palabras del muchacho, dirigió sus ojos hasta los del más alto, sintiendo su estómago dar un vuelco de inmediato.

Asintió con dificultad, y la respiración por poco se le entrecorta cuando siente a Jinnie sonreír más ampliamente y jalar su mano con más fuerza, para después arrastrarlo junto con él.

...

—Permiso, permiso, disculpe, con permiso...

Jeongin escuchó un carraspeo antes de que Jinnie jalase con más fuerza su mano, haciéndolo retroceder un poco.

La verdad es que, el lugar estaba repleto de gente, por lo menos en el gran salón, que era por donde tenían que ir a buscar a quién les diría cuál era su habitación.

Resultó que el viaje en crucero duraría una semana, y pasarían por ciudades cercanas.

Antes de poder preguntar qué había pasado, se encuentra frente a ellos un hombre bien vestido, con una lista en sus manos y un sombrero bastante culto en sus cabellos.

—¿Pueden decirme sus nombres para guiarlos a sus habitaciones?

Joder, Jeongin no había pensado en eso, y por el rostro que Jinnie había puesto de desconcertado, él tampoco.

¿Tenían ellos una inscripción? ¿TENÍA JINNIE UN NOMBRE DE HUMANO?

—Yang Jeongin. —Respondió el más bajo.

El hombre buscó sus nombres tras un asentimiento y comenzó a buscar en la lista.

¿Qué harían si no tenían inscripción? ¿Si no existía un Yang Jeongin?

—¿Yang Jeongin y Hwang Hyunjin? —Ambos se miraron fugazmente y asintieron eúforicos— Tienen GoldenRoom. Síganme.

Ambos asintieron sonrientes, importándoles nada si habían robado la identidad de dos personas.

¿Hwang Hyunjin?

A Jeongin le gustaba. Consideraría llamarlo así más seguido.

...

—Oh, mierda no. No, no, no. Esto es... ¡Es demasiado lujoso!

Simplemente, así era.

O sea, GoldenRoom ya era algo bastante llamativo, ¿No?

Pues Jeongin no había captado en realidad. Era demasiado lujo.

Había incluso un televisor y una pequeña cocina, como un departamento pero en medio del océano.

—¡Jeongin hyuuuuuung! ¡Ven! —Exclamó el más alto desde otro lado de la habitación.

Que en realidad era prácticamente un auténtico departamento.

Se encaminó hasta donde sus oídos pudieron reconocer la voz del muchacho.

—Jeongin hyung, ¡Vamos a dormir juntos como hoy!

Resultaba haber tan solo una cama en la habitación.

—Oye, persona ex animal sin nombre, no podemos hacer esto. Es demasiado lujoso y otra persona está esperando por esto con su pareja al parecer. Y-ya, es decir, no es necesario esto...

El muchacho sonrió y volvió a acercarse a Jeongin.

—Jeongin hyung, en este barco no hay nadie más que lleve tú nombre. Yo he puesto tu nombre en esta habitación. Y pues, Hwang Hyunjin ha salido de imprevisto. Supongo que es mi nombre ahora...

—¿¡Qué?! ¡P-pero! ¡E-es muy costoso! ¿¡D-de dónde sacaste tanto dinero y-y...

—Jeongin, tranquilízate... —'Hyunjin' sonrió y acarició los antebrazos de Jeongin en un intento de calmar sus nervios— Esto es algo que tú deseas. Realmente no costó nada porque se trataba de algo más importante que las ganancias de alguien más. Es tan simple como que tú lo desees, y yo te lo doy sin perder nada.

Jeongin resopló.
La situación era realmente confusa.

Pero, ¿y qué?
Él solo debía... disfrutar, ¿No?

—Está bien —cedió cabizbajo.

—¡Oh! ¡Jeongin hyung, lo siento! ¡Casi lo olvido! ¡Es tu cumpleaños 21! ¡Ven, ven! ¡Debo darte un obsequio!

Y no sabía cómo, pero ese muchacho le hizo sonreír con la pura acción de jalarle el brazo fuera de la habitación.

Incluso él mismo había olvidado su cumpleaños.

Pero él lo recordó.

Vaya..

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879 palabras.

૮ 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐛𝐮𝐧𝐧𝐲  ─  𝐡𝐲𝐢𝐧 აDonde viven las historias. Descúbrelo ahora