Prólogo

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Nunca pensé que una persona podría llegar a odiar tanto a otra.

Nunca pensé que sería yo la que estuviera consumida por un sentimiento tan profundo y destructivo.

En este punto de mi vida, solo quiero venganza.

O eso es lo que te hubiera dicho, hace algún tiempo.

No me mires así. Sé que te prometí que asesinaría a cada persona que me lastimó desde que me mudé al misterioso pueblo de Ellenville Rain, pero tranquilo. Ya verás que sucede algo mucho mejor.

Hasta hace unos años, pensaba que no podía irme sin darles su merecido. Sin hacerles sentir por lo menos una vez lo que yo sentí por tanto tiempo. Entonces se me ocurrió una grandísima idea, que luego se convertiría en una grandísima idiotez: Apuntar sus nombres en un diario.

Al principio, fue algo así como una lista de nombres, pero luego se convirtió en algo peor.

En lo que de forma muy original, llamé: "El diario de la muerte", se encuentran no sólo los nombres de las personas de las que juré vengarme. Si no también una forma cruel de asesinar a cada uno.

¿Cómo pasé de una simple venganza a asesinar a cada uno de formas horribles? Pues no estoy muy segura, pero no te asustes. Ya no pienso en eso... Tanto como antes.

Con el tiempo, me di cuenta de que jamás podría hacerlo. No porque no quisiera, aún lo deseaba más que nada. Sin embargo, tengo dos razones para contener mis impulsos asesinos:

La primera y más importante: Mi madre.

No puedo imaginar cómo se sentiría si se entera de las atrocidades escritas en ese diario y sería aún peor si asesino a alguien. ¡Tal vez hasta le da un infarto!

La segunda: El simple deseo de una vida normal.

No soy una experta en el tema ni poseo una inteligencia excepcional. Así que, por más que investigue como deshacerme de la evidencia, estoy segura de que mis huellas quedarían por algún lado u olvidaría algún detalle que me delataría. De esta forma, me atraparían y llevarían a prisión.

Entonces decidí olvidar y conservé el diario como un recordatorio, de un deseo que podría hacer realidad si me llenaba de valor algún día, pero que de cumplirse traería consecuencias devastadoras consigo. En pocas palabras, algo que no debo hacer jamás.

En fin. ¿Por qué fue una grandísima idiotez escribir esas cosas?

Oh, ya lo verás.

Todo comenzó aquel fatídico día:

El día que el diario desapareció.

El diario de la muerte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora