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"Podrías bajar mi nivel de preocupación, solo necesito que me digas que estamos bien..." Level of concern, Twenty One Pilots.


— ¿Y en dónde estuviste todo el día? —mi hermano habló mientras ambos veíamos una película junto con Donna.

— ¿No asististe a clases? —ella preguntó con voz grave y tono desconcertado, pausando el filme.

— No —admití— Salí con alguien.

— ¿Estás de joda? —suspiró el rubio oxigenado de mi hermano, ambos tenían su atención puesta en mí.

— No, no estoy de joda —escupí con rudeza.

— ¿Es Frank? —mi madre miraba la escena incrédula, pues parecía no estar entendiendo nada de lo que sucedía.

— Sí, me he enamorado —sonreí ante el recuerdo vago de ésta tarde, la cual había pasado con él.

— ¡No lo puedo creer! —chilló— Eres un maldito malcriado.

— Gerard, tenemos que hablar —fue lo que Donna musitó levantando el tono de su voz.

Debido a lo anteriormente ocurrido, me vi en la obligación de seguir a mi madre hasta su habitación. Probablemente estaría molesta, o tal vez me diría que era momento de alejarme de aquel chico, no podía siquiera imaginarme lo absurdo que sería. Ella cerró la puerta y una sensación incómoda se presentó en la boca de mi estómago.

— No me pidas que lo deje —rogué sin dejar que ella hablase primero— Él no es malo, lo juro, ya lo sabe y se lo ha tomad bastante bien... ni siquiera me ha alejado, es más, hasta le gusta mi manera de ser.

— Gerard, ¿quieres dejarme hablar por un momento? —ella rió— Sé quien es el chico.

— ¿Qué? —mi confusión fue enorme.

— Te conozco tanto, y supe desde hace un par de días que algo había cambiado —confesó— Jamás habías usado productos para el cabello ni colonia hasta que Frank llegó.

— E-Eso no es cierto —dije nervioso.

— ¿Piensas traerlo a casa?, muero de ganas porque me lo presentes de manera formal, soy tu madre después de todo —ella actuaba algunas veces como una adolescente, me encantaba poder confiar de esa manera en ella.

— ¿No te importa? —estaba sorprendido.

— No, eres mi hijo y quiero lo mejor para ti —sentí mis ojos llenarse de lágrimas saladas que después salieron por sí solas.

— Te amo, mamá —ella me acogió en sus brazos, haciéndome sentir como si no hubiese nada malo en mí o mis decisiones.


Fue difícil convencer a Mikey de que en verdad Frank no me alejaría o haría daño, pero aún cuando creía que ya lo había convencido, otras miles de dudas comenzaban a llegar a la mente de mi torpe hermano; pero debía resolver todas y cada una de ellas, pues no quería perder a ninguno de los dos.


[...]


— Viniste... —me acerqué a Frank, envolviendo su cuerpo pequeño en mis brazos, tenía su nariz ligeramente roja y llevaba, al menos, dos suéteres puestos, su sudadera deportiva y una especia de bufanda.

— Hola —me sonrió y besó mi barbilla.

— Hoy te presentaré de manera formal con mi familia —hablé yo ésta vez— Excepto por Donald, al parecer está en un viaje de trabajo o algo similar, no entendí bien lo que dijo mi madre.

— ¿No crees que es demasiado pronto? —él pasó sus pequeños brazos por mi espalda.

— Nunca es demasiado pronto, y quiero hacerlo antes de que piensen que ya estoy saliendo contigo —él soltó una risa nervisa.

— Bien, solo que ni siquiera estoy vestido para esto —dijo con una mueca, separando su cálido cuerpo del mío— Y me veo fatal.

Observé su rostro con detenimiento, sus ojeras eran notorias por el fuerte resfriado que tenía. Su nariz roja, el resto de su bello rostro era pálido. Y, finalmente, hablando de su cabello... sonreí inevitablemente, era un gran desastre, pero era perfecto y más de lo que yo quería aceptar. 

— Te ves perfecto, Frank —Mikey llegó hasta donde estábamos, carraspeando para llamar nuestra atención. 

— Hola —el más pequeño, Frank, habló de manera amistosa, recibiendo una mirada molesta de parte de mi hermano

— Hola, Frank Iero —su tono frío provocó que la sonrisa del mencionado se borrase.

— Creo que debería ir a clase —Frank me dio una mirada tierna y avergonzada antes de comenzar a andar por el pasillo y después desaparecer entre la multitud de estudiantes.

— ¿Por qué tanto odio si no lo conoces? —con fuerza, apreté mis puños.

— No lo odio —bufó— Es solo que no me da buena espina, eso es todo.

— Trata de darle una oportunidad, te lo ruego, Mikey —despeiné algunos mechones de su rubio cabello.



A la hora del almuerzo, Frank me miró desde la entrada a la cafetería con una sonrisa inocente, pero fue abordado por Jamia. La sonrisa de la chica era tan impura como las intenciones que tenía con Frank, la miré con odio provocando que mi hermano y Lindsey soltaran una risa divertidos.

— ¿Por qué estamos comiendo aquí? —la insoportable voz de Jamia comenzaba a agotar mi paciencia.

— Porque Gerard y Mikey necesitan nuevos amigos —Lindsey dijo y me percaté de que Ray apenas alzaba la mirada, sus mejillas estaban sonrojadas pues Mikey intentaba entablar conversaciones con él.

— Maldita sea —Frank maldijo por lo bajo, mirando la pantalla de su móvil.

— ¿Ocurre al... go? —antes de haber terminado la oración él se había marchado a toda prisa.

Me puse de pie y comencé a seguirlo, pero Jamia fue más rápida y hábil, ella llegó hasta donde él, ambos murmuraron algo que no fui capaz de entender, después de eso ella lo aprisionó en un abrazo.

— Maldita hija de... —me callé, golpeando un casillero para regresar hasta donde mi amiga y hermano estaban.


[...]


— ¿Crees que me veo bien? —Frank llegó hasta mi casillero, tenía su largo cabello cubierto por la capucha de su chaqueta, y sus mejillas eran tan rosadas.

— Si, te ves genial —dije cortante, la imagen de Jamia abrazándolo aún seguía presente en mi mente.

— ¿Estás molesto? —habló él, colocando sus manos sobre su cintura.

— No —negué manteniendo el mismo tono en mi voz— Solo estoy cansado.

— En tal caso, tal vez no sea del todo bueno que vaya contigo —sacudí la cabeza confundido.

— ¿Por qué?

— Pues porque estás cansado, tonto —suspiró antes de reír— Aunque creo que estás molesto y no cansado, como sea, será mejor que vaya a casa.

— No —contradije— Quiero que vengas conmigo, por favor.

— ¿Gerard Way diciendo por favor?, creo que mi dosis de medicamentos es más alta de lo que esperaba —le hice un gesto de desagrado.

— Idiota —él carcajeó, ahora entendía lo que él sentía cuando me llamaba idiota.


N/A: me siento miserable durante esta jodida cuarentena.

bipolar || FrerardKde žijí příběhy. Začni objevovat