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Desperté muy temprano esa mañana.

Ese día me reuniría con mi familia...

Entre a la cocina después de arreglarme, Adler estaba sentado en la mesa, parecía todo un hombre de negocios, porque lucia muy bien en traje. Había una segunda bandeja de desayuno y supuse que era una especie de ofrenda de paz, puesto que llevábamos dos días sin dirigirnos la palabra.

Le di los buenos días, tomé una taza con café y subí a la terraza, no me apetecía desayunar, necesitaba fumar, los nervios me atacaban ferozmente...

Tenía la cabeza hecha un lío, no solo era la reunión con mi familia, también estaba el Sr. Kruspe y sus tres mil llamadas perdidas y un solo mensaje!

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Sr. Kruspe:
< A qué juegas Minerva? >
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Me lo imaginaba, mirándome malhumorado, de brazos cruzados.

Mire nuevamente la pantalla de mi móvil y suspire con frustración ...

Ay Sr. Kruspe... si quisiéramos jugar, ya estaría comiendo de nuestras manos dijo mi diablita interior viéndome de mala gana.

Yo también siento tu molestia le dije gruñendo, ya harta de ella...

Bloqueé mi móvil y lo tire a un lado.

Ahora debía prepararme mentalmente para lo que me venía...

Fueron más de dos horas de viaje, hasta que llegamos a la Mansión de mis abuelos

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Fueron más de dos horas de viaje, hasta que llegamos a la Mansión de mis abuelos...

Aparcamos en la entrada, dure un rato más antes de bajar del auto, me estrujaba las manos con nerviosismo hasta que Adler las tomo cubriendolas con las suyas:
- Tu puedes, esto y mucho más me dijo dándome ánimos.
Sentí una oleada de coraje y le dije:
- Acabemos con esto - bajando del auto...

Mi abuelo se encontraba en su lecho de muerte, muchos aparatos alrededor de su cama lo mantenían aún respirando, aquella escena me llevo el alma hasta los pies, amaba tanto a ese viejo que corrí y apoye mi cabeza sobre su pecho mientras las lágrimas me brotaban de los ojos...
Ya más calmada baje a uno de los despachos, estaban todos esperando por mi, cuando entré sentí como la sangre se me helo al ver a el bastardo de mi padre, estaba parado frente a uno de los grandes ventanales viendo hacia los jardines...

 Ya más calmada baje a uno de los despachos, estaban todos esperando por mi, cuando entré sentí como la sangre se me helo al ver a el bastardo de mi padre, estaba parado frente a uno de los grandes ventanales viendo hacia los jardines

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Eres Prohibido... • Richard Z Kruspe • (Editando)Where stories live. Discover now