—¡No puedo quedarme aquí! ¡No lo soporto! ¡No puedo lidear con todo esto!

—¿¡Y qué hay de Neo!? ¿¡Te irás así nada más!?

—¿¡Crees que Neo es importante para mí en este momento!?

El pecho se me encoje al escucharla. Cada palabra que sale de su boca se siente como un golpe. Se me dificulta respirar con normalidad, pero no soy capaz de articular una palabra. Solo me encuentro aquí como clavado en el suelo sin poder moverme.

Antes de que pudiera hacer algo, Athan y Sarah se percatan de mi presencia y ambos se quedan estáticos. Lo que no me esperé es que los gritos llamaran a más audiencia. Veo a Apolo parado al fondo del pasillo mirando todo y también escucho acercarse a alguien detrás de mí. Y yo lo único que quisiera en este momento es que la tierra me tragara. No solo porque me siento como alguien desechable, sino que en esta ocasión en frente de todos.

—¿Neo? —Athan es el primero en hablar—. Neo, Sarah se marchará, di algo.

Quisiera hacerlo, quisiera gritar miles de cosas, muchas de las cuales no siento, pero ni siquiera soy capaz de eso.

Sarah que no parece saber como reaccionar intenta avanzar, pero es detenida por Athan.

—¡Suéltame! —exclama ella forcejeando para soltarse.

—No hasta que aclares las cosas —le responde mi hermano manteniéndose firme.

—¡No tengo nada que decir! ¡Suéltame!

Athan la sostiene con más fuerza y no puedo soportar más esta situación.

—¡Suéltala! —exclamo con todas las fuerzas que tengo e incluso esto me produce un profundo dolor.

—Pero Neo...

Sarah logra soltarse y comienza a avanzar llevando su maleta consigo.

—Déjala. Si quiere irse, soy nadie para evitarlo —digo aunque mis propias palabras son como fuego.

En el instante que pasa a mi lado nuestras miradas se cruzan por un segundo.

En cuanto escucho el sonido del elevador respiro con profundidad en un vano intento por tomar fuerzas de donde sea. Termino por recostarme en la pared y descanso mi cabeza en ella por un instante cerrando mis ojos. Me duele tanto que apenas creo poder mantenerme en pie. En el momento que mis piernas flaquean una mano detiene mi caída. Al abrir mis ojos no puedo describir mi sorpresa al ver que quien me sostiene es Basha.

Athan y Apolo llegan unos segundos después y me ayudan a ponerme en pie.

—¿Por qué no hablas con ella, Neo? Tal vez lo piense mejor —me dice Apolo.

Yo me limito a negar con la cabeza. Me encantaría decirles que lo último que me apetece en este momento es hablar del tema. Eso y golpearlos para que se callen.

—Apolo. Ella decidió irse. No todos tenemos tu suerte para que la mujer que amamos soporte la locura de nuestras vidas. No todos tenemos a una mujer como Phoebe que pelee con uñas y dientes por nosotros. Así que, Apolo. Hoy resérvate tus consejos. —refuta Basha con rabia.

Apolo se queda atónito por un segundo y aunque no estoy seguro del todo porque Basha dice lo que dice. Tiene razón en que Phoebe es una mujer fuera de lo común.

—Chicos, los están esperando abajo —escucho la voz de mamá a mis espaldas.

Todos se voltean a verla y yo aprovecho este pequeño momento en el que no soy el centro de atención para tomarme un respiro y tratar de poner mis pensamientos en orden. Aunque en mi pecho predominaba el dolor y quería volverme loco, mi mente en este momento tiene un enfoque muy distinto. En mi mente está presente que a Alejandra casi le hacen daño hoy en nuestras narices y que había que hacer algo al respecto.

SAGA LUX II | El amor de NeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora