Adicto a tus besos VI

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Sábado 02 de Mayo 2020

Amor, ser adicto a tus besos trajo consecuencia, nueve meses han pasado y ha nacido Florencia. A ratos quisiera perder la paciencia, pero recuerdo que ella nació por nuestra adicción y llena todo con su inocencia.

Amor no es que ya no te quiera, es que ahora mi desvelo es por ella, mira su hermosa sonrisa, su lindo llanto de madrugada, tranquila amor podés seguir durmiendo, yo me encargaré de la nena.

Jamás imaginé estar viviendo este momento, no se compara a nada de esta tierra, me aflora el alma de niño cuando está sonriendo, bella bendición nos dió nuestra adicción a los besos.

Amor yo tomaré tu lugar en la cocina, podés ir a darle la comida a la nena tranquila, no quiero ver tu hermoso rostro estresado, nueve meses en el vientre es para morir de cansancio.

No me imagino esa pequeña bolita en mi vientre, si fuese mujer quisiera experimentar lo que se siente, es maravilloso ser padre, más cuando al llegar a casa me esperan con ese deseo de abrazarte.

Su carita sonriente sus manos con chocolate, miro alrededor y todo es un desastre, si no fuese así la casa se sentiría vacía, amor tranquila te ayudaré, aún me queda energía.

La más bella de las sirenas aparece cuando le toca su baño antes de dormir, se siente como pez en el agua y eso me hace feliz, llena nuestro corazón de alegría, Florencia es real no una fantasía.

Ha pasado el tiempo y Florencia a crecido, llego a casa y me toma por sorpresa desprevenido, un joven está a la puerta de negro vestido, sale Florencia de casa y me dice papá; voy a la fiesta que me habías prometido.

Pasan los días y las visitas se hacen más recurrentes, pregunto quién es el joven y Flo me responde; papá el es Diego mi novio, perdona si no los presenté antes.

Intento contener la emoción, pero no puedo y se me rompe el corazón, llorar será el desahogo que necesito, alguien me abraza por la espalda y me dice; papá lo siento, pero ya he crecido.

Mi pequeña niña a crecido, y pronto se irá de casa dejando un vacío en nuestro interior, no asimilo del todo este momento, no sé si regañarla o darle mi bendición.

Pasan los meses y nuestra pequeña flor se nos casó, está de luna de miel y ahora es ella quien contrajo nuestra adicción. Es igual a su padre en su afán por conquistar, un besito no basta a la hora de amar.

Estamos solos en casa y rejuvenece nuestra adicción, un paseo por la habitación y analizamos la situación, no podemos retroceder el tiempo mi amor, pero la edad no es motivo para dejar de lado aquella vieja adicción.

Han pasado los meses y la nostalgia invade nuestro pensamiento, ya nos estamos haciendo más viejos, pero Flo nos da la noticia del siglo, seremos abuelos.

En camino viene Isidora, la nueva integrante de la familia, el detalle es que no viene sola, viene junto a Sofía, su melliza. La bendición de una nieta es bienvenido, pero serán dos las que llenen de la casa el vacío.

Isidora y Sofía contrajeron el mal de los abuelos, no pasa ni un segundo en que no nos llenen de besos, nuestra adicción sigue trayendo consecuencias, las paredes rayadas, las manos llenas de chocolate y solo pedimos a Dios un poquito de paciencia.

Isidora y Sofía contrajeron el mal de los abuelos, no pasa ni un segundo en que no nos llenen de besos, nuestra adicción sigue trayendo consecuencias, las paredes rayadas, las manos llenas de chocolate y solo pedimos a Dios un poquito de paciencia

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