Capítulo 3

14.3K 1.1K 179
                                    

Bruce

—¿Y... estudiáis o algo? —pregunto con curiosidad.

—Yo tengo un estudio de tatuajes —contesta el que creo que es Brandon, y alzo las cejas.

—Nosotros estudiamos Administración de Empresas —intervienen los demás. Vaya, me esperaba de todo menos eso.

—¿Y tú? —cuestiona el rubio, mirándome fijamente.

—Fisioterapia —comento, dándole un sorbo a mi coca-cola.

La vecina no ha dicho nada desde que me sirvió la bebida, y admito que me intriga un poco saber de su vida. Está sentada en el sofá, y me temo que se dormirá de un momento a otro.

—Y tienes novia, imagino —dice el rubio, y niego con la cabeza. La vecina parece haber despertado, porque me mira expectante.

—No, no tengo —me limito a decir.

—¿Pero eres hetero? —inquiere, y asiento —Vaya, una pena —ríe, yo frunzo el ceño, sin comprender —No te asustes, es que soy gay. Me llamaste la atención, solamente.

—Oh, yo... lo siento —digo rascándome la nuca.

—Tranquilo, no te preocupes —hace un ademán restándole importancia.

—Para qué tener novia si tenemos alcohol —interviene Dean.

—Cierto, las relaciones son una mierda —añade Brandon.

—Vosotros, los hombres, sois una mierda —comenta la vecina, haciéndome sentir ligeramente ofendido —Únicamente pensáis con el pene.

—No deberías generalizar —mascullo —Así como hay hombres que hacen daño, también hay mujeres. No siempre somos los malos en la historia.

—¡Eso es, tío! —los muchachos aplauden a mi favor, y la vecina me fulmina con la mirada. Para mi sopresa, no dice nada más.

—¡Que viva la soltería, carajo! —grita Brandon, levantando su cerveza.

La verdad es que los chicos me han caído bastante bien.

Tras charlar un rato más, decido que es hora de irme. No me gusta abusar. Me despido de ellos y la vecina me acompaña para cerrar la puerta.

—Oye... creo que no hemos empezado muy bien —digo girándome hacia ella.

—Algunas personas no congenian, simplemente —se encoge de hombros.

—¿Cómo te llamas? —inquiero. Ni siquiera se ha presentado, lo cual me parece de muy mala educación.

Cuando me percato de que no va a contestar, meto las manos en mis bolsillos y giro sobre mis talones.

—Kaylee, pero me dicen Kay.

Al día siguiente, cuando regreso de la universidad, no espero encontrarme con la vecina en el portal

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.

Al día siguiente, cuando regreso de la universidad, no espero encontrarme con la vecina en el portal. Lleva muchas bolsas, y no creo que pueda sola con ellas.

—Buenas tardes —saludo amablemente  mientras esperamos el ascensor —¿Qué tal?

Me ignora por completo.

Las puertas se abren y la dejo pasar. Entonces se produce un incómodo silencio. La miro de reojo con la esperanza de que diga algo, pero nada. Yo tampoco pienso hablarle. Tengo mi dignidad.

Las puertas se abren de nuevo y esta coge las bolsas como puede. Estoy seguro de que pesan más que ella.

—¿Te ayudo?

—No hace falta, puedo sola —pronuncia, pero justo en ese momento se le caen un par de bolsas —Joder —maldice.

—No seas terca, déjame ayudarte —agarro las bolsas y la sigo hasta su puerta. Ella saca las llaves, para luego dirigirse a lo que creo que es la cocina. Deja las bolsas sobre la encimera e imito su acción.

Hago una mueca al ver los platos sucios.

—Gracias, ya puedes irte —dice cruzándose de brazos.

Joder, esta mujer me va a sacar de quicio con su actitud.

—¿Por qué me tratas así?

—¿Como debería tratarte? —enarca una ceja.

—No sé, quizás con un poquito de amabilidad, al igual que yo a ti.

—¿Amabilidad? —ríe sin una pizca de humor —No seas hipócrita, aparentas ser un niño bueno pero por dentro solo juzgas a los demás.

—¿Juzgar?

—Sí, observas con desprecio mi ropa, mi casa, hasta a mis amigos —dice, y aprieto la mandíbula al escuchar lo último.

—Eso es mentira, tus amigos me cayeron bien.

—Sí, pero seguro que los prejuzgaste, sobre todo a Brandon.

—No lo juzgo, simplemente no es mi estilo —me defiendo —Además, todo el mundo tiene prejuicios.

—Pues te equivocas, yo no.

—Paso de seguir discutiendo contigo —mascullo, irritado —Piensa lo que quieras.

Acto seguido, abandono su casa.

Al otro lado de la pared ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora