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10 llamadas, 15 mensajes y aún no tenías respuesta de tu novio.

No había asistido a la universidad, ni siquiera estaba con los demás chicos. Nadie tenía ni la menor idea de dónde pudiera estar aquel chico castaño de sonrisa encantadora.

La noche había caído sobre Seúl. Mirabas insistente aquella ventana con la esperanza de tener si quiera la oportunidad de ver a aquel chico detrás de aquel cristal. Su habitación quedaba justo frente a la tuya, por lo que se te hacía fácil llegar hasta ahí. Trepaste sin rechistar aquella barda, ayudándote a subir con la hermosa enredadera que colgaba por la pared.

Golpeaste la ventana con delicadeza y nerviosismo, esperando casi dos minutos en total oscuridad. La luz de la luna era escasa debido a lo nublado del cielo. Suspiraste decidida a volver a golpear el cristal pero antes de hacerlo escuchaste los pesados pasos de alguien acercarse.

Ante ti apareció Jungkook, demonios, como lo habías extrañado. Vestía una camisa blanca simple y su cómodo pantalón de dormir. Sus pies descalzos, con los ojos rojizos y con pequeños rastros de lágrimas aún sobre sus bonitas mejillas.

– Jungkook..-

Vaciló un poco antes de terminar por completo con esa maldita distancia entre los dos y apretarte entre sus brazos.

– ¿Quieres contarme qué pasó? – preguntaste, recibiendo un pequeño sollozo de su parte.

– Quédate conmigo – contestó, rompiéndose por completo entre tus brazos.

– Siempre. 

Jeon ThingsWhere stories live. Discover now