1- Duelo

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Corría como si mi vida dependiera de esl.El viento me batía el cabello y pequeñas hebras se atravesaban, el pecho me ardía por la rápida entrada de este y el gran trabajo que hacía, los músculos chillando, pero aun así no me detuve. Nunca lo hacía. El día estaba nublado, gris, me encantaba.

Hacía frío pero el trabajo físico lo contrarrestaba. Esquivaba ramas y troncos caídos. Mi respiración superficial debería ser una señal, pero no me detengo. Falta poco.

¿No acabas de pisar una ardilla?

Lo dudo.

No puedo llegar tarde.

─¡Sapphie!─Grita Jerome desde la cabaña.

Oh no.

Vivimos allí desde hace un par de años desde el último percance en el que nos tuvimos que mudar desde otra ciudad, acá, donde se supone nadie nos conoce, manteniéndonos al margen de todo en todo lo posible.

Llegó con el alma al suelo a las escaleras de la entrada, lamentando haber nacido.

Vivimos aquí, en medio de árboles un poco alejado de la carretera que va hacia el pueblo. Hay flores silvestres y un espantapájaros de adorno que tiene nombre, Floripondio. Da una sensación de paz y se lo atribuyo al olor a tierra. Luce un poco antigua, clásica.

─¡SAPPHIRE!─habló nuevamente mi padre con un tono más fuerte sacándome de mis pensamientos.

Es irónico, pero suelo quedarme atrapada en mis pensamientos, con mi propia conciencia. Totalmente ensimismada.

¿Quién no? Soy la mejor conciencia que pueda existir.

Que conciencia tan arrogante.

─¡Voy! Ya llegué.

A medida que entraba tuve un sensación extraña que se acentuó en mi. Aquella sensación provocada por un futuro incierto, de saber que algo viene pero no saber qué.

Ansiedad, le dicen; se puede tratar.

Llegué y allí estaba en la cocina terminando los preparativos, olía... Bien, extrañamente. Cuando le tocaba cocinar se limitaba a preparar lo mínimo para sobrevivir, como si estuvieramos en medio de la guerra.

¿Por qué se cortaba el pelo cómo si estuviera en la milicia?

Cuando llego al comedor el olor de la cena me recibe gustoso. Me senté, y nadie dijo ni una palabra, se veía perdido en sus pensamientos. Mientras tanto Bryo, mi hermano, hablaba de trivialidades a lo que yo trataba de prestar atención, lo juro que lo intenté.

Pero cuando ya estaba mareada y a punto de rendirme Jerome habló,─Bryo.

─¿Si?

─Sube a tu habitación-Se dirigió con voz de mando, firme y fuerte.

─Pero...

─Ya terminaste, sube- habló más fuerte.

─Adiós Sapphie─dice ya resignado y fastidiado evidentemente, soltando un suspiro.

INTELIGENCIAWhere stories live. Discover now