CHAPTER TWO

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WRONG NUMBER

CHAPTER TWO

Si se quiere hablar con honestidad, entonces diría que todo inició unas semanas anteriores de su llegada. Inició en el sofá de su apartamento, cuando todavía era septiembre y el otoño apenas iba a comenzar. Los viernes salían temprano de clases, y Timothée había invitado a sus amigos a estar la tarde en su lugar. Apenas salieron de la universidad subieron al auto del castaño y éste manejó a su apartamento, no sin antes pasar por su tienda habitual.

—¿Cómo estás, Jason? —saludó Timothée apenas entró al local.
—No tan bien como tú, Timmy.

Timothée tomó una bebida energizante, además de dos barras de chocolate con nueces y se acercó a la caja.

—Creí que estaría Wendy a esta hora —dijo el chico.
—Yo también, ya sabes cómo es —sonrió Jason detrás de la caja.

El sonido de la campana en la puerta se hizo presente en la tienda. Tanto el hombre de cabellos grises como el joven de ojos verdes miraron en dirección a la entrada esperando encontrarse a Wendy, sin embargo, en su lugar se hizo presente una chica de cabellera rubia.

—¡Hola, Jason!
—Qué bueno verte, Charlotte.

Pasó a un lado de Timothée, quien la miraba como si estuviese hechizado, y tomó una barra del mismo chocolate. Charlotte caminó a la caja, quedando a unos centímetros de distancia del castaño.

—Son los mejores, ¿verdad? —sonrió, dejándolo sin palabras— Hablo de los chocolates. Son mejores con nueces.
—Ah, claro —le devolvió la sonrisa.

Las cosas a su alrededor parecían haber desaparecido al punto que no notó a sus amigos llegar con un six pack de cervezas que llevarían a casa.

—Te veo luego, Jason —le dijo y se despidió de Timothée con un movimiento de mano.

Él seguía mirando la puerta, esperando a que la rubia regresara en cualquier momento. Sus amigos pagaron por él y salieron de la tienda. Subió de nuevo a su auto y condujo a su apartamento, sin poder dejar de pensar en aquella chica.

Pudo haber terminado ahí, con un simple encuentro que probablemente olvidaría en unos días, más tardar unas semanas. Sin embargo, él seguía sin sacarse a Charlotte de su mente, incluso tres horas después.

—¿Saben quién era la chica de la tienda? —les preguntó a Jack y David antes de tomar un trago de segunda cerveza. Jack negó con la cabeza mientras le daba una calada a su cigarro.
—Debe ser nueva en la ciudad, nunca la había visto —contestó David—. ¿Por qué?

Timothée alzó sus hombros, quitándole importancia, tomando otro trago de su botella.

Pasaron alrededor de dos semanas hasta que se le presentó de nuevo la oportunidad de cambiar su destino, el día que asistió a una fiesta junto con sus amigos, a la cual fueron invitados por una chica de su clase. Jack se negaba en ir, aunque Timothée, David y su novia le rogaban que los acompañara, siendo Timothée quien más se lo pedía. Tenía tantas ganas de ir, sentía que ahí podría encontrar eso que tanto deseaba, eso que le daría un giro a su vida. En lo más profundo de él, sabía que quería que "eso" era un alguien, una chica rubia de nombre Charlotte. No dejó de dar vueltas por su mente, su belleza le parecía de otro mundo. Llegaba a sus pensamientos cuando menos debía. O tal vez nunca los dejaba. De cualquier manera, estaba decidido a ir a esa fiesta, así tuviera que llevar a Jack de la oreja.

Esa tarde del primer viernes de octubre en el que las hojas de los árboles ya caían se tomó tiempo en arreglarse, algo que inusual de él. Tomó una ducha mientras Rock lobster de The B-52's sonaba de fondo, salió con una toalla gris atada a su cintura y observó los dos atuendos que estaban en su cama; una camiseta polo del mismo color que su toalla con unos pantalones caqui, a su derecha estaba un suéter azul marino y unos jeans negros. Se probó el primer atuendo, convenciéndose de estar viendo a un maestro de primaria en el espejo en vez de un universitario que asistiría a una fiesta. La segunda opción lucía mejor que la anterior, tanto que llegó a pensar que el azul marino podrías ser su color. Se puso más colonia de lo que solía, ahogándose a sí mismo en el olor. Harriet, la chica de su clase que los invitó, dijo que la fiesta iniciaría a las ocho, por lo que probablemente nadie se mostraría hasta las nueve. Tomó una barra de chocolate con nueces de la nevera y salió al pequeño balcón de su apartamento. Miraba a la gente caminar, cuestionándose si tal vez ellos ya habían encontrado ese algo o alguien que los llenara.

La fiesta no era nada parecida a lo que Timothée pensaba

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La fiesta no era nada parecida a lo que Timothée pensaba. La música era algo que él sólo escucharía si sus amigos la ponían, nunca por elección propia. Debió haber imaginado que no podría haber tantas personas en un lugar tan pequeño como ese. Estaba en la cocina junto a sus amigos, esperando impaciente a que quisieran irse. A lo contrario del castaño, ellos parecían estar pasándola bien. Dejó su lata de cerveza en la encimera y se excusó con ir al baño. Sus esperanzas de encontrarse con Charlotte habían desaparecido casi por completo, llevándose con ellas sus ánimos.

—Me alegro de que hayas venido, Tim —habló alguien apenas salió del baño.
—No me lo hubiera perdido por nada —Harriet negó con su cabeza.
—Esto es tan aburrido.

El castaño se había quedado sin palaras qué decirle a la morena frente a él. En el momento en que abrió la boca, una voz completamente diferente a la suya se escuchó.

—Harriet, lamento haber tardado tanto —dijo aquella voz que había aparecido en los sueños de Timothée un par de veces—. Ey, eres el chico de la tienda de Jason.
—Chocolates con nueces —sonrió ampliamente—. También voy por el nombre de Timothée.
—Mis amigos me llaman Lottie —se presentó la rubia.
—¿Ya se conocían? —interrumpió Harriet con una pequeña sensación de celos.
—¿Te molesta si te pregunto de dónde eres? No recuerdo haberte visto antes —preguntó el chico de ojos verdes, ignorando por completo la pregunta de Harriet
—Charlotte se fue de intercambio a Francia por su segundo año. Es hermana de mi roommate —explicó su compañera de clase sin dejar que Lottie hablara.

Sus expectativas se habían hecho realidad, no quería irse ni que la noche acabara. Quería seguir escuchando la voz de aquella preciosa chica, seguir observando su rostro. Sin embargo, sus amigos lo habían traído así que cuando ellos decidieran irse, él también lo haría. Fue más pronto de lo que esperaba. Harriet acababa de dejarlos solos, y Lottie comenzaba a preguntarle por las cosas que le interesaban a él.

—Debo irme. Fue un gusto haberte visto otra vez, Charlotte —se despidió nervioso.
—Seguro nos vemos luego, tal vez en la tienda de Jason —dijo después de darle un beso en la mejilla como despedida—. Te veo luego, Timothée.

Camino a casa en el auto de David repetía esa conversación en su mente una y otra vez. Fue en su apartamento, mientras se cambiaba a su pijama, el gran error que había cometido.

—¡Mierda! —murmuró, aunque no hubiera alguien más en ese lugar.

Gracias a sus nervios y la prisa, no le había pedido su número.

WRONG NUMBER; T.C.Where stories live. Discover now