XLIV

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—¿Mami se quedó en casa?

—Sí, hija, mamá no sentía bien y se quedó en casa, por eso vine yo a buscarte a la escuela —fingió una sonrisa Sebastien.

Una semana atrás, cuando se habían enterado que Charlize estaba embarazada, la castaña le había pedido no decirle nada aún a Giselle.

—Oh, entiendo. Tal vez debería ir al médico, ya lleva muchos días sintiéndose mal.

—Sí, le diremos luego que vaya.

—¿Tú también te sientes mal, pa? —le preguntó preocupada.

—No ¿Por qué lo preguntas?

—Es que te noto algo triste, no lo sé.

—No dormí bien, cariño, no te preocupes —le dijo tomándola de la mano, caminando ambos rumbo a su casa.

***

Ella casi no le hablaba, y aunque no le dijera que no, sabía que le molestaba que la abrazara. Ya no habían besos, ni palabras bonitas, nada.

Sebastien una vez más era un desconocido para ella, el culpable de su dolor, de haberla embarazado, de no haber respetado su pedido.

La ginecóloga le había explicado que las pastillas anticonceptivas que ella tomaba, no servían al estar con un chico bestia. Y mucho menos la píldora de emergencia, siempre debían tomar más de una.

Razón por la que los abortos eran legales en las primeras semanas en la isla.

Una vez más le arruinaba la vida, y ésta vez con dos bebés. Sebastien no podía sentirse más miserable. Esa ya no era su casa, pero tampoco sabía si irse era la mejor opción.

Ella ni siquiera quería hablarle.

Salió de la cama con cuidado, y la vio dormir, sintiéndose tan triste. ¿Por qué siempre tenía que cagarla? No podía estar cerca de ella, siempre terminaba lastimándola.

La tapó con las mantas, y luego salió de la habitación, fue hasta la de su hija, y vio que la niña dormía plácidamente, con un peluche de conejo que él le había regalado para navidad.

Charlize ya estaba casi de tres meses, y aunque la panza ya era pequeña, por ser gemelos, no le habían dicho nada a Giselle.

Y Sebastien no sabía que era lo que ella esperaba para hacerlo.

Buscó su abrigo, la billetera, y luego salió de la casa.

***

Charlize abrió los ojos, y al bostezar, y taparse la boca, notó que su otra mano estaba en su vientre. Suspiró con cansancio y la quitó.

Se giró en la cama, y notó que Sebastien no estaba ya. No sabía a qué hora lo hacía, pero él últimamente se levantaba muy temprano en la mañana.

Hacían el desayuno con Giselle, y luego la niña se lo llevaba a la cama.

Y la castaña no llegó a sentarse, que lo vio entrar en la habitación. Charlize miró la hora en el reloj que estaba sobre la mesa de noche, y vio que recién eran las ocho de la mañana.

—Buen día ¿A qué hora te levantaste?

—Temprano. Fui a comprar y te traje algo.

—¿Qué cosa?

Se sentó en la cama, y sacó de una bolsita de papel una tableta de pastillas.

—¿Para qué es eso?

—Yo busqué información, y miré unos videos también. No sé cómo funcionan en embarazos de bestias, así que llamé a la ginecóloga y le pedí que nos ayudara. Ella me dijo que debes tomar una cada seis horas, para que la droga haga efecto. Y cuando comiences con contracciones, debemos ir a la clínica.

—¿De qué estás hablando? —le dijo con el ceño fruncido.

La miró con tristeza y la tomó de una de sus manos, poniéndole la tableta de pastillas en la palma, antes de cerrar sus dedos.

—Es para que termines con todo esto.

—¿Qué? —pronunció molesta, queriendo quitar su mano.

Pero Sebastien no se lo permitió.

—No podría soportar arruinarte la vida una vez más, Charie —le dijo con lágrimas en los ojos—. Por favor hazlo, por favor, tómalas, tú no querías esto, y yo tampoco lo quiero ahora. Te juro que luego de que tú estés bien, me iré... Me iré y sólo vendré a ver a Giselle. No volveré a meterme en tu vida, lo juro. Tómalas, por favor —le pidió llorando, sin poder contener las lágrimas—. Jamás hubiese querido hacerte pasar por lo mismo, siempre te haga daño, siempre lo arruinó, por favor, hazlo, me iré luego, lo prometo.

...

😖😖😖

Sin míWhere stories live. Discover now