⚡Capítulo 40: Ángel Caído

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Yo seguía acostado en los asientos de atrás del auto, con los ojos cerrados, no respondí a la pregunta de Zack y él tampoco insistió en volverme a preguntar.

Zack se había alejado, yo había sido uno más para él, pero Connor entró una noche a mi casa y destruyó las paredes. Sospeché de Zack, así que lo busqué, yo mismo lo contacté y lo encontré. Ya comenzaba a envolverme en problemas sin darme cuenta.

Zack me ofreció un trabajo, lo hizo de buena manera y yo lo acepté, me involucré más en su vida, tuve el valor de volverme a acostar con él. Sin darme cuenta había comenzado un juego entre los dos, sexo solo por diversión y placer.

Un juego no aptos para mentes débiles como la mía.

El auto paró y Zack se bajó, abrió la puerta de los asientos de atrás y me tomó para nuevamente colocarme en su espalda.

— Hiciste mucho ejercicio, se te notan más los músculos y ahora pesas más— Comentó Zack en voz baja tratando de animarme.

Yo no respondí, no tenía ánimos de hacerlo, de pronto mi vista se aclaró y pude ver nuevamente, estábamos en su casa, en la mansión Jhonsson.

El señor Jhonsson estaba parado en la entrada, corrió hasta donde estaba Zack para ayudarlo conmigo.

— Hijo, ya arreglé tu habitación como me lo pediste, no creí que esos imbéciles dejarán a Adrián en ésta condición— Dijo el señor Jhonson con preocupación— Tenía tiempo sin ver al joven Adrián, nunca me lo imaginé verlo así.

—Yo tampoco tío— Respondió Zack con tristeza mientras aún cargaba conmigo.

Subió las escaleras aguantando mi peso, caminó por el pasillo hasta llegar a su habitación, ahora ésta tenía dos camas, una a la izquierda y otra a la derecha, Zack me acostó en una de ellas.

— Adrián— Pronunció el pelinegro— Te quiero.

No respondí, me sentía miserable e inútil.

Zack salió de la habitación y cerró la puerta, yo seguí acostado en la cama sin moverme, mirando a un punto fijo en la habitación. De pronto escuché detrás de la puerta la voz del señor Jhonson:

— Hijo, no es tu culpa.

—¡Claro que la es!— Exclamó Zack con enojo— Yo lo metí en todo éste problema, fui a buscarlo para solucionar las cosas y lo que hice fue empeorarlas.

Al juzgar por la voz de Zack, juraría que estaba llorando.

De pronto nuevamente entró en la habitación, traía consigo algo de ropa.

— Mi tío preparó ésta ropa para ti, no es mucho pero...— Su voz se cortó, él aguantaba las ganas de llorar— Mañana saldré a comprarte más... Después de todo, todo ésto es mi culpa.

En realidad, yo era el verdero culpable de todo lo que me pasaba, fuí un estúpido al intentar tener algo serio con Zack, desde un principio él me había dicho que solo lo hacíamos para complacer las necesidades del otro, pero yo quería más, intenté decírcelo esa noche de su cumpleaños, pero fallé, esa noche todo terminó mal.

Después de eso creí en las palabras de Ryan, un tipo que apenas acababa de conocer, confíe más en sus palabras que en las palabras del chico que dió su vida por mí. Si tan solo me hubiese quedado al lado de Zack, nada de ésto hubiese ocurrido, me hubiera dejado llevar por el placer, hubiera estado a su lado sin importar qué, y quizás, sólo quizás, se hubiera presentado la oportunidad que quería, el que Zack y yo fuéramos novios.

Pero yo tuve que complicar todo y mi mente débil no pudo con todas esas complicaciones que yo mismo creé.

— Tu no eres el culpable de nada— Respondí  en voz baja.

Zack se sorprendió ante mi respuesta, pensó que nuevamente no le respondería.

— Zack— Pronuncié llamando la atención del mismo— Ya me cansé de todo ésto.

Quizás, nunca salga el sol porque las nubes grises no lo dejarán brillar, quizás nunca pase la tormenta porque la dirección del viento no está a nuestro favor, puede que nuestra vida siempre sea una tormenta, porque no todos tenemos un final feliz...

—¿A qué te refieres?— Me Preguntó con los ojos llorosos.

— Nunca es tarde para darle un giro a las cosas ¿Verdad?— Sonreí.

Zack no entendía a lo que me refería pero sonrió igualmente.

— He cometido muchos errores— Comenté— Pero nunca es tarde para comenzar hacer las cosas bien— Dije sentandome en la cama.


— Adrián ¿Que piensas hacer?

— Pienso salir de toda ésta tormenta, pero solo lo lograré con tu ayuda.

— Claro— Respondió sin pensar— confía en mí para cualquier cosa— Respondió Zack con emoción.

...Pero si alguna vez un relámpago te ilumina el camino, quizás sea el relámpago que te ayude a escapar lejos de la catástrofe, pero también puede que sea el único rayo de luz que veas durante toda la tormenta...

— Perfecto, porque colocaremos todas las cosas en su lugar— Respondí con felicidad.

Mi felicidad había vuelto.

—¿Por qué estás tan felíz de repente?— Me Preguntó.

...Lo importante es ser feliz y enfocarte en lo que más te anima en los momentos más difíciles.

— Zack, estoy felíz porque encontré mi rayo de luz en toda ésta tormenta, siempre estuvo delante de mi y nunca lo ví, que ingenuo fuí,  pero ahora que lo encontré, no lo dejaré ir, no te dejaré ir, porque tú, Zack Jhonsson, eres mi rayo de luz.

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