XVI

7.1K 835 126
                                    

—Gisse.

Siguió mirando la pared, abrazando una almohada.

—Hija, entiendo que estés molesta conmigo, pero no es mí culpa. He intentado conectarme con él, pero lamentablemente no saben dónde está.

Se sentó en la cama y le acarició suavemente el cabello.

—Amor, si aprueban el permiso, viajaremos a la isla. Quizás si él sabe que tú estás ahí, aparezca.

—Está bien.

Charlize sonrió suavemente y la abrazó, depositando suaves besos sobre sus mejillas.

—Te amo mucho, hijita, tú eres lo más importante para mí, y espero jamás lo olvides. Lo único que quiero, es que seas feliz.

***

Semanas después

—No estamos seguros de que él realmente viva aquí, pero los machos que viven por la zona, nos han dicho que vieron a un hombre con las características que tú nos diste.

—¿Y es peligroso que esté aquí con mi hija? —preguntó seria Charlize.

—Los machos saben que ustedes están aquí, descuide. De hecho, muchos de ellos ya nos han visto desde que entramos.

La castaña se giró, y miró hacia sus lados. Ella no había visto a nadie.

Giselle iba caminando en silencio, tomando la mano de su mamá. Ese oficial que las acompañaba les había dicho que no sabía si su papá vivía allí, y ella esperaba que así afuera.

Deseaba mucho poder conocerlo.

—¿Está muy lejos la casa donde vive?

—No mucho, ya falta poco para llegar.

Continuaron caminando unos veinte minutos más, y a los lejos pudieron visualizar una cabaña. El rostro de Giselle cambió completamente al ver aquello, emocionada.

—Esa tal vez puede ser su-

—¡Papá! —exclamó Giselle soltándose de su madre, corriendo hacia la casa.

—¡Giselle! —pronunció asustada Charlize, corriendo detrás de su hija.

La niña llegó hasta la puerta, y golpeó varias veces.

—Papá, abre papá.

La castaña llegó hasta su hija, y la abrazó a ella, alejándolo de la puerta.

—¿Cómo se te ocurre hacer una cosa así? ¿Acaso no escuchaste lo que dijo el oficial? Aquí viven... Hombres salvajes —murmuró cuando la puerta se abrió, y un macho musculoso, tatuado, salió de la casa.

Charlize se quedó sin habla, y la niña aprovechó el desconcierto de su madre, para soltarse y acercarse a él.

—¿Eres Sebastien? Yo soy Giselle, soy tu hija, papá.

Él miró a la niña, y luego a Charlize, frunciendo el ceño, logrando que se estremeciera.

—Sebastien, la niña quería conocerte, y su madre la trajo hasta aquí, es por eso que las acompañé —explicó el oficial.

—Está bien, gracias —pronunció en un tono monótono.

—P-Papá ¿Puedo abrazarte? —le preguntó en un tono bajo, al borde de las lágrimas.

Sebastien miró a la niña, y luego se agachó para abrazarla, sintiendo los delegados brazos de ella alrededor de su cuello.

—Quería conocerte, papá, quería mucho conocerte. Yo también te amo, y... Me hiciste mucha falta —le dijo cediendo a las lágrimas—. Quiero quedarme contigo.

***

El oficial se había ido, luego de comprobar que Sebastien no era una amenaza para la niña y Charlize, y las dejó un tiempo a solas con él, avisándoles que regresaría a buscarla al atardecer.

Giselle se había dormido en la cama de Sebastien, luego de que él le leyera un cuento, que la niña había llevado, cumpliendo otro de sus sueños. Qué su papá le leyera.

Charlize vio a Sebastien salir de la habitación, y a la niña dormir.

—Gracias por aceptarla, ella realmente quería conocerte.

—¿Me agradeces que acepte a mi hija?

—Sí, porque renunciaste a ella.

Afiló sus pupilas al escuchar aquello, y prefirió ignorarla.

—Te ves muy diferente, cambiaste mucho en estos siete años.

—Prueba vivir en la selva entonces —pronunció indiferente.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué decidiste venir aquí?

—Bueno, Charlize ¿Crees qué es seguro que un drogadicto, borracho y violador viva en un lugar lleno de mujeres? Yo no —gruñó.

Ella bajó la mirada, y negó con la cabeza.

—Lo que pasó aquella vez, yo... Estaba muy dolida, y molesta, y dije muchas cosas sin pensar.

—Claro.

—Sólo estaba resentida contigo, Sebastien. El tiempo ha pasado, y veo las cosas de otro modo, y sé que no debí decir todas esas cosas de ese modo. Yo tal vez... Debí medir mis palabras.

Él la miró y no dijo nada. No era estúpido, ella simplemente había dicho todo lo que sentía y pensaba en ese momento.

...

Sin míWhere stories live. Discover now