Las vueltas

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El plan era simple: entrar en su mundo, volverme parte de él y luego ser él.

Esa noche tuve que escaparme por una ventana y esperar por ella media hora en una esquina, parada como puta, hasta que por fin se dignaron en aparecer por mí en un volkswagen plateado con un rayón enorme en la puerta de acompañante.

Ninguno de los tres varones en ese vehículo me prestó mucha atención. Una que otra vez el conductor intentó mirarme por el retrovisor, pero quizá estaba más confundido por mi presencia allí que genuinamente interesado en mí. En cambio ella no paraba de atenderme. Comenzó criticando lo que llevaba puesto, luego se esforzó por integrarme en el grupo y finalmente me ofreció vodka mezclado con jugo de naranja. <<Para calentar el cuerpo>>, me dijo, como si no estuviéramos paseando en una noche de 29°C.

En ningún momento noté a Ariana muy cercana a alguno de ellos, sentí el alivio en el corazón, tenía miedo de pasar por todo eso sólo para terminar de espectadora mientras ella besaba a algún noviecito del momento. O tal vez también, simplemente, estaba muy borracha para estresarme por amor. Dimos vueltas sin rumbo un buen rato hasta que se decidieron por acercarse a un bar. Apenas habíamos empezado y ya sabía que ninguno sería capaz de caminar derecho cuando bajásemos del auto.

El bar en cuestión era un recoveco oscuro y angosto, impregnado con olor a humedad y cerveza barata. Nadie allí estaba cerca de nuestra edad. Nadie allí estaba cerca de mi edad, pero quizá tendrían algún hijo que sí. Una canción que había estado de moda entre los adolescentes hacía diez años sonaba despacio desde el techo, era su intento fallido por contener la juventud. Un par de viejas fumancheras miró de arriba a abajo a mi nueva manada, llevarse a uno de esos tres flacos altos a la cama era su intento fallido por contener la juventud. Esquivando las miradas acosadoras, terminamos en una mesa del fondo, respirando todo el humo y olor del baño a nuestro lado. Me pareció el lugar más deprimente jamás construido y sin embargo yo estaba tan feliz de la vida sentada con la cabeza apoyada en su hombro y su brazo al rededor de mi cuerpo.

El pop está muertoWhere stories live. Discover now