CAPITULO XXVII

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Disculpen la tardansa...  las  fiestas de mi  ciudad me han tenido ocupada pero espero les  guste este capitulo... el final esta  cerca asi que no dejen de leerlo... Les deseo pasen  bien y disfruten de la lectura. :)

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Me encontraba en el baño decidiendo si sería buena idea lo que me disponía a hacer.

Corte mi cabello ya que estaba largo y luego le pase la máquina de rasurar, no me dejaría calvo solo mas estilo militar como antes, me rasure la barba y el bigote que me empezaba a crecer para luego delinearme  bien las patillas con la navaja,  me hice mi tratamiento spa de todos los días en mi rostro y listo, ya no era un hombre de treinta años más bien uno de veinte cinco o veinte seis, limpie todo y me di un baño también para rasurar mi pecho velludo. 

Al salir Camila  al darse la vuelta se quedó atónita, sin  habla me dio gracia verla así de impresionada.

-          Tranquila mi amor, crecerá.

-          Que te hiciste…

-          Un cambio de look.

-          Pareces otra persona…

-          No te agrada?

-          si… es que amaba tu cabello largo.

-          Bueno también siento raro… ya que me siento más ligero y fresco pero esa era la idea, igual lo iba a hacer tarde o temprano así que, qué más da.

-          Estas realmente sexy-dijo con voz melosa mirándome de pies a cabeza con deseo, por lo visto da buenos resultados variar la imagen.

-          No pongas ese tono o puedes despertar a mi amiguito el de mi entrepierna.- me acerque a ella y tomándola de las caderas la pegue a mí para que sintiera me ya estaba excitado.

-          Engañare a mi esposo con la versión de él más joven.- aunque lo dijo para seducirme esa frase no me fue muy grata pero no dije nada sabía a qué se refería… era yo el de los miedos. El que me invitara al concierto me tranquilizo mucho pero aun no bajaría la guardia.

-          Tanto me deseas?-la empecé a desnudar ya que por mi parte yo seguía con la toalla.

-          Demasiado, parece que nuestro apetito sexual no se acabara nunca.

-          Y que así sea.

Nos sentamos en el sillón mientras la besaba sacaba prenda por prenda.

-          Mi mujer… mía solo mía.

Los besos iban aumentado de nivel, le mordí el labio ya que a ella le encantaba eso acelerando si excitación y su ya húmedo sexo, la tenía desnuda, aprensada a mi cuerpo mientras con mis manos tocaba todo de ella, todo ella me pertenecía y quería marcar posesión, la acosté de espaldas en el sillón tirando los cojines al suelo, el control no era parte de mi cuerpo en ese momento, estaba desesperado por tomarla y lo demostraba con la agresividad de mis besos, le dejaría mordidas y chupones en todo el cuerpo, animal marcando su territorio, así lo definía.

Me abrí paso entre sus piernas para quedar en medio y mordisquear aquellos rosados pezones, lamerlos y ver como se arqueaba me volvía loco pero aun no era el momento.

Frotaba mi erecto pene en su entrepierna, gemía cada vez que lo sentía rozar el clítoris esa era mi forma de hacerla sufrir, no tarde en bajar a donde ella quería, su humedad me tenía al máximo, pase mi lengua en su sexo y con la punta estimule más aquel erecto y rosado clítoris con rápido movimiento, besando y mordisqueando los labios de aquella vulva hundiendo mi lengua en su vagina probando su sabor dulzón olía a sexo olía a ella, los órganos no tardaron en llegar a ella acabando, sin esperar más entre mi bien dotado pene en ella embistiéndola con agresividad, cada vez que gritaba de placer aceleraba más la frecuencia de mis empujes, ella se movía conmigo pidiendo aún más, y más, y eso era lo que le daba, hasta el sillón se movía de lugar, gracias a Dios estaban en la otra ala de la mansión donde podíamos hacer los ruidos que quisiéramos sin molestas a nadie tal vez solo lo que quedara debajo de la habitación fuera la excepción.

LA MASCARA DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora