No recuerdo hablar mucho en la escuela, pero sí el aislarme lo suficiente para que mi comportamiento fuera el tema de conversación favorito de la gran parte de profesores en el recreo. Si me distraía lo hacía por mi propia cuenta, concentrado en mis propios pensamientos y juegos para pasar el rato. Cuando no estaba copiando nada en mi cuaderno tomaba los lápices en mi cartuchera y jugaba a que eran amigos en un viaje de vacaciones y cuando era el recreo comía y luego juntaba todos mis cuadernos y hacía una casita para mis juguetes, podía jugar solo, y aunque sabía que era más divertido en compañía prefería conformarme con mi imaginación. Estudié en una escuela algo pequeña con niños sin malicia a los que nunca se le ocurrió decirme o hacerme algo por mi manera de actuar, cosa que mi familia siempre agradeció, y ahora, que tengo una edad más o menos avanzada y puedo pensar con cierta profundidad acerca al tema me doy cuenta de lo afortunado que fui y todos los problemas que me ahorré gracias a ello.

Siempre sentí que los niños a mí alrederor eran completos extraños con los que creía no tener nada en común, personitas que a pesar de ser agradables no podía relacionar con nadie que se hubiera ganado mi confianza, como mis vecinos o mis propios primos. Las dos únicas veces que no sentí que fuera así terminaron siendo mis amigos, los cuales siempre se encargaron de defenderme frente a sus papás, quienes pensaban que de alguna manera no era igual a sus hijos y que debía pasar por pruebas que así lo confirmaran, los niños solían argumentar que yo no era más que un niño risueño y hablador, con ellos, pero no con el resto de mis compañeros. Todo desde la vista inocente de niños de 6, 7 y 8 años, justo en esa etapa en la que o no vemos las diferencias entre cada ser humano o no podemos comprender por qué estas existen y lo que significan para nuestras vidas y los de otros.

En cuanto a las personas adultas o de una edad más madura, gracias a mis dones de hijo único podía verme conviviendo con estos. No recuerdo haber tenido problemas para darme a entender con éstos y todo gracias a que, si quería excusarme, sacarme una duda o pedir algo tenía que acudir directamente a un adulto, porque no había nadie más que hiciera de intermediario entre este y yo.

Hijos únicos: 1. Hijos no únicos: 628.171.

Como a muchos, entrar al liceo, supuso tremendo vuelco en mi vida, a pesar de que no se trató de un giro tan dramático o radical, sino que en cambio, fue uno más moderado. Los cambios vinieron en pequeñas medidas, con actos, palabras y uno que otro pensamiento cuando finalmente a las semanas de retomar las clases y comenzar en otra etapa educativa empecé a interactuar con Changbin gracias a su insistencia, que de alguna manera con una pizca de interés y mucha terquedad se hizo un lugar como mi amigo. Y desde ahí se puede decir que empecé a tener una vida social menos mesurada.

Con un pequeño impulso de confianza poco a poco empecé a salir de mi zona de comfort, a hacer más amigos, a beber en pequeñas cantidades, simplemente a hacer ese tipo de cosas que la gente veía común en adolescentes, en realidad era lo que una persona no debería ser a tan temprana edad. Sin embargo, creí hacerlo gracias a la creciente necesidad de experimentar cosas que no había hecho jamás, por sentir todas las sensaciones posibles que hasta ese entonces me había "perdido" , porque de alguna manera creí que dejarme llevar por actos y costumbres de  otros me daría la pertenencia que tanto anhelaba, como es de esperarse, dichas personas no fueron la compañía idónea para un niño tan inocente y falto de malicia. Quisiera decir que no me costó salir de ahí, pero hoy por día no me es tan difícil aplacar mis impulsos en nombre de mi honor.

Estas personitas y su presencia en mi vida  generaron un sin fin de malas experiencias y crearon cierta fama alrededor de mi figura, dicha fama terminó por deteriorarse tras tantos intentos y finalmente desaparecer al dilucidar que  la vida va más allá era una botella de ron, la atención de personas que no aportaban en nada, y que aún tenía mucho que atravesar antes de renunciar a mi propia vida.

c a r r e t e r a   c a r a c a s  -  l a  g u a i r a ⊙  h a n   j i s u n gWhere stories live. Discover now