Capítulo 1

22.5K 1.4K 583
                                    


Bruce

¿Por qué siempre me tenía que fijar en la persona equivocada?

Cuando comencé mi relación con Carol creí que marcharía bien, que sería la mujer indicada para mí. Nos queríamos, y pasamos unos meses maravillosos. Sin embargo, todo se volcó cuando ella empezó a celarse por cada mujer que me regalaba una sonrisa.

Yo me consideraba un chico amable y simpático, y ella confundía mi amabilidad con coquetería.

Quería obligarme a cambiar mi forma de ser, ya que sentía demasiada inseguridad. Yo trataba de hacerle ver que era la única chica de mi vida, y que sus celos no tenían ningún sentido.

Pero ella siguió.

Y yo no pude más.

Quien fuera mi novia, tenía que aceptarme tal cual era.

Por supuesto, ella se disculpó millones de veces, insistió en que la perdonase y que lo intentásemos de nuevo. Pero era tarde. Yo ya me había cansado.

Tiempo después conocí a Paula, una chica fantástica. Me perdonó a pesar de que me hubiera acercado solo a ella por un poco de dinero, y siguió siendo una estupenda amiga. No era muy difícil que acabara sintiendo algo por ella. No obstante, sabía que no tenía ninguna posibilidad, pues ella tenía novio. Ambos se querían como nunca había visto en una relación de hoy en día. Los ojos de Paula brillaban cada vez que lo veía, y, contra eso, yo no era nadie.

Así que aquí me encuentro, solo en mi apartamento; concretamente, recostado en mi cama, soñando con conocer a alguien especial, que me rompa los esquemas...

Así que aquí me encuentro, solo en mi apartamento; concretamente, recostado en mi cama, soñando con conocer a alguien especial, que me rompa los esquemas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tomo mi café tranquilamente mientras escucho las noticias de la mañana. Siempre me levanto con tiempo para no llegar tarde a la universidad. Odio la impuntualidad.

Después cojo mi teléfono, mis auriculares y mi mochila para dirigirme hacia el ascensor, donde me encuentro con la señora Sophie. Es la más viejita de la vecindad, tan chismosa como adorable.

—¿Ya te enteraste, hijo? —comenta cuando las puertas se cierran, y frunco el ceño. ¿De qué se supone que me tengo que enterar? —Ayer se instaló una nuevo vecina.

—Oh... qué bien —esbozo una pequeña sonrisa, pues no sé qué decir. Es lo más normal del mundo, ¿no? Supongo que será una mujer adulta, con algún hijo.

—Justo al lado de tu apartamento, donde vivía el señor Benjamin, que en paz descanse —añade, cogiéndome por sorpresa.

—Me presentaré en cuanto pueda con ella —afirmo.

—Toma, llévale estas galletitas. La comida siempre gusta —me tiende una pequeña caja.

—Muchas gracias, señora Sophie — pronuncio antes de guardarla en mi mochila —Es usted muy amable.

—Quién tuviera tu edad para conquistarte... bomboncito —la escucho decir bajito a mi lado, y contengo mis ganas de reír. Siempre tan atrevida esta mujer...

Me despido de mi vecina para luego caminar hacia la parada de bus. Durante el camino, chateo con mi mejor amigo, Austin, quien se fue hace meses a estudiar al extranjero con una beca. Estoy feliz por él, pero también lo extraño.

Supongo que la soledad es ahora mi mejor amiga. No tengo amigos aquí, mucho menos un perro que me ladre.
Ojalá eso cambie, o me volveré loco hablando solo conmigo mismo.

Cuando regreso de la universidad, saco las llaves con la intención de entrar en mi apartamento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando regreso de la universidad, saco las llaves con la intención de entrar en mi apartamento. De repente, algo hace   «click» mi cabeza, y observo el apartamento contiguo.

Lo había olvidado por completo.

Saco las galletas de la mochila y toco el timbre un poco nervioso. «Solo debes presentarte, Bruce. Sé amable».

Entonces la puerta se abre, pero no veo a nadie.

Alguien se aclara la garganta, y bajo la mirada. Oh, mierda, es una chica bajita. Para mi sorpresa, parece tener mi edad.

—Eh... yo... —me rasco la nunca, queriendo desaparecer de la Tierra —Soy Bruce, vivo al lado —señalo mi puerta. Ella me mira impasible, sin decir nada.

Me permito observarla por un momento. Su pelo castaño está recogido en un moño, sus facciones son agradables. Pero cuando recorro su cuerpo, me es inevitable hacer una mueca. Lleva un chándal enorme que no deja entrever nada de su figura.

Le entrego las galletas con la finalidad de que pronuncie algo. Un «¡Hola! Mucho gusto, gracias por las galletas» no estaría mal.

Pero lo que hace a continuación me deja pasmado.

Toma las galletas y cierra la puerta.

En mis narices.



_________________________________________

¡Hasta aquí el primer capítulo! Espero que les haya gustado 💕

¿Qué opinan de Bruce?

Al otro lado de la pared ©Where stories live. Discover now