Hubo momentos en los que mi propia família creyó haberme perdido entre la oscuridad, una de la que ellos no podrían sacarme fácilmente y que tomaría años de mi juventud como reconocimiento por su persistencia. Y de no ser por amigos y família hubiera sido otro carajito que  se enamoró de lo prohibido, de los malos hábitos y de lo despreciable.

En ese momento más que nunca sentí que tenía algo en común con mi família, porque al igual que ellos, al verme no pensaba en otra cosa que no fuera en qué momento fallé. Erróneamente, pasamos mucho tiempo buscamos culpables sin enfocarnos en la mejora necesaria, porque no solo yo tenía el corazón desbaratado, tanto papá como mi abuela, como mis tíos segundos incluso. Porque lo que hoy hacía fue aquello que les arrebató a un papá, un esposo y un hermano. Aunque, todavía sigo sin saber que fue aquello que lo motivaba, en momentos de lucidez sí pude reconocer cuáles eran mis motivos, que tan simples como superficiales me mataban de la sed, pero no la sed que todo niño siente.

Por consecuencia, ya había apreciado con mis propios ojos la mayoría de los cambios que trajo el liceo y con ellos todo lo maravilloso y horrendo. No obstante, sé que aún no han terminado porque sí, podré tener un pie dentro del liceo y otro fuera, pero todavía esta historia y todos los giros que vienen con ella no consiguen su adorado final. Con mucho regocijo podía decir que ya había superado mucho de lo que me había  superado a mí en muchos momentos, pero lo cierto era que si bien, yo tenía algo de mérito al querer cambiar y dejar todo lo que me atrasaba a donde en realidad pertenecía, casi todo lo había hecho mi família, los muchachos, las personas que puedo llamar amigos y aquellos que sólo conozco de vista, al profesor guía que supo que algo estaba mal y al papá que me dio un sin fin de oportunidades porque a un hijo no se le deja atrás.

Sí, cuarto año fue bueno en muchos aspectos.

La primera vez que hablé con Hyunjin se debió a aquello de lo que en algún momento tendría que alejarme. Curiosamente, con esta como muchas otras anécdotas, lo que mantenía en la dependencia con algo tan vanal como una bebida se hizo presente, pues como dije antes, yo quería dejar de administar con quién podía hablar gracias al miedo y para mi suerte, la mayoría de esas trabas desaparecían junto al alcohol en mi vaso, fue después de estar a nada de agarrarnos a coñazos en una fiesta gracias a un malentendido cuando estábamos en tercer año, después de una conversación poco profunda y una botella de anís que Hyunjin se consiguió quién sabe donde, terminamos llorando, rascados hasta las metras, abrazandonos en plena acera de la casa de Kim Seungmin como a las cuatro de la madrugada. Mucho de esa noche es tan borroso como el agua del río Guaire, sin embargo, a pesar de nunca haber repetido lo que dijo mientras se doblaba y dormía en la solitaria pero ruidosa manzana, fue aquello lo que me hizo prestarle atención. Pues después de pedirme perdón por empujarme sin querer, dijo que aunque intentara hacer las cosas bien, siempre le salían mal. Y yo, que aún tenía la botella en la mano con las ganas de echarme otro trago la dejé en la acera y con uno de mis brazos lo rodeé.

Porque por primera vez desde que lo conocí, sentí que compartíamos algo.

Mi sed, por más que me hizo perder muchos de los años más añorables de mi adolecencia, como con muchos de mis amigos, me dio algo que me ayudara aferrarme a la vida, porque sí bien era más lo que me quitaba, sin darme cuenta me dio más de lo que puedo agradecer.

ㅡAhora sí que te perdimos, ㅡhabló Alexandra, mi prima, interrumpiendo mi presentación, paseándose por mi cuarto como perro por su casaㅡ ¿en qué piensas, pichu?.

ㅡEn una manera de hacer que entiendas que cuando vayas a venir tienes que avisarㅡ respondí irónicamente mientras me sentaba a un lado de la cama.

ㅡNo sabía que para venir a la casa de mi primo tenía que pedir permiso... solo vine a decirte a ver si me quieres acompañar a comprar pan, si vienes; te compro un pan de guayaba.

c a r r e t e r a   c a r a c a s  -  l a  g u a i r a ⊙  h a n   j i s u n gWhere stories live. Discover now