21. Extrañas coincidencias

735 98 29
                                    




...

C A P Í T U L O  21

«Existen destinos peores que la muerte. Sobre todo, para quien lo merece, como tú»

...


Nunca había estado en una situación como esta.

Solo me quedé inmóvil, observando aquella sombra frente a mí.

Siempre me había quejado de que los protagonistas se quedan congelados en los momentos menos oportunos, pero realmente no podía mover ni un músculo de mi cuerpo. Oh, el karma era algo que empezaría a golpearme poco a poco. Esto todavía no es nada.

El desconocido tampoco se movió un solo centímetro. Me observó desde su sitio en silencio, como si estuviera analizando mi reacción, aunque, por un segundo, pensé que él tampoco sabía qué hacer.

Una gota de sudor frío resbaló por mi frente mientras contemplaba las posibilidades. Lo primero que llegué a mover fue la mano, apretando la lámpara que sostenía con ella, pero mi reacción pareció ser un detonante porque el desconocido se movió al mismo tiempo. Fue tan rápido, que no fui capaz de asimilar todo lo que pasó si no hasta al segundo siguiente.

Lo único que vi fue que se abalanzó sobre mí, como si quisiera hacerme caer de espaldas al suelo. Mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, mi visión se nubló y mis oídos emitieron un pitido. Entre toda la adrenalina y confusión que sentí, alcé la lampará y lo golpeé con fuerza en la cabeza.

Entonces, cayó al suelo con un estruendo.

Y un espeso silencio se apoderó de la habitación.

Ay, Dios.

¿Lo maté?

Que importa, se metió a mi casa. ¡Podía hacerme algo! Solo lo golpee para defenderme. No importa. No importa.

¡Con un demonio que sí importa!

Mierda. Mierda. Mierda.

No puedo llamar a la policía si lo maté, levantaría muchas sospechas.

Ni si quiera puedo llamar a la policía así este vivo, porque la mayor prueba, el diario, estaba aquí, en mi habitación. No me preocupé por las otras pruebas, como ropa u objetos como el anillo y el collar de Emillie y Lillian porque 1, ya no tenían sangre y 2, estaban perfectamente camuflados entre mis cosas, así que pasaban como míos, pero estaban aquí, al fin y al cabo.

Si es el asesino y lo atrapan puede decir que somos cómplices o que yo hice todo y quería deshacerme de él o algo. Todo me señalaba como sospechosa y lo peor es que había vuelto a tener el maldito diario. Lo odio, todo es por su culpa.

¿Y quién lo escribió?

Pues yo, pero qué ganamos buscando culpables. Inserte risa nerviosa.

Sacudí la cabeza. Debo enfocarme en lo más importante en este momento. ¿Ahora qué hago?

Observé el cuerpo inmóvil a mis pies. Mi respiración agitada y los latidos tan fuertes de mi corazón no me dejaban pensar con claridad. En ese momento, me importaron una mierda las pruebas, me moría de miedo y lo sentía fluyendo por cada parte de mi cuerpo. Ni si quiera sé en qué momento reaccioné, pero mi mano fue a parar a mi bolsillo trasero. Saqué mi celular a toda velocidad, marqué el número de emergencias y llamé a la policía.

Respiraba profundo y rápido y, sin que pudiera controlarlo, mis palabras salieron atropelladas cuando alguien contestó, como si acabará de correr un maratón.

Du hast das Ende der veröffentlichten Teile erreicht.

⏰ Letzte Aktualisierung: Jan 29 ⏰

Füge diese Geschichte zu deiner Bibliothek hinzu, um über neue Kapitel informiert zu werden!

El diario de la muerte ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt