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Capítulo 07: Imprudente.

[Andromeda]

Después de algunos minutos en los que pudimos ser capaces de descansar, nos pusimos en marcha. El plan era hacer una apertura en la cual podríamos después cavar —Sería más fácil si tan sólo abrieramos camino con la misma técnica ¿Sabes?— Aquel mismo chico que comenzaba irritarnos a los cuatro, comento como si fuera una tonta que sólo le gustaba perder el tiempo.

—Lo sé— Su gesto de irritación me hizo saber que realmente creía que era una tonta —Pero sí hacemos eso, entonces la cuartada se vendrá a bajo y nosotros quedaremos cepultados. Muy ajeno a eso, podíamos ser capaz de llamar la atención del exterior por el sismo que podríamos causar, y nos descubririan por el menor de los ruidos y acción.

Quedó en silencio, mirándome con asombro —Disculpalo, en verdad no es alguien que se pueda tratar con facilidad. Se unió a nosotros tras hacernos un berrinche de al menos dos horas para que lo dejáramos ser un caballero Sacro— Jim lo apartó de mi radar y se lo agradecí.

—Que imprudencia— Comentó Nanashi pasando a nuestro lado. Suspire y mire a Jim.

—Sabes que el título de caballero Sacro no se le da a cualquiera, y mucho menos a los que tienen falta de razón y corazón— No soy mucho de despreciar a las personas, pero aquel chico había llegado al límite simplemente con sus comentarios.

—Lo sé, pero en tiempos de desesperación hasta la más mínima ayuda es un gran apoyo— Me encogi de hombros y seguimos con el trabajo.

La primera hora había pasado desapercibida, todos nos dedicamos en abrir la brecha.
La segunda hora entramos en la labor de expandirla.
Y las siguientes cinco horas fueron la tortura inaudita, pues nos enfrentamos a diferentes tipos de mounstros terraneos. Estábamos exhaustos, con sed y hambre y aún juraba que no estábamos a la mitad del camino.

—¡Ya estoy harto!— Habíamos parado un par de segundos para recobrar aire tras acabar con la manada de reptadores. Giramos hacia el chico, quien tras elevar su espada hizo temblar la tierra y una muy densa capa de tierra nos ahogo en el pequeño lugar en el que nos encontrabamos.

El muy mal nacido había hecho lo único que pedí que no hicieran.

El pequeño sismo se detuvo, y la dificultad de respirar era sólo uno de nuestros problemas —¡Imbecil! ¿QUÉ CREES QUE ESTABAS HACIENDO? ¿TRATAS DE MATARNOS?— Arthur trató de separar a Tadashi del chico, quien no se quedó atrás y también tomó del cuello al pelinegro. Rápidamente sus amigos lo apoyaron y ya estaban a su lado para atacar si es que Tadashi lo hacía... Me puse de pie y quedé a lado de Arthur y Tadashi, mirando desafiantes a los caballeros Sacros que estaban a la defensiva.

El ambiente se lleno de una tensión y con el más mínimo movimiento de espada, se dejarían venir hacia nosotros —¡Basta!— Jim se interpuso entre nosotros y ellos —¡Ya basta!— Suspire y me relaje, alejando a Tadashi del lugar.

—Yo me hago cargo— Arthur me sonrió y después tomó a Tadashi de los hombros para alejarlo de nosotros.
Gire y mire al chico, me acerque a él y sin contenerme le solté una bofetada.
Las exclamaciones no se hicieron esperar y Jim tomó mi mano para alejarme de él.

—¿Qué crees que estas haciendo?— Me solté de su agarre y ladee mi cabeza en signo de molestia e indignación.

—¿Quieres que pretenda que no hizo nada? Su falta de prudencia pudo habernos matado, y quiero que recuerdes que hay demonios arriba de nosotros que no pasarán por desapercibido su acción— Todo quedó en silencio —No me importa el título real que tenga, no permitiré que por alguien todos sus sacrificios se venga a bajo... No lo permitiré.

Cuando termine de hablar tierra cayó sobre encima de nosotros. Un ligero temblor nos hizo saber que se acercaban, pues sonaban como grandes pisadas y seguía cayendo tierra.
Fuimos incapaces de movernos y actuar, esperamos a que los pisotones cesarán y nada malo sucediera.

Cinco minutos de silencio, seis, siete, ocho...
Casi podía escuchar mis latidos retumbar en mi pecho.

—¡Los civiles!— Arthur corrió fuera del túnel que estábamos creando y todos lo seguimos casi al instante.

Los gritos desgarradores de las personas alteraron todos mis sentidos y casi como acto de reflejo los esquive a todos los que corrían hacia nosotros.

Llegue al frente y suspire con alivio, había sido sólo un reptor de tierra. Todos llegaron a mis espaldas y volvimos a quedar en silencio, mientras aquellos tres caballeros que se quedaron con los civiles se veían confusos por nuestra repentina aparición —¿Qué? ¿Sucedió algo malo?— Preguntó la mujer.

Arthur giro a verme y sonrió aliviado, pasó por a lado del chico y golpeó su hombro con el de él.
Ahora nadie detuvo a Tadashi quien lo miró amenazante.

(...)

Suspire y limpie el sudor que bajaba por mí frente, deje de cavar y mire a Arthur.

Su espalda se contraía con cada picazo que daba a la tierra, sus brazos se marcaban más y el sudor lo hacía ver jodidamente excitante. Jadeaba por el esfuerzo que estaba ejerciendo y tras minutos de trabajo se puso recto y pude apreciar su trabajado cuerpo, el cual comenzó a tomar mucho más musculatura estos meses y por si fuera poco sus facciones estaban cambiando.

—Majestad— Gire y mire a la mujer que me ofrecía un vaso lleno de agua, le sonreí y se lo agradecí.
Bebí hasta la mitad, antes de sentir que alguien alejaba el vaso de mis manos. Iba a protestar, pero Arthur me sonrió con diversión antes de terminarse el líquido.

—Deja de verme, no puedo trabajar sabiendo que me estas comiendo con la mirada— Me reí y bese su mejilla, sin embargo me aleje de él con una mueca —Yo no te dije que me besaras— Ambos reímos —¿Qué sabe?

—Sudor y tierra, iugh— Hice una mueca de repulsión y esta vez mi risa fue interrumpida por sus labios contra los míos.

—Bueno, tu sabes tan dulce como siempre— Lo golpeé y ambos seguimos con nuestro trabajo.

—El día en que dejemos de ser tan empalagosos...— Me miró —Espero que estés preparado para eso, porque se vendrá una tormenta peor que esta— Arthur borro su sonrisa y miro sus acciones.

—Lo sé, por eso quiero derramar tanta miel que pueda ahora, para que el impacto sea menos grave— Comenzó a cavar. Yo me detuve y lo observe, creyendo lo contrario a sus palabras.
Porque la miel sólo empeoraria las cosas.

 Porque la miel sólo empeoraria las cosas

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No esperes a que permita nuestra condena.

𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 "ᴬʳᵗʰᵘʳ ᴾᵉⁿᵈʳᵃᵍᵒⁿ" Where stories live. Discover now