Capítulo 8

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Kaylee

No puedo parar de reír. Hacía tiempo que no me reía de esta manera. Este chico es toda una caja de sorpresas.

—Al menos te piropea alguien, no te quejes —consigo decir entre risas.

—Lo dices como si no tuvieras ningún pretendiente —murmura extrañado, y me encojo de hombros.

—En efecto, pero no es algo que me importe —digo con sinceridad —Disfruto mi soltería.

—¿Y si... se llegase a dar el caso? —su pregunta me toma por sorpresa —Quiero decir, es una hipótesis.

—Pues... no lo sé, supongo que depende de quién se trate —pronuncio algo incómoda — ¿Podemos cambiar de tema?

—Sí, claro —carraspea —¿Qué vas a hacer ahora? —se da una palmada en la frente —Qué estúpido, te irás a dormir.

—Te equivocas, vecino —sonrío —Me masturbaré.

Su rostro se vuelve completamente rojo, y contengo mis ganas de reír.

—Es broma, veré alguna serie.

Abre la boca para hablar, pero la cierra. ¿Será que quiere decirme algo pero no se atreve?

—Vamos, suéltalo —lo animo —No te voy a comer.

—¿Puedo ir a tu departamento? —se aclara la garganta —Para ver contigo la serie, por supuesto, no me refería a...

—¿Follar? —frunzo el ceño. ¿Por qué le cuesta tanto decirlo? Cuando se quedó a dormir en mi casa el día que estaba borracha me aclaró que no hicimos el coito, y me quedé de piedra. ¿Quién demonios dice eso?

Él asiente.

—Por supuesto que no vamos a hacerlo nunca —río, rodando los ojos —Confórmate con ser mi amigo.

—¿Amigo?

—Si seguimos llevándonos bien, claro.

—Entiendo —chasquea la lengua —¿Entonces qué?

—Pues como estaré aburrida y prácticamente vivimos al lado... —finjo pensar —Acepto.

🔸️🔸️🔸️

—¿Quieres palomitas? —pregunto cuando llegamos a mi casa.

—No, gracias, no es bueno comer tan tarde —comenta ajustándose las gafas, y lo miro incrédula.

—Tú te lo pierdes —digo girando sobre mis talones —Yo sí comeré.

Cojo un taburete y me subo para alcanzar las palomitas, maldiciendo a Brandon por dejarlas aquí. ¿Acaso no se acuerda de que soy diminuta? Estiro mi brazo todo lo que puedo, pero es imposible.

—¿Te ayudo? —oigo su voz detrás de mí.

—Te lo agradecería, no todos tenemos la suerte de ser una jirafa.

—¿Me acabas de llamar jirafa? —dice con una sonrisa burlona.

—Efectivamente —pongo mis manos en jarras.

—Te quedarás sin ellas, entonces —advierte, cruzándose de brazos.

—No me jodas, vecino, con la comida no se juega —lo fulmino.

—Pídeme perdón y te las cogeré —enarca una ceja.

—Está bien —que todo sea por las adoradas palomitas —Perdón.

—Así me gusta, vecina —dice cogiéndolas sin ningún esfuerzo. Maldita sea, cómo lo envidio —Aquí tienes tu premio.

—¿Me estás llamando perra? —digo apretando mis puños.

—Claro que no —trata de contener la risa —Te ves muy adorable enfadada.

¿Eso es un halago?

—Eh... coge esos chocolates también —murmuro nerviosa. Él obedece haciendo una mueca.

—Dios santo, cuántas calorías para ese pequeño cuerpo —susurra sujetándolos.

—Para tu información, el chocolate es bueno para el corazón y también reduce el estrés —comento, sonriendo con suficiencia —Y no me importa ser pequeña, tengo lo mío.

Me bajo del taburete para meter las palomitas en el microondas y camino hacia la sala. A los pocos segundos él imita mi acción. Elijo la primera serie que parece interesante y nos sentamos en el sofá un poco separados.

Después de unos minutos la pauso para ir por las palomitas y vuelvo con más chocolates. Empezamos a comentar el capítulo a medida que avanza y, sorprendentemente, termino divirtiéndome con él.

—Eh... tienes chocolate en la boca —dice cogiendo un pañuelo de su bolsillo—Espera.

Se inclina para colocar el papel sobre mi comisura y me quedo sin respiración por su cercanía. Su rostro se encuentra a centímetros del mío. Mierda, no estaba preparada para esto. Lamo mis labios inconscientemente, provocando que su mirada baje hacia ellos, pero entonces se aparta con tal rapidez que me deja confundida.

—Será mejor que me vaya, es tarde y mañana tengo clases —pronuncia pasando una mano por su cabello.

—Está bien —asiento un poco decepcionada. ¿Qué demonios me pasa? No es como si el vecino me atrajera, ¿o sí?

—Adiós, Kaylee.

Al otro lado de la pared ©Where stories live. Discover now